Invertir en Argentina : ¿en dólares o... en pesos uruguayos?
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





El 23% de las empresas recortaría sus inversiones en 2020 y solo un 25% las incrementaría, cuando en 2017 el 81% proyectaba un aumento, según EY. Los empresarios esperan aire fresco del nuevo Gobierno, pero de momento los números no dan. El 55% cree que sus ventas crecerán en 2020 -debido a la inflación, en términos de volumen no son tan optimistas- el 11% que se mantendrán constantes y el resto que caerán. Y asustan las amenazas, como que aplicarán la “ley de góndolas” si las ganancias “son excesivas”.
Para atraer inversiones, por el contrario, debe desregularse para que el inversor pueda actuar y sentirse cómodo: y en eso está Uruguay, llamado a las inversiones que la Argentina despide. Y debe bajarse lo que el Estado les quita para aumentar la rentabilidad, al no poder subir precios dada la competencia y el bajón en el consumo.
De tres modos el Estado absorbe recursos: los impuestos, las artificiales tasas de interés y la inflación. Los impuestos vienen aumentando, lo que debería compensarse en parte con la baja de las tasas -menor costo financiero- ya que el BCRA logró que la de la Leliq cayera al 55%. Pero no está claro que bajará la inflación.
Solo en diciembre el BCRA emitió $223.760 M, 12% de la base monetaria (BM). Las colocaciones de Leliq no aspiran circulante desde las elecciones, dado su desarme, pero sí los pases pasivos a un día. O sea, de momento la emisión sigue con inercia.
De todos modos, recordemos que la inflación no es el “exceso de circulante” -de hecho, la base monetaria en 2019 aumentó 35% contra el 55% del IPC, así el circulante cayó en términos reales- sino exceso de emisión en tiempo real. Precisamente, la inflación se da para equilibrar al mercado de modo que -en tiempo real- no quede circulante en exceso.
En definitiva, se sigue volcando dinero, fogoneando la inflación si la demanda por las menores tasas no aumenta. Parte de ese exceso se ha volcado a la Bolsa que, durante 2019, trepó 46,5% hasta las PASO -11 de agosto-, luego cayó abruptamente 97% hasta el 2 de septiembre y desde entonces sube 85% (en todo 2019 gana 38%). En buena parte para acceder al dólar mediante el “contado con liqui” y el dólar MEP.
De hecho, la Bolsa sube poco contra el IPC, los plazos fijos que rindieron algo menos que el IPC, el dólar oficial que escala 63%, y mucho menos contra el blue, que remonta 95%. Excepcionalmente los títulos públicos tuvieron una gran perfomance al quedar clara -“ley de emergencia” mediante- la voluntad de pago (y el MSCI mantuvo la categoría “emergente”). El Par en dólares con legislación argentina, avanzó 64% hasta fines de 2019.
Ahora, los bonos pagaderos en pesos suben dado que Hacienda está ‘rolleando’ los vencimientos mediante la colocación de las letras. Y muchos creen que esto afloja las presiones inflacionarias y el tipo de cambio porque no genera expansión de la BM, pero como la inflación es exceso -por sobre la demanda- de emisión en tiempo real, esto es inflacionario porque absorbe demanda.
Otra parte de la sobreoferta de pesos se va al blue -cuya demanda está empujada por el cepo- que sin dudas irá al IPC e, indirectamente, a la inflación -y otra vez al blue- ya que contrae la demanda de dinero e, irónicamente, en un círculo vicioso obligará al BCRA a emitir más dado el aumento del IPC.
Y la fuga de capitales tienta cada vez más a pesar de la tensión con Irán. En el mundo hay unos u$s80 B bajo gestión. Mientras las tasas de interés globales dejan de caer y hasta podrían subir, en 2019 el petróleo avanzó un 33% y luego 5% por lo de Irán, pero luego retrocedió. El oro subió 13,5% el año pasado, el trigo 11,4%, el maíz 5% y la soja 7,2%. Wall Street está cerca de sus máximos históricos: 35% sube el Nasdaq. También el Stoxx 600 -incluye a las principales cotizadas de 17 países europeos- y el MSCI ACWI -incluye a las mayores cotizadas globales- han subido significativamente.
Mostrando la frialdad del dinero, a pesar del caso Irán el mercado se ha mostrado bastante indiferente. Los inversores estadounidenses se enriquecieron en u$s6 B durante 2019, ¿deberían tomar ganancias? El mercado está posicionado para crecer en 2020, aseguran los analistas y, según Bloomberg, dicen que la probabilidad de una recesión, en los próximos 12 meses, es de solo 30%.
Obviamente subieron un 4% las acciones en el área de defensa. Además, el acelerón tecnológico es innegable. El avión necesitó 68 años para alcanzar 50 M de usuarios, el automóvil 62, la televisión 22. Pero los móviles sólo 12, internet 7, Facebook 3. Destaca el comercio online, con Amazon y Alibaba. Según BoFAML, “la esperanza de vida aumenta rápidamente” y la clave está en “la medicina de precisión”, así las compañías del sector de la salud y la biotecnología tienen gran potencial.
Por cierto, Warren Buffett invierte en energía eólica u$s30.000 M, pero “no lo haríamos sin el crédito estatal de producción”, confesó al FT. O sea, estos empresarios que son “la cara visible del capitalismo”, en rigor, son contrarios al mercado porque viven de privilegios a costa del impuesto que pagan los pobres. Fortunas exageradas como las de Buffet, Gates y Bezos -gracias a la estatista ley de copyright que crea monopolios- no son un producto natural del mercado.

Publicado en Ámbito Financiero.

 

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