El Coronavirus, otra refutación al relativismo cultural

Eitán Benoliel
El Relativismo
Cultural es la creencia de que todas las culturas humanas del mundo tienen
la misma validez y que no existe ninguna está más desarrollada que otra,
postura que se enfrenta al Occidentalismo, la convicción de que la
cultura occidental es más avanzada en todo sentido que las demás, al
haber generado normas sociales más sanas espiritual y físicamente. Este binomio
está íntimamente ligado al de Relativismo moral vs. Universalismo moral (creer
que el bien y el mal son construcciones subjetivas o creer que existen por sí
mismos por fuera del ser humano).
No es
necesario reiterar (como ya lo hemos hecho en muchas notas) que la historia
de la humanidad demuestra que ninguna sociedad en el mundo logró todo lo que la
civilización occidental alcanzó gracias a su sistema de valores
(judeo-cristiano): prosperidad económica, descubrimientos científicos, inventos
tecnológicos, defensa de derechos
civiles, desarrollo de las filosofías liberales, -y consecuentemente-
revoluciones contra las tiranías, protección a los más débiles, etc.1
Si
bien la izquierda política y las posturas relativistas insisten en separar
cultura y biología, lo curioso es continuar encontrando en la actualidad
pruebas empíricas de que la cultura occidental tiene su origen en la naturaleza
del humano y del funcionamiento del mundo. (¿Será una prueba del origen divino
de los valores judeo-cristianos?). Que la especie predominante en el ganado del
mundo occidental sea la vaca y no el murciélago o la rata o las cucarachas
(“manjares” en China) no es un mero capricho cultural. No se la eligió
aleatoriamente por ser más bonita que el resto de los animales, sino que hay
una serie de condiciones naturales que favorecieron esa decisión: es
relativamente mansa, produce leche de calidad, su carne es de calidad, contiene
un gran valor proteico, así como muchos elementos necesarios para el cuerpo humano
(entre ellos la vitamina B12)2, y no transmite enfermedades a
humanos. O por lo menos no lo hizo durante miles de años. Si bien en las
últimas décadas del siglo XX apareció la encefalopatía espongiforme bovina,
conocida también como la enfermedad de las vacas locas, ciertas
investigaciones científicas sugieren que apareció como consecuencia de una mala
alimentación del ganado, al que posiblemente se le dio restos humanos,
(curiosamente en India, un país no occidental), siendo por lo tanto
responsabilidad del humano su aparición3.
El
Antiguo Testamento no sólo estipula cuáles son los animales aptos (“puros”)
para consumo humano4, sino que además prohíbe el contacto con los
cadáveres de los llamados animales impuros5, en particular de los
reptiles6. Además el judaísmo establece el lavado ritual de manos
luego de tocar un animal, así como antes de comer. Algo que hoy todos hacemos
de forma natural por higiene, ya fue previsto por los sabios israelitas hace
dos mil años, cuando a nadie se le hubiera ocurrido. Las normas higiénicas
fueron luego universalizadas en todo el mundo occidental al entender cómo se
transmiten las enfermedades, mientras en otras regiones del planeta como India
se celebra el contagio de Viruela como una bendición de la diosa Shitalá.
Que la
sopa de murciélago sea considerada un manjar en China no necesariamente tiene
que ser respetado como un valor cultural de una sociedad diferente, igual de
válido que un bife de ternera. Ni hablar si se trata de un bicho comprado en un
mercado que además de vender todo tipo de repulsiones (murciélagos, ratas,
etc.) vivas y muertas, no tiene ningún control sanitario de parte de las
autoridades, en un país como China, que viola derechos humanos que en Occidente
están asegurados hace siglos.
En un país
donde aún existe la esclavitud en pleno siglo XXI7, además del
autoritarismo político y otras condiciones inhumanas, ciertamente no puede
existir una cultura “distinta pero igualmente válida a la nuestra”, sino que se
evidencia el atraso respecto de Occidente, probablemente como consecuencia de
la ausencia del sistema de valores del Cristianismo8.
La
historia de la humanidad continua exponiendo pruebas empíricas a favor del
Occidentalismo. No asombra entonces que la vacuna contra el COVID-19 esté
siendo desarrollada por científicos israelíes9, que pronto
disfrutará toda la humanidad.
REFERENCIAS:
1. Para
leer más sobre los logros únicos de Occidente gracias al cristianismo, lea mi
nota anterior “Cristianismo: la religión del progreso y la libertad” en este
mismo sitio.
2. Para
leer más sobre la importancia de comer carne: https://www.infobae.com/2016/03/12/1796648-harvard-derroto-al-veganismo-que-la-carne-es-esencial/
3. Alan
Colchester de la Universidad de Kent propuso en septiembre de 2005 en
la revista médica The Lancet que la enfermedad pudo haberse originado
a través en la India a través de una mala alimentación del ganado, contaminada
con restos humanos. Para leer más al respecto: https://web.archive.org/web/20090501214018/http://www.gaudiyadiscussions.com/topic_4034.html
Incluso aquellos científicos
que no creen que haya sido con restos humanos y en India, consideran que se
originó a partir de una mala alimentación del ganado.
4. Levítico 11:1-3.
5. Levítico 11:8.
6. A
los que la Biblia llama “repulsión para Dios” (Levítico 11:10-11). La biología humana no
indica algo muy distinto.
7. Para
leer más al respecto:
8. No
sorprende entonces que los pilotos japoneses estuvieran dispuestos a suicidarse
para matar al enemigo (los “kamikazes”) en la segunda guerra mundial, o que las
autoridades chinas provocaran la gran inundación de 1938 para frenar el avance
japonés incluso a costa de la muerte de millares de ciudadanos propios. Ni
hablar de los nazis y de los soviéticos, que carentes de toda norma moral
diezmaron Europa.
9. Para
leer más sobre la vacuna desarrollada recientemente en Israel:
Clarín:
https://www.clarin.com/mundo/israel-asegura-desarrollo-vacuna-nuevo-coronavirus_0_x9yzJE9g.html
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