Cuando el peso se vuelve papel pintado
Gretel Ledo
Analista Política Internacional. Magister en Relaciones Internacionales Europa – América Latina (Università di Bologna). Abogada, Politóloga y Socióloga (UBA). 
Twitter: @GretelLedo



La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Así define a la fe el libro de Hebreos. Del latín fides. Un escribano es fedatario público. Presta aseveración de que algo es cierto.
Desde 1971 el dólar americano tiene cero valor intrínseco al abandonar su respaldo en oro por el decreto del presidente Richard Nixon. Pese a ello, es la moneda líder de intercambio global en base a la creencia que ha depositado la gente en el dólar.
La derrota en Vietnam sumado a la política monetaria llevada a cabo por el mandatario francés Charles De Gaulle impulsó el fin del sistema acordado en la conferencia de Bretton Woods en 1944 cercano al fin de la Segunda Guerra Mundial donde se habían fijado dos monedas como eje para todas las transacciones internacionales con respaldo en oro: el dólar americano y la libra esterlina del Reino Unido. Nixon enarbola una nueva moneda aún más fuerte. Ya no se trataría del basamento en metálico, sino en la confianza. La flotación libre la convertiría en un activo fiduciario global. Fiducia en italiano, “sentimento di sicurezza” sinónimo de confianza.
Se celebra un contrato de fiducia, de buena fe toda vez que se realiza un intercambio. El fiduciante se obliga a transmitir la propiedad de una cosa al fiduciario. La transmisión de un bien o servicio a través del medio de pago de una moneda con el basamento ineludible en su validez. Ni por un instante se cuestiona su respaldo.
Así como el dólar abrazó su validez desde la inmaterialidad de la confianza, las constituciones no son meras expresiones de deseos sino que enumeran normas y derechos en tanto documentos políticos que expresan un proyecto de organización específico para un país.
El proyecto político del General Perón imprimió una transformación magnánima para la Argentina. Con el foco en la profundización del desarrollo industrial asociado a una política distributiva logró armonizar trabajo, capital y distintos sectores políticos. La inclusión de los trabajadores desde el movimiento obrero catapultó la resignificación de la pertenencia a categorías como pueblo y nación. Este nuevo sujeto social inaugura cambios de paradigma económico, político y cultural. Relaciones sociales como mapeo del poder político. La materialización del ideal de la sociedad justa que presenta el Peronismo se institucionaliza a partir de la Constitución de 1949. Este proyecto político alternativo al liberal y conservador que gobernaba la Argentina, convalidó desde un punto de vista del derecho positivo, las bases del desarrollo nacional orientado a la industrialización, la distribución equitativa de la riqueza coronado por la realización individual en el marco del vivir en comunidad política.
Perón partió de la base de la confianza en los desposeídos dotándolos de derechos sociales. Dignificar a las fuerzas vivas como centro del motor productivo de un país. Desde un punto de vista holístico, la visión estratégica de desarrollo productivo nacional nace a partir de la confianza, de la certeza hacia donde se pretende encauzar el rumbo de una Nación. De nada sirve contar con estrategias y abordar programas si no se logra materializar la independencia económica. Se estrangula la soberanía monetaria cuando existe resignación, entrega de libertades. Por ello está ligado a la soberanía política.
¿De qué soberanía hablamos cuando se descree del peso argentino? La eterna referencia hacia el dólar americano colisiona con aspiraciones de grandeza de cualquier país. No contar con moneda sólida incluso boicotea el crecimiento y desarrollo nacional.
Ya resultan históricos en Argentina los desequilibrios en el balance de pagos, el exceso de expansión monetaria, el déficit fiscal, el endeudamiento externo con un pie en la cabeza para el despegue, la caída del salario real, la miseria productiva, social, la pobreza y el hambre.
Lo más gravoso sea quizás no el escenario, sino las condiciones que como Nación permitimos que sucedan. Ya no depende del exterior sino de nosotros. De nosotros depende generar una cultura sólida por lo nuestro. En este contexto, la moneda nacional no puede quedar ajena.

Publicado en La Gaceta.

 

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