Crisis Social y Crisis Politica
Guillermo Lascano Quintana
Abogado.


Orquestados o no, los conflictos de las policías con los gobernadores, podrían no generar saqueos. 
Me parece que hay que distinguir una cosa de otra. 
La actitud de las policías es inaceptable porque importa un chantaje a la sociedad por parte de quienes están armados para defenderla. Los gobernadores, a su vez, no han sabido canalizar el descontento, origen de la inicua protesta, como consecuencia de la sumisión a la que los ha sometido el gobierno de la Nación que les ha privado tanto del indispensable margen de maniobra frente a situaciones de crisis, como de los fondos indispensables para contener los reclamos. Ello mientras se gasta ingentes cantidades de dinero en menesteres distintos de aquellos que deben cubrir los gobiernos. Dádivas en vez de seguridad, educación, salud y justicia, áreas todas en las que se ha fracasado y que presentan deterioros casi finales.
Sin embargo, tan grave como esa inadecuada y casi suicida política, que además tiene objetivos pusilánimes por que apuntan a conseguir fidelidades políticas ilegítimas, es la reacción de aquellos ciudadanos que, aprovechando el caos generado por la ausencia de seguridad, adoptan conductas primitivas sin reparo alguno por su dignidad, poniendo en peligro los fundamentos de cualquier sociedad organizada. Quienes robaron son delincuentes.
Aún más grave es la casi completa ausencia de condena tanto de una como de otra situación. Cualquiera sea la facción política con la que se concuerde o la posición del resto de la ciudadanía y sus referentes, ambos hechos (la rebelión policial y el latrocinio consecuente) no han recibido la repulsa que se merecen.
Gran parte de los dirigentes políticos opositores al gobierno han mantenido, hasta ahora, silencio; en una actitud casi suicida. No se conocen reacciones condenatorias ni de empresarios o trabajadores, universitarios o intelectuales, ni tampoco de sectores religiosos. Todos escudados en que el problema es del gobierno y no de la sociedad, especulan con los réditos que obtendrán de la crisis por la que se atraviesa.
Porque lo más delicado y peligroso de la situación de vulneración de las leyes tanto por las policías cuanto por muchos ciudadanos, es el estado de primitivismo salvaje al que no estamos acercando los argentinos.
Por supuesto la responsabilidad por esa situación es, en gran parte, consecuencia de las políticas y actitudes de quienes gobiernan la Nación. A la par que azuzan los ánimos para el enfrentamiento permanente, violan las leyes de manera flagrante, se enriquecen de manera obscena, y nos someten a la mentirosa historia que han inventado. 
Pero también hay responsabilidad de las fuerzas políticas que no reaccionan frente a los excesos en que incurre el gobierno y hasta apoyan muchas de las más flagrantes violaciones jurídicas que hemos padecido (derogación de leyes de amnistía, confiscación de fondos previsionales y de empresas privadas, delegación de facultades legislativas en el Poder Ejecutivo Nacional, por citar solo algunas).
Y además hay una responsabilidad colectiva por el apoyo y la tolerancia con que hemos acompañado el desmadre de la república a la que nos ha llevado este gobierno de incompetentes, ignorantes, inmorales.
Se impone un “mea culpa” y una renovación de las conductas que hicieron grande y próspera a nuestra nación: educación, trabajo y cumplimiento de la ley. De lo contrario tenemos un futuro sombrío.


 

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