¿Ganará un charlatán populista la presidencia en Perú?

Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Cuando le pregunté al Premio Nobel Mario Vargas Llosa
si teme que los peruanos elegirán un populista radical en las elecciones del
2021 como reacción a los recientes escándalos de corrupción que han sacudido a
este país, el escritor sacudió la cabeza y dijo: “Yo creo que no”.
“Creo que Perú está vacunado contra eso”, me dijo
Vargas Llosa durante una larga entrevista en Lima. “Pero hay una gran
incertidumbre”, agregó.
Efectivamente, Vargas Llosa fue una de las pocas
personas con las que hablé durante mi visita a Perú que es optimista sobre la
continuidad de la estabilidad económica de casi tres décadas en este país.
Perú ha sido una de las economías de más rápido
crecimiento de América Latina en las últimas dos décadas, y entre las que más
han reducido la pobreza. A pesar de la reciente desaceleración económica, la
tasa de pobreza de Perú ha bajado del 52 por ciento en 2005 a alrededor del 22
por ciento en la actualidad.
Pero el escándalo de corrupción de Odebrecht ha
manchado a la clase política. Todos los ex presidentes peruanos vivientes están
en la cárcel, arresto domiciliario o haciendo frente a graves cargos de
corrupción. La mayoría de ellos han sido acusados de recibir sobornos de la
gigantesca firma constructora brasileña.
El ex presidente de Perú, Alejandro Toledo (2001-2006)
fue arrestado en California a principios de este mes. Otro ex presidente, Alan
García (2006-2011) se suicidó en abril cuando estaba a punto de ser arrestado.
El ex presidente Ollanta Humala (2011-2016) y el ex presidente Pedro Pablo
Kuczynski (2016-2018) también están haciendo frente a acusaciones relacionadas
con el caso Odebrecht.
Hay un gran debate en Perú sobre si los fiscales
peruanos son héroes, o si están abusando de sus funciones. La mayoría de los ex
presidentes que están en prisión o bajo arresto domiciliario no han sido
sentenciados, sino que fueron arrestados bajo una ley que permite la prisión
preventiva para que los acusados no se fuguen del país.
Los partidarios de la prisión preventiva de los ex
presidentes dicen que los jueces peruanos son notoriamente corruptos, y que los
acusados podrían comprar un juez y huir del país si fueran liberados bajo
fianza.
Puede que así sea. Pero uno de los resultados
colaterales de la cruzada anticorrupción de Perú ha sido una percepción
creciente, e injusta, de que todos los políticos tradicionales son
irremediablemente corruptos.
Eso es un terreno fértil para que cualquier charlatán
populista con un discurso anticorrupción pueda ganar las elecciones
presidenciales de 2021. Así fue como Hugo Chávez ganó su primera elección en
Venezuela, y como el presidente Donald Trump ganó las elecciones de 2016 con
sus promesas de “Drenar el pantano”.
La ironía es que en la mayoría de los casos —incluido
Trump— los populistas que prometen erradicar la corrupción terminan presidiendo
gobiernos mucho más corruptos. Erosionan las instituciones democráticas,
debilitan el sistema de controles y equilibrios y tratan de silenciar a la
prensa, lo que a su vez permite que la corrupción se propague más que nunca.
Irónicamente, mientras que Perú es el país
latinoamericano que tiene más ex presidentes y líderes opositores presos por el
caso Odebrecht, Perú recibió mucho menos sobornos de Odebrecht que Venezuela,
donde ninguna figura importante de la dictadura del presidente Nicolás Maduro
ha sido encarcelada.
Según el Departamento de Justicia de Estados Unidos,
Odebrecht pagó $98 millones en sobornos al régimen venezolano entre 2006 y
2015, en comparación con los $29 millones en sobornos a funcionarios del
gobierno en Perú durante el mismo período.
¿Cómo evitar que un demagogo populista gane en Perú?
Pues recordando a la gente a diario que hay más corrupción en dictaduras
represivas como la de Venezuela que en democracias ruidosas como la de Perú. En
Venezuela, no hay fiscales independientes o una prensa libre para denunciar los
sobornos.
Ojalá que Vargas Llosa tenga razón, y que los peruanos
estén conscientes de esto cuando voten en 2021.
Publicado en El Nuevo Herald.
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