¿Qué tanto importa la OCDE?
Gabriela Calderón de Burgos
Es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como El Tiempo (Colombia), La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), El Deber (Bolivia), El Universal (Venezuela), La Nación (Argentina), El Diario de Hoy (El Salvador), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.



Esta semana el gobierno se ha congratulado por el ingreso de Ecuador al programa de desarrollo de la OCDE para América Latina y el Caribe, iniciando así el proceso para convertirse miembro de ese organismo.
En los últimos años la OCDE le ha recomendado elevar la carga tributaria a ChileColombiaCosta Rica, España, México, entre otros. Son países muy diversos atravesando circunstancias distintas, pero la recomendación es la misma. Es cierto que la OCDE también suele presentar análisis con recomendaciones convenientes. Por ejemplo, al gobierno de Costa Rica le indicó que la razón por la que es un país caro es por la falta de competencia en amplios sectores de la economía debido al proteccionismo comercial y las regulaciones. ¿A cuál de estas recomendaciones cree que le suelen parar bola los políticos? A la elevación de impuestos, obvio.
Nos dicen algunos analistas que no es posible bajar la carga tributaria hasta que la economía recupere el crecimiento, cosa que, según lo acordado entre el gobierno y el FMI, debemos esperar hasta dentro de tres años (crecimiento promedio estimado en el acuerdo de 0,2% para 2019-2021). El ex ministro de Finanzas Carlos Julio Emanuel señala que aunque los equilibrios fiscales son importantes, estos no deben sacrificar el crecimiento económico.
Sugerir aumentar impuestos en una economía estancada equivale a que un entrenador le aconseje a un maratonista correr con una mochila pesada hasta que empiece a correr más rápido, en lugar de aconsejarle reducir el peso de la mochila o sacársela. Sucede que para correr más rápido, al igual que para crecer en nuestro caso —y el de muchos países en vías de desarrollo—, hay que reducirle la carga al maratonista. A los ciudadanos no se nos podrá reducir la carga hasta que los políticos no reduzcan el gasto público.
Además, no se puede comparar la carga tributaria de América Latina con aquellos países desarrollados de la OCDE sin tomar en cuenta la diferencia de sus respectivos entornos. Los países de altos ingreso de la OCDE tienen una posición promedio en el ranking de Haciendo Negocios del Banco Mundial de 29 de 188, mientras que Ecuador se ubica en la posición 123 (promedio de la región es 110, con marcadas excepciones como las de México y Chile). En el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, Ecuador se encuentra en la posición 86 de 140 economías observadas, entre las siete menos competitivas de la región.
Adicionalmente, los capitales son cobardes y buscan seguridad, reglas claras y constantes. Por eso, mientras que los países de la OCDE suelen tener Estados de Derecho sumamente sólidos en los que la justicia suele ser más eficiente, se respetan los contratos y los derechos de propiedad, Ecuador y muchas otras economías latinoamericanas salen mal paradas en estos aspectos. Por eso es que las economías desarrolladas se pueden dar el lujo —hasta cierto punto y aún sacrificando crecimiento— de tener una carga tributaria elevada sin espantar tantos capitales como sucede en las economías en vías de desarrollo.
Ojalá Ecuador imitara aquellas buenas prácticas de los miembros de ese club. Pero, como es usual, se copia lo malo.



Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 24 de mayo de 2019 y en Cato Institute.


 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]