Exagerado optimismo por el fin de la crisis
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.





Como anticipó el Dr. Stephen Smith, quien recomienda la hidroxicloroquina, ha comenzado el principio del fin de la pandemia del coronavirus COVID-19, y como lo avisamos muchos desde hace tiempo, se da naturalmente y con menos muertes que por causa de la influenza. El martes China anunció el primer día sin muertos y la situación allí se normaliza. En países como Italia o regiones como New York la pandemia se está nivelando, según su gobernador. Esto ha traído un exagerado optimismo, y las Bolsas han cerrado con incrementos de más del 10% en dos días. Exagerado optimismo porque la crisis económica se debe a la represión del mercado por parte de algunos gobiernos en términos de paralizar la producción. Y no está claro que esta política terminará una vez controlado el coronavirus; por el contrario, hasta podría aumentar.
Ahora, ¿cómo se llegaron a tomar estas medidas represivas cuando los especialistas serios, como Howard Markel, dicen que la cuarentena obligatoria es contraproducente? La clave la da el mejor especialista de Corea del Sur, país exitoso en el tema, Kim Woo-Joo: mi país “es una República democrática… un bloqueo no es una opción”. 
Ante el pánico de la opinión pública, gobiernos como el de Italia copiaron la receta del Partido Comunista chino, que ha controlado la pandemia como siempre ha controlado todo: con violencia, represión, cuarentena policial. Y esta “solución” totalitaria ha sido recomendada por la OMS, que es un organismo de la burocracia estatal —política— internacional, cuyo presidente es Tedros A. Ghebreyesus, militante del marxista y guerrillero Frente Democrático Revolucionario Etíope. Así, politizaron la solución, desviándola de la ciencia, violando el enunciado moral de no violencia y el derecho humano a la libertad, desoyendo la lógica cuyo primer principio, el de no contradicción, supone que de un mal (la violencia) no puede salir un bien.
Obviamente, los países con cuarentenas (v.gr. Italia y España) tienen muchos más muertos que Corea del Sur y Japón. Además, la cuarentena obligatoria tiene efectos que matarán entre 10 y 100 veces más personas que por la pandemia. Leyó bien: los efectos directos de la cuarentena forzada provocarán entre 10 y 100 veces más muertos que este virus; por causas incontables. El encerramiento debilita al organismo y a la psiquis. En Francia, los feminicidios aumentaron un tercio. Si hasta muchos venezolanos vuelven a su país por la situación de hostilidad y xenofobia.
Como sistema marxista, la cuarentena no solo ha establecido violencia y denuncias incluso entre familiares, sino que además decidió de hecho la muerte de las religiones y prohibió las celebraciones de Semana Santa en muchos países. Según el IFES, 39 países “postergaron” procesos electorales. La paralización de las economías podría dejar hasta 22 millones de personas más en pobreza extrema en Latinoamérica, según la Cepal. Muchos de ellos morirán por desnutrición o malas condiciones de vida, amén de engrosar el delito. Así como la crisis económica no se termina con el coronavirus, sino cuando los Estados dejen de reprimir, la humanidad no tendrá futuro sin un “Nüremberg”. No creo que encarcelar a nadie sea una solución, pero tiene que ocurrir una fuerte condena dejándole claro a los ciudadanos que el pánico no puede ser el motor de sus votos, que el periodismo terror no es ético y, sobre todo, que los dirigentes no pueden actuar con sus criterios políticos violando el Estado de derecho, la moral y los derechos humanos.

Publicado en La Razón.com

 

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