Cristina es “Neoliberal”
Orlando Litta
Abogado y presidente de la Fundación LibreMente de la Ciudad de San Nicolás, Buenos Aires, Argentina. 



Una vez más, como tantas, como siempre; se recurre al neoliberalismo como padre y madre de todos los males que se producen cuando las políticas públicas no funcionan, ya sean económicas, educativas, ambientales, sanitarias o cualquier otra que tenga efecto en la vida de la sociedad.
En esta ocasión, Cristina Kirchner en el discurso que brindó a fines de agosto en la Facultad de Periodismo de La Plata presentando su libro “Sinceramente”. En el mismo dijo que “aceptó” (?) ser vicepresidente de Alberto Fernández para que no vuelva el neoliberalismo. Además, manifestó que Macri es un mal ser humano puesto que hizo subir el dólar porque la ciudadanía votó a la dupla Fernández.
 En primer lugar, quiero señalar la profunda ignorancia que existe en la sociedad y en la comunidad política en particular sobre qué es el liberalismo. Si se supiera, se sabría que el neoliberalismo no existe, ni existió. Los textos escolares y universitarios están inundados de conceptos trillados que presentan al liberalismo y su falaz engendro el neoliberalismo como el demonio devorador de seres humanos y no humanos. Algunos ubican a este error intelectual en 1929 con la llamada Gran Depresión o en las décadas de 1980 o 1990 (escuela de Chicago), o en cualquier época en que los gobiernos intervencionistas o populistas en lugar de hablar de sus propios fracasos prefieren endilgar las culpas al neoliberalismo.
Trataré de educar a Cristina sobre qué debe entenderse por liberalismo, no sobre el neoliberalismo puesto que no existe. Ahora bien, si acusa a Macri de neoliberal cabe informarle que ella también lo es. En tal sentido, entre otros ejemplos, cabe destacar que ambos no tuvieron disciplina fiscal, no suprimieron impuestos (los aumentaron al grado de un terrorismo impositivo), no privatizaron empresas del Estado, la educación no respeta la libertad de enseñar y aprender, el federalismo infectado por la arbitraria coparticipación federal, nula apertura comercial (Macri lo intenta), alta inflación, desmesurada relación entre ocho millones de ciudadanos privados que mantienen a veinte millones que viven de un ingreso estatal, el gasto público los desbordó.
Es decir, estructuralmente son similares, aunque entiendo que el actual gobierno es más institucional y el anterior conlleva el agravante de un alto nivel de corrupción y de siembra del odio transformando a los adversarios en enemigos en base a la filosofía política de Ernesto Laclau.
O sea, reitero, si Macri es neoliberal, Cristina también lo es; pero no debe preocuparse en razón que el neoliberalismo no existe.
En mi juventud aprendí un concepto de liberalismo que me parece el más apropiado y el que mejor responde a la idea de la Libertad, valor sobre el cual se sustenta esta corriente de pensamiento. En tal sentido, expreso que “es un ideal práctico de gobierno con filosofías políticas divergentes que a su vez se fundan en gnoseologías y metafísicas más divergentes aún, pero todas ellas convergen en aquel ideal práctico de gobierno”. Considero que es un concepto no cerrado ni rígido, flexible y amplio, o sea auténticamente liberal.     
En el aspecto teórico es donde el liberalismo presenta su mayor diversidad y las discrepancias se centran en la justificación del poder del Estado, es decir que en este aspecto se analiza, se cuestiona y se discrepa en preguntas tales como: ¿por qué el Estado debe tener poder, cuánto poder debe tener y cómo lo debe ejercer? Ahora bien, estas filosofías  políticas divergentes se fundan en gnoseologías y metafísicas más divergentes aún. ¿Qué significa esto? Significa que cada liberal fundamenta sus postulados de acuerdo con su posición frente a la teoría del conocimiento (gnoseología) ante los interrogantes que ella le expone, a saber: ¿puede el hombre conocer, qué y cómo puede conocer, hay distintas formas de conocimiento? Significa que cada liberal asienta sus principios en metafísicas distintas, esto es en diversas posturas frente al conocimiento del ser y de sus primeras causas. Y aquí queda englobado el tema religioso y la libertad de conciencia frente a él. Por ello un liberal puede ser católico, protestante, agnóstico, ateo, etc.
Pero todos estos “liberalismos” deben converger en aquel ideal práctico de gobierno. Este es el elemento común que tiende a unificar a todos los liberales. Entre esas políticas concretas podemos mencionar: la democracia constitucional, la división de poderes, la defensa del federalismo y de las libertades individuales, la mínima acción del Estado en la economía, la negación de los monopolios artificiales, el sí a las privatizaciones y a las inversiones privadas, impuestos mínimos, disciplina fiscal, libertad de educar y aprender, y todas aquellas medidas que refuercen la libertad de los individuos frente a la omnipotencia del Estado.
El liberalismo no es perfecto, su importancia radica en la diversidad y variedad, lo cual permite su perfectibilidad y adecuación a los nuevos tiempos que se aproximen. Por lo tanto, es bueno añadir que el liberalismo es un Postulado de Tendencia ya que el modelo perfecto nunca será alcanzado.
La historia del progreso de la humanidad en cuanto a bienestar económico y defensa de las garantías de las libertades que todo ser humano tiene por naturaleza, ha sido cuando mayor oxígeno de Libertad tuvieron los individuos sacándose el yugo del Estado. Seguro que en su aplicación el liberalismo tendrá errores, pero si la sociedad en su contrato social que tiene con los gobiernos, le hace saber a los mismos que con instituciones firmes y claras reglas de juego se limita el Poder que ostentan, no hay dudas que se crecerá.
Si nos acostumbramos a la vulgaridad permanente que nos impregna, a que la educación no es un valor, a que es en vano el esfuerzo,   y toleramos desvíos institucionales graves sin importar la corrupción; alguna vez sucederá que algún gobierno concrete el “vamos por todo”.
La ignorancia cultiva prejuicios, “nuestra” educación los hace florecer, en consecuencia, las futuras generaciones seguirán sobreviviendo en la eterna mediocridad argentina.
En este marco de ignorancia, no olvidemos enseñar que Cristina es “neoliberal”, aún más que Macri.
Tampoco olvidemos que cuando un médico nos informa un diagnóstico e indica un tratamiento que no nos agrada para la cura de la enfermedad, debemos decirle que es un cerdo capitalista neoliberal. 
El autor es abogado y presidente de la Fundación LibreMente de la Ciudad de San Nicolás, Buenos Aires, Argentina.
Visiten el nuevo Blog de la Fundación LibreMente aquí.
 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]