Hoy no vivimos nada diferente a las crisis de los últimos 44 años
Roberto Cachanosky
Economista. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



El resultado de las PASO mostró que la fórmula Fernández-Kirchner tiene más chances de ganar en la primera vuelta en octubre que Juntos por el Cambio dar vuelta el resultado adverso, llegar a un ballotage y ganarlo ahí
El resultado de las PASO mostró que la fórmula FF tiene más chances de ganar en la primera vuelta en octubre que Juntos por el Cambio dar vuelta el resultado adverso, llegar a un ballotage y ganarlo ahí.
Es evidente la desconfianza que genera en los inversores la formula FF. Si habiendo ganado las PASO con 15 puntos de diferencia, al otro día se dispara el dólar, cae la bolsa y se estalla el riesgo país, todos activos líquidos de los que se puede salir en el día, es de imaginar que si nadie quiere tener activos líquidos por si gana la fórmula FF, menos habrá gente que quiera hundir una inversión en una fábrica de mayonesa, contratando personal, lidiando con el complejo sistema impositivo argentino, las locuras sindicales y la ausencia de una moneda. Es decir, si con Macri no se produjo la lluvia de inversiones, la sequía de inversiones continuará con los FF de ganar en octubre.
De manera que el primer problema  que tenemos es que hoy ninguno de los dos partidos o alianzas políticas con mayores chances de ganar la elección generan confianza. Los FF por su trayectoria de 12 años de incumplimiento con los compromisos internacionales y sus políticas populistas y Cambiemos por su gradualismo que fue inmovilismo que lo llevó a esta crisis económica justo en la puerta de las elecciones.
La pregunta es: ¿qué grados de libertad tiene cada uno para enfrentar la larga decadencia argentina? El gobierno de Macri, de aquí a las elecciones y, en caso de ganarlas, ¿qué hará luego? Y el kirchnerismo, ¿qué grados de libertad tendrá para enfrentar la economía si gana las elecciones?
Mi visión es que Macri tiene que lograr revertir la crisis cambiaria antes que se traduzca en una crisis financiera. En este tema ya queda claro que la tasa de interés dejó de ser un instrumento para frenar transitoriamente la corrida. A casi un año del lanzamiento de las LELIQs en reemplazo de las LEBACs, pagan la misma tasa que al inicio y no consiguen dominar el mercado de cambios o, dicho con más precisión, la desconfianza en el peso. Ahí no tiene muchas chances, a mi juicio. O logran un acuerdo con EE.UU. para recibir un apoyo del tesoro que le permita liquidar el tema de las LELIQs de un cachetazo, para hacer bajar el dólar y la tasa de interés o usa las reservas para amortiguar la corrida.
Cuando digo un acuerdo con EE.UU. estoy pensando en el apoyo que Clinton le brindó a México cuando se produjo el efecto tequila. Recordemos que el Congreso había rechazado el apoyo a México, pero el departamento del Tesoro encontró la forma de ayudar a México con una paquete de U$S 20.000 millones de aquél momento vía el Fondo de Estabilización de Divisas, más otro US$ 30.000 millones del FMI, del Bank for International Settlement y un swap de Canadá. Obviamente, en nuestro caso ya no queda más margen para que apoye el FMI, así que la única opción que veo es buscar el apoyo del Tesoro norteamericano para rescatar las LELIQs y establecer una especie de convertibilidad de hecho para desactivar la corrida cambiaria. Hoy las reservas de libre disponibilidad se acercan bastante para cubrir la base monetaria, falta desarmar de un golpe las LELIQs.
Si no se recibe ese apoyo, están las reservas y cambiar las letras intransferibles que tiene el BCRA que le entregó el tesoro a cambio de las reservas en la era k, por un bono largo como un instrumento para quitar liquidez del mercado. No es gran cosa, pero es lo que hay. En este caso, no bajaría la tasa de interés pero al menos se desarmaría el misil que son las LELIQs.
De nuevo, de nada sirve anunciar medidas para apagar el incendio si al mismo tiempo no se anuncia un plan económico de largo plazo a ser aplicado en caso de ganar las elecciones Cambiemos. Me dirán que ahora no hay tiempo. Insisto con mi argumento: las campañas políticas son para anunciar los planes económicos de los gobiernos, no solo para apagar incendios y tratar de flotar para llegar a octubre o diciembre. ¿O acaso creen que pueden ganar las elecciones abrazando a la gente en el conurbano? Esa gente va a seguir votando al peronismo, lo que tiene que lograr Cambiemos es recuperar el apoyo de la clase media, esa a la que esquilmó con impuestos para sostener a piqueteros y ñoquis. Y la forma de recuperarla es, en primer lugar siendo más agresivo con la suba del mínimo no imponible y más agresivo en la baja del gasto público en el revoleo de planes sociales junto con el dominio de la corrida cambiaria.
¿Los márgenes de acción de Alberto Fernández en caso de ganar las elecciones? Recibe un gasto público consolidado de 46% del PBI, una presión impositiva consolidada del 42% del PBI, un peso que hace décadas dejó de ser moneda, sin ahorro interno para financiarle el déficit fiscal, sin acceso al crédito externo y con vencimientos de deuda pública que solo podrá refinanciar con el apoyo del FMI, pero para eso tendrá que cumplir con una estricta disciplina fiscal y reforma laboral. Pregunta, ¿le aprobará Pino Solanas, Recalde y los diputados de La Campora esas medidas y reformas?
Vuelvo al punto de partida, ninguno de las dos alianzas políticas generan hoy confianza en los inversores, sean financieros o aquellos que tienen que hundir inversiones en Argentina. Mi impresión es que a Alberto Fernández le va a costar más trabajo generar confianza considerando los 12 años de kirchnerismo y la lista de legisladores que presenta, que a Macri que viene con 4 años de fracasos económicos pero podría llegar a hacer un mea culpa de lo hecho hasta ahora y reorientar su gobierno hacia una economía de reformas estructurales con un plan económico que genere un shock de confianza por su integración al mundo.
No hay que confundirse, la crisis cambiaria actual es el resultado de la falta de confianza en el peso que a su vez es resultado de la prostitución monetaria fruto del continuo desborde del gasto público. Tuvimos la misma crisis en 1975 con el rodrigazo, en 1981 con el fin de la tablita cambiaria de Martínez de Hoz y su gradualismo, en 1985 con la gestión Grinspun que terminó en el plan austral, el cual a su vez termino en varios australitos hasta el plan primavera que desembocó en la hiperinflación. Luego vino el plan BB que terminó en el plan Bonex en diciembre de 1989, para finalizar en la convertibilidad. El no ajuste del gasto público que propuso Ricardo López Murphy en marzo de 2001, boicoteado por los eternos ahora no se puede, derivó en el corralito, la crisis institucional y el default de fines de 2001, más el desastre que hizo Duhalde al salir de la convertibilidad generando una llamarada inflacionaria, confiscación de ahorros y un fenomenal salto de la pobreza. Y luego el kirchnerismo que terminó tapando la crisis económica destruyendo el INDEC para no conocer la pobreza, la inflación, el nivel de actividad, etc., con un cepo cambiario y casi cero reservas.
En síntesis, no estamos viviendo nada a lo que vivimos en los últimos 44 años. Crisis fiscales que derivan en crisis de confianza y corridas hacia el dólar. Repasemos qué se hizo en las crisis anteriores y vamos a entender la gran incertidumbre actual.
Que nadie se crea que ganando el peronismo vamos a salir mágicamente de las crisis recurrentes o que ganando Macri va a pasar lo mismo. Esto no es una cuestión de personas o partidos políticos. Es una cuestión de grosero populismo que periódicamente estalla por falta de financiamiento y que ninguno está dispuesto a decir, con todas las letras, que hay que terminar con ese populismo, salir de la cultura de la dádiva y volver a la cultura del trabajo.

ESTA NOTA FUE ORIGINALMENTE PUBLICADA EN http://www.infobae.com


 

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