El Gobierno de Mauricio Macri y las elecciones de 2019
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.



 
“Así como el estadista demócrata que se decide a planificar la vida económica  se verá pronto ante la alternativa de asumir poderes dictatoriales o abandonar sus proyectos, así el caudillo totalitario se vería en corto tiempo ante el dilema de pasar por encima de los principios morales corrientes o fracasar. Esto explica porque los hombres poco escrupulosos son los que cuentan con mayores oportunidades de éxito en una sociedad orientada hacia el totalitarismo”.  ( F. A. Hayek: Camino de servidumbre)
 
Una gran parte de los argentinos que votó a Mauricio Macri, está preocupada por no saber qué les aguarda. Están en una encrucijada, en medio de una peligrosa situación económica y observando un horizonte para nada despejado. Las elecciones que se vienen van a ser decisivas. Los desilusionados quieren ver que el presidente sale de la indecisión política y  planteos que no vayan detrás de los acontecimientos, que se decida por  el sistema que reconoce como base fundamental  la libertad y respeto por las posibilidades de superación de todos los habitantes.

 Lo que está en juego es más que la suerte electoral del Gobierno,  es el futuro institucional,  es una democracia frágil a la que hay que robustecerla sin estar en contra de una oposición democrática. Hay  enemigos del país que acechan  y el Gobierno debe comprender cuál es su papel al respecto. Tiene que aventar el miedo con hechos y realizaciones, se exige firmeza, decisión, energía.

 El gobierno actual aún goza de una cuota de confianza en cuanto a que con él  las instituciones están aseguradas, pero lleva una pesada carga en el plano de la conducción económica. Es determinante, entonces,  que muestre las intenciones que tiene en esta área antes de las elecciones. Sus seguidores quieren saber si se adoptará las medidas cruciales con vistas a imprimir un rumbo duradero al país o se perderá en políticas que empeoren aún más las cosas.

Los que votarán por Cambiemos lo harán porque no desean que regrese la prepotencia y el autoritarismo. Como hace cuatro años saben que Mauricio Macri  asegura el pluralismo, la libertad, la tolerancia a la crítica, el respeto por las decisiones del legislativo, por la discusión de los actos de gobierno, indispensable para el fortalecimiento de las instituciones. Esperan que pasen estos meses de incertidumbre para poder sentir el alivio de no regresar al inquietante pasado.

 Por otro lado, hay un peronismo heterogéneo y desordenado, que busca un lugar bajo el sol, incluyendo a Cristina Kirchner que avanza en las encuestas. Todos, van por un electorado disperso, que no es capital propio de ningún partido, que no sabe dónde  ubicarse y su apoyo debe ser conquistado.

 El gobierno necesita de una nueva estrategia electoral, partiendo de un diagnostico real de la situación política y económica actual, definiendo objetivos coherentes que les lleve a encontrar una viabilidad electoral en la fuerza más democrática. Pronunciarse con firmeza,  en contra de políticas colectivistas y corporativas como serán las que defenderá Cristina en la campaña. Ya no  puede jugar a las escondidas, debería, antes de las elecciones, proponer a la ciudadanía temas elementales como la reducción de la inflación, explicar cómo se va a atender la deuda externa, estimular  la inversión privada y achicar el sector público. Le convendría  también, prometer abandonar funciones industriales o empresariales, eliminación de todo tipo de regulaciones que traben la libertad de los mercados y la actividad privada.  Mostrar que la preocupación fundamental es el estado de postración social en que se encuentran vastos sectores del país,  por la caída del salario, el encarecimiento de la vida y la disminución de la capacidad adquisitiva, por la inflación.

La reforma económica que se espera, es inseparable  del ordenamiento jurídico, cultural, educacional y político-estatal, campos interdependientes. En todos, hay deformaciones tan graves como en el campo económico, que es indispensable corregir. La próxima respuesta debe ser integral y que contemple ese reordenamiento.

 La llave del crecimiento son las inversiones, porque crean  empleo, abren el camino hacia el mejoramiento  del salario real  y del poder adquisitivo. Si se liberaran los mercados, habría  abundancia de crédito y caída de la tasa de interés. Ello cambiaría el comportamiento empresarial y de los ahorristas, quienes, dejarían de especular en el mercado financiero de divisas, y volverían a invertir en actividades productivas de bienes y servicios.

Los funcionarios del Gobierno anterior, con la presidente a la cabeza, corrompieron al sistema judicial y recurrieron al soborno para hacer negocios, por ello se  obstruyó el poder coordinador de los mercados y se redujo el interés por invertir en la Argentina.

Se debe decidir el gobierno por la economía de mercado,  está probado que  coordina mejor las transacciones entre las empresas,  y entre ellas y los consumidores,  por medio de los precios de mercado. Éstos  son el instrumento que equilibra la oferta y la demanda.  Dejar de obstruir los mercados lastimando los derechos de propiedad, es imprescindible. Para que no ocurra, el remedio es limpiar los tribunales de justicia, porque son los que  velan por ellos, combaten el robo, y hacen que compradores y vendedores cumplan los contratos.

  Sin duda, los futuros responsables de la política económica tienen que fomentar el crecimiento, protegiendo los derechos de propiedad y fomentando la estabilidad política.

Votar por el país es hacerlo por quiénes estén dispuestos a consolidar las instituciones y la práctica de la verdadera democracia liberal. No se necesitan acuerdos ni pactos políticos circunstanciales, sino restaurar un sistema de convivencia en el cual el poder de decisión este en los gobernados, mediante el libre ejercicio de los derechos individuales, esencia de la Constitución y límite para el antisistema que Cristina Kirchner, la ex presidente, pretende imponer y por el cual se destruye la democracia, la libertad y la unión de los argentinos.

 

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