Madres occidentales
César Yegres Guarache

Economista. MSc en Finanzas. Profesor universitario. Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cumaná. Mención especial, Concurso Internacional de Ensayos: Juan Bautista Alberdi: Ideas en Acción. A 200 Años de su Nacimiento (1810-2010), organizado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


@YegresGuarache / cyegres@udo.edu.ve




“Estúdie, prepárese, léa, escriba, escuche, aprenda…trabaje duro, con entusiasmo, eficiencia, honradez, responsabilidad, solvencia…busque superarse, progresar, insista siempre en mejorar su condición, no se conforme con menos…así, al progresar usted, también lo harán todos los que le rodean y más allá…actúe siempre con justicia, moderación, frugalidad, sobriedad, virtud, orden, eficiencia…sea siempre un ciudadano libre, autónomo, responsable de sí mismo…el tiempo es su activo más valioso, no lo malgaste”.
 
A grandes rasgos, este tipo de mensajes forma parte del anecdotario de varias generaciones de personas en diversas partes del mundo, aunque es preciso detenerse especialmente en lo ocurrido en América Latina. Nuestros padres, abuelos, familiares y amigos más cercanos lo han utilizado como parte del andamiaje de crianza y formación que, por supuesto, se ve reforzado enormemente cuando va acompañado del ejemplo y la experiencia propia.
 
Es posible que muy pocos de nuestros progenitores y tutores conozcan con precisión al mito de Prometeo; a las tesis de Platón, de los griegos, del Derecho Romano, del cristianismo, de la ética protestante o de Adam Smith. No obstante, podemos comprobar que en los mensajes que nos inculcaron estaban presentes esos pilares fundamentales de la civilización occidental, parte de la esencia misma de esta veintena de repúblicas desde su fundación, aun con sus matices propios.
 
La respuesta ante tanta monserga populista y demagógica de una parte no desdeñable de la dirigencia política criolla actual –apegada a los dogmas del culto a la personalidad, del caudillo fuerte y poderoso, que agrupa a todos los poderes públicos, suprime las libertades y convierte a sus gobernados en súbditos- no hay que buscarla muy lejos: ha estado en la gran mayoría de los hogares latinoamericanos. En nuestras propias casas. Es responsabilidad de nuestra generación continuar esa transmisión, porque la evidencia histórica es contundente cuando se trata de explicar las causas del éxito y el progreso de los individuos y de las naciones. 
 

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