Sobre muros y grietas
Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
“Señor Gorbachov,
abra esta puerta.
Señor
Gorbachov, derribe este muro”.
Ronald
Reagan
“Al borde del
abismo de la historia alemana y bajo
el peso de los
millones de asesinados, hice lo que
los
hombres hacen cuando faltan las palabras”
Willy
Brandt
El mundo conmemoró este
9 de Noviembre la caída de aquella atrocidad llamada “Cortina de Hierro”.
También conocida como
el “Muro de la Vergüenza”, esta locura fue construida por la República
Democrática Alemana (comunista) en 1961 y sus burócratas desvergonzados lo
llamaban el "Muro de Protección Antifascista", ya que aseguraban que
el mismo protegía a su población de elementos fascistas que conspiraban para
impedir la voluntad popular del Estado socialista Alemán.
Con el párrafo anterior
ya empezamos mal. Es muy orwelliana la
costumbre de la izquierda de SIEMPRE bautizar sus creaciones con nombres que
son exactamente lo opuesto a lo que pretenden realizar. Algo así como el Ministerio de la Verdad (del
libro 1984) que imponía un relato mentiroso.
La República
Democrática Alemana era todo menos democrática.
Era un estado socialista totalitario en el que la libertad de sus
habitantes estaba abolida, tanto es así que tuvieron que construir un
vergonzoso muro y reforzarlo con alambres de púas, minas explosivas y soldados
que debían asesinar a todos aquellos compatriotas que pretendiesen huir y
abandonar el paraíso socialista.
A lo largo de la
historia de la humanidad, los muros que rodeaban a las ciudades eran edificados
para proteger a SU población de los ataques externos. Siguiendo este argumento, estos energúmenos
justificaban la existencia del muro como medio de proteger a sus habitantes de
elementos fascistas… ¡elementos que provenían de su hermana gemela en la que
reinaba la pecaminosa libertad! Lo
cierto es que Berlín Oriental era una gran cárcel y "la Cortina de Hierro”
se cobró un número indefinido de víctimas fatales, heridos y detenidos.
¿Se entiende el
fundamento?, ¿se entiende cual es el concepto de fondo de los principios de
vida de ambas Alemanias?
Existen dos y sólo dos
formas (hasta el presente) de responder a la pregunta fundamental que define
las reglas de la convivencia de una comunidad; esta pregunta es: “¿Qué es más
importante (o prioritario): la persona o la sociedad?”.
Procurar una respuesta
intermedia o ambivalente, no es más que la gran mentira del socialismo “light”,
del socialismo del siglo XXI, de la socialdemocracia y de los impresentables
populismos de estas latitudes, con la que pretenden engañar a personas bien
intencionadas.
No existe una respuesta
intermedia o que combine “lo mejor” de cada posición, puesto que las medidas
para sus implementaciones son opuestas, se contradicen, se invalidan entre sí y
todo se transforma en un sinsentido.
El liberalismo entiende
que lo más importante es el individuo, a tal efecto, el Estado debe asegurar el
respeto de la libertad y la igualdad de derechos de todos y cada uno de sus
ciudadanos.
Por su parte, el
socialismo (y sus primos hermanos el fascismo y el comunismo) considera que lo
más importante es la sociedad en su conjunto, es por ello que el Estado debe
procurar la seguridad y la igualdad de hecho del conjunto; estos objetivos son
disfrazados con los eufemismos (como siempre) bienestar y oportunidades.
Los marxistas
enceguecidos, ante el inevitable fracaso del socialismo, procuraron contener su
ruina con un muro; mientras que casi a la par, sus ideólogos e intelectuales,
entendieron que la batalla política estaba perdida y redefinieron su estrategia
hacia el terreno educativo y cultural, proceso que desembocó en el Mayo
Francés. A decir de Willy Brandt: “Las
barreras mentales por lo general perviven por más tiempo que las de hormigón”.
El muro material que
dividió Alemania en liberal y comunista, no es más que la grieta que divide a
la Argentina entre quienes defendemos la libertad y los derechos del individuo,
y los socialistas/populistas/políticamente correctos representantes del
igualitarismo y del buenismo bienpensante que sabiamente describió J. B.
Alberdi: "El amor a la patria de nuestros demagogos, es como el de esos
seductores que hacen madres a las niñas honestas: sincero como sensación, pero
desastroso para el objeto amado".
¿Hay salida? Si, pero no es fácil ni rápida.
Es preciso combatir las
ideas que generaron El Imperio de la Decadencia Argentina dentro de espacio en
el que están atrincherados y en el que adoctrinan a los jóvenes y niños. Asumamos un compromiso hacia adelante, porque
como señaló Willy Brandt: “el futuro no va a ser dominado por aquellos que
están atrapados en el pasado”.
Debemos recuperar el
terreno perdido en la educación, sea en las universidades, en los secundarios e
incluso en los primarios. Mientras no
entendamos que si “no nos metemos” en estas áreas, seguiremos pagando el costo
de sus ineptos idealismos. Si “no nos
metemos”, nuestro futuro estará definido por los mismos parásitos que hoy nos
han empobrecidos.
No podemos seguir
bajando la cabeza, es tiempo de ocupar espacios dentro de la educación y la
cultura; es tiempo de participar en las instituciones intermedias como los
clubes, las bibliotecas, los centros vecinales o las ONG; es tiempo de ser
ciudadanos a tiempo completo y no solamente en el cuarto oscuro. Es tiempo de La Rebelión de
los Mansos.
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