¡Cuidemos a Alberto…! ésa debe ser la consigna de esta hora
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




“Me cuesta creer que puede haber alguna posibilidad de que el próximo gobierno resulte racional en materia económica, con Alberto Fernández a full con el Grupo Puebla y apoyando a Evo Morales.”  
- Luís Secco
- Economista
 
¿Alberto Fernández sobreactúa su cristinismo y sus aires bolivarianos como lo hizo Carlos Menem hace 30 años con sus patillas y pelo largo, verdaderamente nos conduce al abismo bolivariano o se desprenderá y enterrará al kirchnerismo como Néstor lo hizo con Duhalde?
Nadie duda de su inteligencia como de su transformismo en el aire.
Con solo pensar que el 30 de noviembre y 1 de diciembre celebramos tan solo un año de haber sido cita del G-20, con resultados por todos valorados, a recibir a Dilma Rousseff y Fernando Lugo –entre otros-, reportearse con el prófugo de su país Rafael Correa y celebrar la liberación de José Ignacio “Lula” Da Silva como si fuera inocente de su condena a 12 años de prisión y con ocho causas pendientes, marcan preocupación sobre el accionar del presidente electo y, principalmente, hacia dónde pretende llevarnos como Nación.
¿Fernández expulsará a la Embajadora del Presidente venezolano Juan Guaidó y apoyará la dictadura de Maduro?
¿Fernández apoyará a los grupos anarquistas que tratan de derrocar en Chile al presidente electo por su pueblo, Sebastián Piñera?
¿Fernández aceptará negociar con el Fondo Monetario Internacional o desmadrará emitiendo como lo pretende el titular de la U.T.A, Roberto Fernández: emitir “papel pintado” hasta que sea necesario para luego devaluar drásticamente como lo hizo en 1975 Celestino Rodrigo?
¿Fernández disolverá la Justicia Federal al incorporar la ordinaria como pretendía su amigo y asesor Gustavo Béliz en 2004?
A no dudarlo que desde su visita el pasado 18 de noviembre al domicilio particular de Cristina de Kirchner no es el mismo Alberto que el 48% de los argentinos acompañaron el 27 de octubre en el ballotage.
Su “cristinización” puede resultarle un boomerang dentro de la “dinámica de lo impensado” (célebre frase del magistral analista futbolístico Dante Panzeri.
El autopostulado Embajador en España antes de su visita a CFK en julio de este año en la casa de Florencia donde fue notificado que sería el candidato a Presidente de La Nación ha sufrido diversas tribulaciones en su conducta visceral que siempre lo ha caracterizado.
Lamentablemente los que presumíamos que esa “cristinización post-electoral era la base del afianzamiento de la fórmula –día a día- se convierte en una peligrosa subordinación.
Alberto Fernández tiene en su haber una gran ventaja a otro eventual compañero de CFK: conoce como nadie el fárrago del funcionamiento de los poderes del Estado y debe recordar mal que le pese- que sólo deberá conducir el Ejecutivo Nacional, como si fuera poco.
A pocos días de su asunción no parece que la interrelación con su principal electora transite por la concordia necesaria para comenzar a gobernar en paz.
La peligrosa arenga judicial de 3 horas 33 minutos de ayer fue un metamensaje no sólo hacia la Justicia y periodismo independientes sino hacia el presidente electo.
No comienza con la tranquilidad necesaria para dictar políticas de Estado como supo hacerlo como Jefe de Gabinete de Ministros. El mismo Alberto que se le atrevió al matrimonio Kirchner en su casa de Santa Cruz aquel recordado 17 de julio de 2008 cuando, merced al “voto no positivo” de Julio Cobos supo convencer a Néstor a los gritos que CFK no debía renunciar. Ese convencimiento confrontativo y su carácter impetuoso le costaron la salida estrepitosa del gobierno kirchnerista.
Todos sabemos qué vino después. Enfrentamientos, denuncias contra el pacto con Irán, injurias cruzadas y distanciamientos añejos.
Alberto Fernández debe recordar –porque saber lo sabe- que los Kirchner siempre fueron vengativos de quienes consideraron “traidores”, Sergio Massa hiperincluido. Y que Cristina Kirchner tiene memoria.
Pero la responsabilidad que le cabe en esta difícil hora política argentina y su tangible ductilidad debe afianzarlo en ese 48% que votó un cambio sin olvidar que la sombra mayoritaria de ese caudal no le pertenece.
Negociador de raza supo levantarse de la lona antes que le contaran los diez segundos de knock-out.
Y fundamentalmente no debe cerrase en la cofradía cavernícola que tratará de imponerle el kirchnerismo.
Si Alberto Fernández asimila que es Presidente de la República de todos los argentinos, no mandatario de un despotismo en ciernes y sabe amalgamar acuerdos políticos con el 40% opositor, su difícil camino a transitar podrá lograrlo con una base de sustentación y legitimidad de origen que hoy carece.
De no hacerlo, tarde o temprano, será víctima de la leyenda de la rana y la escorpiona, segunda en la línea de sucesión presidencial.
De él y de sus fieles amigos depende que esto nunca suceda.
 

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