Alberdi previó un gobierno del aire en materia económica y social
Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Fue la frase lapidaria con la que Alberdi calificó oportunamente a la gestión presidencial de Domingo Faustino Sarmiento por: 
 
                  haber sido un gobierno del aire, es decir un gobierno parásito, como las flores de ese nombre que abundan en su isla de Carapachay. (…) No pudiendo pisar tierra firme, es decir poseer una ciudad por capital, su gobierno ha tenido que buscar el poder material en la propiedad mobiliaria (...) Se ha hecho constructor de obras, banquero, empresario de trabajos lucrativos, negociador de empréstitos, para ejercer al menos el poder del dinero, ya que no ejerce el de su gobierno sin fundamento territorial. (Palabras de un Ausente) 
 
El claro mensaje crítico lanzado en 1878 buscaba poner en evidencia pública una discusión clave en la historia política argentina sobre la ubicación de la ciudad capital pero también como el gobierno de Sarmiento erraba abiertamente su camino y sus objetivos propios de gestión.


Esa visión encuentra hoy resonancia y un alerta cuando emergen expresiones como la de la Diputada Nacional Fernanda Vallejos al expresar: Si el Estado decide subsidiar a grandes grupos, sería razonable como lo han hecho antes y lo están haciendo ahora las economías más desarrolladas, que lo haga no como un regalo a esas empresas, sino a cambio de una participación en el capital de las compañías.
 
La visión feudalizada de la economía de Vallejos da por entendido que el Estado, y no los contribuyentes subsidian a empresas y, paradójicamente, la tasa de crédito sí la imponen desde el poder central resultando nada gratuitas por cierto, además de su clara intención de intervenir estatalmente sobre la actividad privada para asumir posiciones de dirección y asegurarse así información privilegiadadireccionamiento y más poder económico del que ya posee legisladora del oficialismo.
 
Por ello, viene bien recordar a Alberdi nuevamente quien explicaba en 1854 que había una diferencia sustancial entre el sistema feudal y el moderno: 
 
                  El feudal:Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país ha sido la riqueza del Fisco. Debemos al antiguo régimen colonial el legado de este error fundamental de su economía española. Somos países de complexión fiscal, pueblos organizados para producir rentas reales. Simples tributarios o colonos, por espacio de tres siglos, somos hasta hoy la obra de ese antecedente, que tiene más poder que nuestras constituciones escritas. Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia.
 
                  El Moderno:La Constitución argentina ha sido fiel a su sistema de buscar la riqueza por el camino de la libertad; de servir al interés del fisco por medio del bienestar general; de obtener el aumento de la riqueza del gobierno por el aumento de la riqueza de los gobernados que contribuyen a formarla; de agrandar las rentas del Estado por el aumento de las rentas de los particulares; y de someter su inversión a las mismas reglas de prudencia y de buen juicio de que depende el aumento de las rentasprivadas.
 
                  El mérito del sistema de la Constitución, que ha dado esta prelación o preferencia a la riqueza de la Nación sobre la riqueza del fisco. (…) El Estado está comprendido en esta ley natural de la riqueza: debe subsistir de la renta colectiva de los particulares que le forman, no de sus fondos. He ahí el asiento de toda contribución juiciosa: de toda contribución que sirva para enriquecer la Nación y no paraempobrecerla.
 
Por ello, Alberdi exclama no sin alertar entonces que, siguiendo los parámetros constitucionales que protegen la libertad civil y la industria siempre antes que la del fisco: 
 
                  Salir de ahí, echar mano de los fondos productivos, exigir capitales, tierras, servicios por vía de contribución, es entrar en una crisis de destrucción, que sólo un extremo puede legitimar, a saber: la necesidad de no sucumbir: antes de tener fortuna, es preciso tener existencia. La fortuna se hace; lo que no se hace dos veces es la patria. (Sistema Económico Y Rentístico de la Confederación)
 
Por ello, sólo entendiendo el espíritu de protección que Alberdi profesaba sobre los individuos, su capacidad laboral y de disfrute de la producción y los limitantes a la intervención del Gobierno, enmarcados en la Constitución Nacional siempre y cuando no sean desvirtuados con falacias, nos resta por ver si hay condiciones históricas para el eco o repudio de este tipo de mensajes lanzados por economistas como Vallejos.
 
Alberdi, previó que algo de ello pudiera tener una base de reconocimiento y le resultaba preocupante ya en 1874, al termino de un Discurso sobre la Libertad que da la mismísima verdad, personificada en Luz de Día, personajes de un cuento satírico escrito para denunciar la situación de la opinión pública en buenos aires por esos años:
 
                  el discurso fue seguido de un profundo silencio; este silencio, de un profundo bostezo; este bostezo, de un profundo ronquido y de otro y otro, hasta formar un coro, que acabó por despertar al mismo auditorio, sumergido en masa, por la elocuencia de Luz del Día, en el más ultrajante y profundo sueño.
 
                  Un coro de silbidos, una lluvia de insultos, un diluvio de pedradas hubiesen dado al amor propio del orador una satisfacción más grande que su dolor de verse despreciado con tanta benignidad e ingenuidad por ese terrible letargo universal de su auditorio.
 
                  Ninguno de los asistentes podía comentar ni refutar lo dicho en el discurso, porque ninguno lo había escuchado. Si el primer triunfo del orador elocuente consiste en llamar la atención de su auditorio, según Aristóteles, su más humillante derrota es verse desatendido hasta no hablar sino para adormecerlo. Un pueblo que insulta y aborrece a la verdad, no está distante de estimarla: el ultraje supone la estimación secreta del mérito envidiado. 
 
                  Esta noche vio Luz del Día, confirmados los anuncios que había recibido de que Sud América no sería jamás el país de su reinado. (Peregrinación de Luz de Día)
 
Esta situación la dejó absorta y triste a Peregrinación de Luz de Día, el estado de la cultura y la importancia que se le daba a la verdad y la libertad individual en Sudamérica era un terreno poco fértil. Por ello, Alberdi sentencia una vez más que: 
 
                  la vida del hombre libre es más seria que agradable, silenciosa y austera que bulliciosa y que la abstención en los asuntos públicos lejos de probar buen juicio y sensatez era prueba de imbecilidad, vicio y degradación en estos tiempos de democracia. El que renunciaba a ejercer su libertad entonces renunciaba a su propiedad privada, a su honor, su hogar, familia, en tanto la libertad de intervención en la gestión pública no tenía más objeto que asegurar y garantizar sus derechos y beneficios individuales. (Peregrinación de Luz de Día)
 
Siendo esto así, en 1880 presagiaba Alberdi entonces que la realidad sería administrada por la posición política pro omnipotencia del gobierno y esto supondría un desvío respecto del ideario constitucional, en términos legales y culturales, en tanto que:
 
                  Las sociedades que esperan su felicidad de la mano de sus gobiernos esperan una cosa que es contraria a la naturaleza. Por la naturaleza de las cosas, cada hombre tiene el encargo providencial de su propio bienestar y progreso, porque nadie puede amar el engrandecimiento de otro como el suyo propio; no hay medio más poderoso y eficaz de hacer la grandeza del cuerpo social que dejar a cada uno de sus miembros individuales el cuidado y poder pleno de labrar su personal engrandecimiento.
 
                  La omnipotencia de la patria, convertida fatalmente en omnipotencia del gobierno en que ella se personaliza, es no solamente la negación de la libertad, sino también la negación del progreso social, porque ella suprime la iniciativa privada en la obra de ese progreso. El Estado absorbe toda la actividad de los individuos, cuando tiene absorbidos todos sus medios y trabajos de mejoramiento.(La Omnipotencia del Estado)
 
Finalmente, estas tres líneas argumentativas de alertas que Alberdi enuncia se ven nuevamente hoy vigentes: 
1- Un gobierno del aire con criterios feudales de administración de la economía, en contexto de pandemia, restricciones a la libertad, sin un presupuesto nacional 2020 y emisión monetaria sin límite, 
2- A la que sumamos, postulados en donde prima la riqueza del fisco por sobre la propiedad privada y, 
3- Y en donde la verdad no tiene lugar sino que se difunden con éxito falacias y discursos populistas o partidarios en pos de la omnipotencia del gobierno, 

Nos dejan irremediablemente en situación de alertar que no debemos dejar de citar públicamente al pensador más importante de la Constitución Argentina y pasar entonces a reflexionar activamente sobre el contexto político, económico y social en el que nos encontramos.
 
Ergo, un gobierno omnímodo del aire es un globo sin rumbo que no nos debe deslumbrar por la altura que toma sino que, de modo contrario, todo lo que toque, enuncie, disponga, debe ser revisado críticamente con criterios propios del régimen constitucional liberal, republicano y democrático para que no sólo en la actualidad, sino en la post pandemia, la excepcionalidadno se haya vuelto norma y la norma no haya sido inoculada de arbitrariedad y feudalismo en donde primen las intervenciones, licencias, protocolos, aplicaciones y habilitaciones horarias que se dictan cada 15 días, todo reglamentado.
 
 
 

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