Mitos en pandemia
Gabriela Calderón de Burgos
Es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como El Tiempo (Colombia), La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), El Deber (Bolivia), El Universal (Venezuela), La Nación (Argentina), El Diario de Hoy (El Salvador), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.



Hay una mitología en torno a la crisis sanitaria y económica. El Ministro de Finanzas Richard Martínez y otros repiten que Ecuador no tiene política monetaria, ni margen fiscal, ni ahorros, ni acceso a los mercados de capitales. Si bien es cierto que Banco Central del Ecuador (BCE) no puede imprimir dinero para monetizar los déficits del gobierno, esto no es una desventaja, sino más bien uno de los beneficios de la dolarización. Algunos expertos, añorando el pasado cuando conducían la política monetaria del BCE, creen que si tuviésemos moneda propia esta ahora sería manejada de manera óptima, ignorando que en momentos de crisis, los ecuatorianos, así como cualquier ciudadano alrededor del mundo, se refugian en el dólar, rechazando las monedas nacionales. También es cierto que no tenemos ahorros y que los mercados de capitales están prácticamente cerrados al Ecuador. 
El primer mito es que no tenemos margen fiscal, como si este consistiera exclusivamente en la capacidad para aumentar impuestos, olvidando la posibilidad de reducir el gasto y re-dirigir los recursos existentes hacia las prioridades de la emergencia. La rebaja, para la cual hay un amplio margen, incluso permitiría aliviar a las empresas y trabajadores con una reducción de la carga tributaria, lo cual estimularía el crecimiento.
¿Qué es lo peor que puede pasar si el gobierno nacional no encuentra suficientes recursos para financiar su abultado presupuesto? Que le tocará tomar decisiones difíciles de reducción del gasto, re-dirección de partidas hacia las nuevas prioridades sobre las cuales hay un amplio consenso nacional: saludseguridad y ayuda a los más vulnerables frente al cierre de la economía.
Pero esto está relacionado a otro mito: la dolarización depende de la liquidez del sector público. Dicen ciertos expertos que la dolarización se sostiene con el nivel de reservas en el BCE. El papel de las reservas en una economía dolarizada no es el mismo que en una economía con moneda propia: en la segunda, estas sirven para defender determinado tipo de cambio entre la moneda local y la divisa internacional; mientras que en la primera estas sirven para atender la demanda de efectivo dentro del sistema financiero. Incluso en el caso extremo de una corrida bancaria, los ecuatorianos no van a dejar de preferir el dólar como medio de cambio, depósito de valor y unidad de medida.
Otro mito es que si el gobierno no nos obliga a contribuir a la crisis actual, con un impuesto eufemísticamente llamado contribución solidaria, la mayoría de los ecuatorianos no ayudaríamos ni lo haríamos de manera eficiente. Pero parece que el gobierno ignora las grandes manifestaciones de solidaridad voluntaria que han sido mucho más rápidas y eficientes que las estatales. Y esta es la verdadera solidaridad, porque se hace con dinero propio, no con el de otros.
Finalmente, el mito mas poderoso es aquel que plantea una disyuntiva entre la economía y la salud. Pero todos queremos una vida sana y eso requiere de ciertas comodidades materiales básicas (buena economía). No podemos gozar de un alto nivel de salud sin una economía en crecimiento y viceversa. Por eso es necesario, empezar YA a planificar un retorno seguro al trabajo con medidas creativas e innovadoras de mitigación de posibles nuevos contagios.

Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 17 de abril de 2020 y en Cato Institute.
 

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