Les dio prosperidad y le contestaron con balas de tinta
Roberto Cachanosky
Economista. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Me dicen mis colaboradores que hay malestar en la isla por problemas menores. Además me informa que están remolones para pagar los pocos impuestos que les cobramos, a pesar de todos los servicios de excelencia que les damos
¿Cómo anda, Parlanchina? Preguntó José Conferencia de Prensa, que había asumido como Jefe de Ministros de la Isla de la Fantasía en lugar de Abalito.
Yo estoy perfecta, cuidando mis malvones, no hay mucho más para hacer en esta isla donde todo anda perfecto.
Si, por supuesto, contestó José Conferencia de Prensa, algo nervioso. Todo anda bien, pero Ud. sabe, la gente es insaciable y no se conforma con la prosperidad y el bienestar que tan generosamente Ud. le ha brindado como nunca en esta isla gracias a su modelo de inclusión.
¿Y qué quiere ahora este populacho isleño que está molesto?
Bueno, no sé si habrá visto los diarios de los últimos tres meses, dijo José Conferencia de Prensa, pero hay algún malestar en la población de la Isla.
No leo los diarios porque mienten descaradamente, respondió Parlanchina. Yo les hablo con la verdad y ellos me contestan con balas de tinta. He decidido hacer mi vida en paz y que mi gran equipo de colaboradores, que trabaja coordinada y armónicamente, se encargue de resolver los problemas menores que puede haber en la isla. Yo dejé todo encaminado.
Justo entraba Patilludo, que había ascendido a ministro y el Chino, una especie de monje negro que operaba en la política de la isla sin aparecer demasiado expuesto, cuya tarea principal era ver como violar la constitución de la isla escribiendo insólitos argumentos jurídicos para explicar lo inexplicable, que obviamente Parlanchina refrendaba con el mayor de los placeres.
El escenario era muy diferente al de la época de Willy Dark, Merche, Abalito y Me Quiero Ir, al que le habían dado el gusto rajándolo olímpicamente a una isla vecina a contar los granitos de arena en las playas vecinas. Ahora había muchos menos colaboradores que podían llegar a Parlanchina. No quería que la molestaran. Su vida la dedicaba a cuidar sus malvones y a jugar con su perrito Simón Templar.
Bueno, tienen 10 minutos para contarme los temas que traen y se rajan porque tengo que escuchar a George Harrison cantando My Sweet Lord. Además, todos los días hablo con Franchu por Skype.
El problema es que tenemos un problema de caja. La plata que recaudamos no alcanza para financiar todos los gastos de la administración de la isla y traemos algunas propuestas. Por otro lado hay algunos problemitas, muy menores y marginales, con la energía, falta luz en algunos pocos lugares y los isleños están de malhumor porque subió el precio de los tomates, dijo todo de corrido José Conferencia de Prensa, para que Parlanchina no se enojara. Tenía miedo a que entrara en cólera.
Bueno, si son problemas menores, la gente debería estar festejando en la calle todo el bienestar que les di. Populacho ingrato que les di televisión gratis y fútbol gratis para todos y todas así están entretenidos mientras pesamos los bolsos con euros.
Pero llamen al náufrago para ver qué quiere ahora esta manga de ingratos.
Entró el náufrago, saludó y se sentó a escuchar las preguntas de rigor.
Parlanchina lo miró mientras Simón Templar le arruinaba las extensiones y le dijo: acá me dicen mis colaboradores que hay malestar en la isla por problemas menores. Además me informa que están remolones para pagar los pocos impuestos que les cobramos, a pesar de todos los servicios de excelencia que les damos. Si la plata no alcanza, no cierran las cuentas. ¿Qué tiene para decir?
Si me disculpa, su excelencia Parlanchina, interrumpió El Carioca, por lo de los impuestos no se haga problema, ya acordamos con Patilludo y el José Conferencia de Prensa cobrar el impuestos a las chozas y tierras de acuerdo al precio de mercado. ¡Esto del valor fiscal es joda! Tienen que pagar el verdadero precio de mercado.
¡Eso!, dijo Patilludo. Que paguen el verdadero precio de mercado.
Exactamente, insistió José Conferencia de Prensa. Que paguen el precio de mercado por sus chozas y tierras.
Parlanchina saltó del sillón, le dio una patada a Simón Templar y gritó: !Uds. están todos locos! ¿Están conspirando contra mí? ¿Me quieren fundir? ¿No saben que con mi finado esposo hicimos fortunas, entre otras cosas, comprando a precio de ganga tierras, casas y construyendo hoteles? Si tengo que pagar el precio de mercado me fundo.
Los tres se pusieron pálidos y enseguida José Conferencia de Prensa dijo: desmiento que hayamos acordado cobrar el valor de mercado de las propiedades. Patilludo saltó enseguida y dijo, recién me entero del proyecto del Carioca. El Carioca se quedó mirando con cara de no entiendo nada.
En ese momento habló el náufrago y dijo: es curioso lo de Uds. Viven despotricando contra el mercado y que los precios los manejan los grupos monopólicos y concentrados. Inventaron eso de buchonear para cuidar el bolsillo,  ponen precios máximos ¿y ahora hablan de precio de mercado? O sea,  cuando se trata de cobrar impuestos el mercado es palabra de Dios. Cuando se trata de transacciones entre privados, Patilludo es el iluminado. ¿Se dan cuenta que son unos inconsistentes?
Ya le dijimos que ese proyecto es idea del Carioca. Nosotros no tenemos nada que ver.
El Carioca trató de defenderse y dijo: bueno, era una forma de incrementar la recaudación tributaria.
Pero Uds. deliran, dijo el náufrago. No se enteraron que en esta isla, desde que prohibieron comprar oro, ya no hay transacciones en propiedades. ¿Qué precio de mercado iban a tomar si no hay mercado gracias a las barbaridades que hacen? Además, ¿qué iban a hacer? ¿Mandar a tasar cada una de las chozas de toda la isla? No saben que una choza no tiene el mismo precio aunque tenga la misma superficie cuadrada. Ni siquiera valen los mismo estando en el mismo lugar de la isla. No es lo mismo la planta baja de una choza que la choza del último piso con vista al mar.
No insista con ese tema, le dijo Parlanchina al náufrago. Eso queda bochado porque no voy a permitir que me fundan. Pasemos al otro tema. Me dicen que se quemó una lamparita en el barrio al oeste de la isla y la gente dice que hay una crisis energética. ¿Por qué mienten diciendo que hay una crisis energética?
Me Bajaron la Palanca tomó la palabra y dijo: en realidad su graciosa majestad, el problema es un poco más serio. Los que distribuyen energía en la isla hace rato que no cambian los cables, ni transformadores, ni fusibles, ni nada y con el calor de los últimos días hubo algunos cortes de luz. La culpa es de ellos que no hicieron las inversiones que tenían que hacer. Eso le tenemos que decir a la gente de la isla que se queja por la falta de luz.
Con cara de indiferencia, el náufrago le dijo a Me Bajaron la Palanca: ¿puedo hacerle una pregunta? Sí, respondió sin muchas ganas el ministro. ¿Uds. no tienen directores que son de La Compota dentro de esas empresas? Sí, respondió Me Bajaron la Palanca.
¿Y por qué no le informaron nada a Ud. sobre la falta de inversiones para evitar los cortes de energía?
No me venga con argumentos gorilas, destituyentes y conspirativos, reaccionó Me Bajaron la Palanca.
Vea, lo que Ud. está diciendo es para zafar y lavarse las manos del lío que hicieron con el sistema energético. No venga con descalificaciones políticas para responder a un problema técnico. Si Uds. decidieron financiar la fiesta de consumo con, entre otras cosas, consumiendo el stock de capital, ahora es tarde, porque van a tener que conseguir la plata para reponer los cables, transformadores, fusibles, etc. que no quisieron que se cambiaran en todos estos años y se gastaron la plata que tenía que ir a ese mantenimiento en televisores, electrodomésticos, celulares y bienes de consumo durable. Y le digo más, ahora la gente en la isla tiene los televisores, los celulares, el aire acondicionado pero no tiene la energía para hacerlos funcionar. Eso es obra de Uds.
Bueno, basta de discusiones que no quiero estresarme, dijo Parlanchina. Ese tema ya lo encaró Me Bajaron la Palanca y dio la orden para que haya más cuadrillas arreglando los desperfectos en la isla.
¿Y qué van a hacer las cuadrillas cuando lleguen al lugar si no tienen transformadores, cables, etc.? ¿Van a repartir velas por los barrios de la isla?, preguntó el náufrago.
El primer paso es sancionar al que distribuye la energía y que manden más cuadrillas, respondió Me Bajaron la Palanca.
A la gente no le solucionan el problema con las sanciones y las cuadrillas. A la gente le solucionan el problema dándoles energía y para eso hace falta plata. Inversiones. Uds. no tienen la plata. El que distribuye la energía tiene el balance en rojo. ¿De dónde va a salir la plata para recuperar el sistema que Uds. destruyeron?
Hasta que arregle el problema, vamos a decirle a la gente que haga un uso racional de la energía. Insistió Me Bajaron la Palanca.
Y eso es lo que hizo la gente, contestó el náufrago. Se comportó racionalmente. Como Uds. regalaban la energía la gente consumía mucho. No hay nada más racional que aumente la demanda de un bien que tiene el precio artificialmente bajo.
Ya salió el neoliberal con la oferta y la demanda y los precios del mercado, dijo con el dedito levantado el Patilludo.
Sí, la misma oferta y demanda y mercado que Uds. querían usar para determinar el impuesto a las chozas y terrenos, replicó el náufrago.
Vea, increpó patilludo al náufrago, tengo temas de estado más importantes que resolver que ponerme a discutir con Ud. sobre la ley de la oferta y la demanda.
¿Cuál? preguntó el náfrago.
El precio del tomate, respondió Patilludo. Ha subido tanto que hay especulación. Hay lugares donde el precio está más barato y se vende muy caro en otros lugares. Vamos a analizar la cadena de comercialización.
El náufrago miró a patilludo y le preguntó: ¿Ud. alguna vez escuchó hablar de arbitraje? Le cuento, en el mercado siempre va a haber gente que esté dispuesta a comprar un producto en el lugar que está barato y venderlo en el lugar que está caro. Al aumentar la demanda en el lugar que está barato sube el precio, y al venderlo dónde está más caro, la mayor oferta hace bajar el precio, con lo cual el precio tiende a igualarse en ambos lugares. Le sugiero que deje la cadena de comercialización de lado porque va a terminar enredado en la cadena y no van a resolver ningún problema.
Miré, dijo Patilludo, todo esto se arregla con más consumo. Si hay más consumo las empresas invierten, entonces hay más trabajo y todos progresan. Hay que incentivar el consumo.
Le cuento, dijo el náufrago, la ley de Say dice que la oferta crea su propia demanda. Yo me dedico a construir balsas y con lo que me pagan compro bienes. ¿Quién me compra? El que hace zapatos en la isla. Con el fruto de su producción de zapatos compra mis balsas. Y los zapatos se los compra el que pinta las casas con el dinero que cobra por pintar las casas. Todos podemos consumir si previamente producimos algún bien o servicio que otros necesitan y nos compran. Eso quiere decir que la oferta genera su propia demanda. Con lo que producimos y nos compran, demandamos.
De lo anterior se desprende que para poder consumir primero hay que producir. Y para producir primero hay que invertir, tiempo, recursos, trabajo. Como en esta isla no hay respeto por los derechos de propiedad y encima nos matan con impuestos, la gente invierte pocos recursos, tiempo y trabajo porque Uds. no respetan el trabajo ajeno y, encima, cuánto más eficiente es la persona más impuestos les cobran. Por eso la producción (oferta) es baja y el consumo (demanda) está cayendo. Mientras Uds. no entiendan que para consumir primero hay que producir y que para producir tiene que haber seguridad jurídica y estabilidad monetaria, estamos fritos. La pobreza va a seguir creciendo en la isla y el Carioca va a recaudar cada vez menos impuestos porque aplicará tasas de impuestos sobre una producción cada vez menor. El resultado es que habrá menos ingresos fiscales en la isla, el déficit será mayor, emitirán más palmeras y la inflación subirá. Ese es su destino inexorable.
Bueno, váyase náufrago neoliberal. Por hoy es suficiente. No lo aguanto más, le dijo Parlanchina.
Se fue el náufrago y Parlanchina se dirigió a José Conferencia de Prensa, Patilludo, el Carioca, Me Bajaron la Palanca y el chino que permaneció callado todo el tiempo: señores, yo tengo que descansar. Uds. vean cómo llegamos hasta el 2015 sin que vuele todo por los aires. Esa es la orden.
Ud. descanse que yo voy a ver si logro un acuerdo para que nos presten plata de las islas vecinas, dijo Patilludo. Y, para despistar a la gente Ud. anuncia que el mundo está tan maravillado de nuestro modelo que nos quieren prestar dinero de cualquier manera y que nosotros, en esta isla, para ayudar a todas las islas vecinas les vamos a hacer el favor de tomarles prestado algunos dólares. Eso sí, le voy a pedir a los chicos de La Compota que cuando haga el anuncio, canten: somo lo pibe de la liberación.
Bueno, gracias Patilludo, le respondió Parlanchina. Pero antes de llamar a los de La Compota, fíjate si nos tiran unos mangos porque estamos haciendo agua por todos lados.
Parlanchina dio media vuelta y dijo: chau, ya tienen las instrucciones. Vamos Simón Templar a jugar al jardín.
 

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