Macri es el único responsable de su caída
Juan Carlos Hidalgo

Analista de Políticas Públicas para América Latina del Cato Institute.





El Wall Street Journal lo describió como un "retroceso", pero el término apropiado es una "paliza”. Las posibilidades de Mauricio Macri de ser reelegido en Argentina se han casi evaporado después de que terminó 12 puntos detrás del candidato peronista Alberto Fernández y la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner en las primarias presidenciales obligatorias del domingo. A pesar de que Macri todavía podría pensar que puede hacer un regreso milagroso, los mercados ya lo están descalificando para las elecciones de octubre. Por lo tanto, no es demasiado pronto para escribir su obituario presidencial.
El caso contra Macri es sencillo. Casi cuatro años después de llegar al poder, la economía se está contrayendo, la inflación está entre las más altas del mundo, la pobreza está aumentando y el FMI ha vuelto a rescatar al país. Incluso los simpatizantes de Macri luchan por encontrar datos positivos que respalden el caso a favor de su reelección.
Ciertamente que Macri heredó un lío económico después de 12 años de gobierno populista por Fernández de Kirchner y su difunto esposo Néstor. También es cierto que ganó las elecciones en 2015 por un estrecho margen, que no tenía mayoría en el Congreso y que tuvo que enfrentarse a poderosos sindicatos. Además, en los últimos cien años no ha habido un solo presidente no peronista que haya completado con éxito un mandato presidencial.
Desmantelar los controles de cambio y de precios, recortar los subsidios, reducir el gasto público total, controlar el déficit y domesticar la inflación no iba a ser fácil. La pregunta desde el principio fue, ¿qué tipo de enfoque adoptaría Macri para las reformas? Optó por el gradualismo. Macri se apresuró a levantar los controles cambiarios y devolver a Argentina a los mercados internacionales de bonos, pero fracasó en la reducción del gasto. Por lo tanto, el déficit fiscal siguió siendo alto, los impuestos siguieron siendo punitivos y la inflación alta se mantuvo.
En diciembre de 2016, un año después de llegar al poder, se decía que Macri era un presidente al estilo de Harry Potter: sólo podía sobrevivir mientras durara la magia. Desafortunadamente, su último acto de magia no fue perseguir reformas estructurales, sino endeudar al país: la deuda pública, tanto extranjera como nacional, se disparó. En aquel entonces advertí en mi columna semanal en La Nación de Costa Rica que tarde o temprano la magia terminaría.
El polvo mágico se evaporó en mayo de 2018 cuando el peso perdió 20% de su valor en una semana. Esto fue causado por un par de errores no forzados: el reajuste de las metas de inflación y la introducción de un nuevo impuesto sobre las ganancias de capital. Frente a la crisis, Macri se vio obligado a negociar un rescate con el temido FMI, el cual con sus 57.000 millones de dólares fue el más alto de la historia de dicha institución. La inflación se disparó debido a la devaluación del peso y la economía entró en recesión. Aunque Macri aceleró algunos recortes del gasto después del acuerdo con el FMI, aumentó los impuestos e incluso restableció los controles de precios.
Para cuando lanzó su campaña para la reelección, era difícil llamar a Macri un "reformista". Su principal objetivo durante sus años en el poder ha sido luchar por su reelección. Al final, como lo atestigua el resultado del domingo, parece que ni siquiera logrará ese objetivo. 

Este artículo fue publicado originalmente en el blog Cato at Liberty (EE.UU.) el 15 de agosto de 2019 y Cato Institute.
 

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