La OPEP y México
Manuel Suárez-Mier
Profesor de Economía de American University en Washington, DC.



La Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP y México han tenido siempre una relación distante. Cuando se fundó en 1960 por los más importantes exportadores de crudo, México no pintaba desde que dejó de ser la gran potencia que fue en 1920, y era ya un importador marginal.
La OPEP ganó enorme poder con el embargo en sus ventas de 1973, por la rotura del vínculo del dólar con el oro y su consecuente devaluación, que lanzó los precios del petróleo al alza 600%, causando una recesión mundial y una masiva redistribución de riqueza entre países consumidores y productores.
Fue entonces que Pemex halló yacimientos enormes en la sonda de Campeche, lo que perfiló a México como productor y exportador de peso, y en enero de 1975 el país anunció que no ingresaría a la OPEP por temor a represalias de EE.UU.
El cártel de productores vio erosionarse su poder de mercado gracias a los incentivos que generó un alto precio del crudo: los consumidores ahorraron, cambiando sus hábitos a coches más eficientes, menos uso eléctrico y remplazo de derivados del petróleo por substitutos más baratos.
El alto precio también atrajo a nuevos productores, además de México, como el Reino Unido y Noruega que invirtieron en campos que no eran viables a los precios anteriores, y también el retorno de yacimientos que se volvieron imposibles con precios bajos, muchos de ellos en EE.UU. 
La mezcla de más oferta no controlada por la OPEP, y que sus socios tenían también el acicate de hacer trampa y producir más, y de una demanda global menor, hicieron que los precios dejaran de crecer en 1981, justo cuando México llegaba a niveles récord, y se desplomaron el año siguiente.
Allí es donde surge la irracional política de López Portillo de rechazar bajar los precios de las ventas mexicanas cuando era lo que mandaba el mercado y México perdió ingresos, no sólo por los menores precios sino por el desplome en el volumen vendido pues los compradores cancelaron sus pedidos.
Esta es la situación que lleva a la quiebra de la economía mexicana en 1982, pues los mayores ingresos petroleros habían permitido endeudarse, pero en las nuevas condiciones no era ya posible renovar los créditos ni pagar los intereses, lo que llevó a la más grave parálisis económica en la historia.
Desde entonces y hasta hace poco los precios del petróleo fluctuaron por razones económicas subyacentes, como el acceso de China y otros países a la economía global, con un alucinante ritmo de crecimiento que mandó los precios del petróleo a los cielos sin la intromisión de la OPEP.
Los altos precios atrajeron nuevas tecnologías, como el fracking, que restauraron una elevada producción en EE.UU., que empezó a quitarle mercados a la OPEP, por lo que en 2019, en coordinación con Rusia y otros países, decidió producir más para tirar el precio, quebrar a los frackers y recuperar su participación.
Terminaré esta crónica la semana próxima, analizando la peculiar interacción del fin de semana del gobierno mexicano, la OPEP y Donald Trump.

Este artículo fue publicado originalment en Asuntos Capitales (México) el 17 de abril de 2020 y en Cato Institute.
 

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