La nueva normalidad educativa
Raúl Martínez Fazzalari
Abogado. Director Académico de la carrera de Ciencia Política y Gobierno, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).



En su último libro, En defensa de la Ilustración, Steven Pinker sostiene que se tarda un tiempo considerable en averiguar cómo aplicar las nuevas tecnologías en industrias y servicios para generar una mejora. La mayoría de las veces es necesaria la reestructuración de fábricas y esquemas para su adecuado uso. Uno de los ejemplos categóricos fue la electrificación que desde fines de los años 1890 tardó 40 años más para convertirse en una constante de la vida diaria. Lo mismo ocurrió con las computadoras hogareñas, que surgieron en la década del 60 pero cuyo crecimiento se hizo vertiginoso y masivo en 1990. Esto nos demuestra que no es la tecnología en sí misma lo que importa. Las redes, dispositivos e incluso los contenidos son factores esenciales pero no son los únicos a la hora de determinar la aceptación de ellas.

En materia de educación el conocimiento se encuentra disponible de una forma nunca vista en la historia de humanidad. Datos, análisis de los mismos, libros completos, revistas científicas, enciclopedia, blogs de acceso gratuitos, sin contar conferencias en línea, cursos online y clases de todos los niveles e idiomas disponibles (con traducción y subtitulado en la lengua elegida). A todo esto se le suman los accesos pagos: es la panacea de una verdadera Biblioteca de Alejandría que reúne y distribuye el conocimiento a todo el mundo pero esta vez al mundo conocido, todo el planeta.

Me pregunto: ¿es suficiente hoy en día solo esto? Los contenidos de las clases dictadas en cualquier parte del mundo es posible encontrarlos con un poco de tiempo y experiencia en la búsqueda. La recolección de información ya no es dificultad para una joven generación, incluso la posibilidad de comunicarse con los autores de artículos o expositores es una realidad en los actuales estudiantes de todos los niveles. Entonces el desafío para los profesores es brindar un valor agregado al conocimiento, dar pautas de análisis y métodos de pensamiento y razonamiento que sirvan para guiar y ofrecer un plus a los datos que los alumnos en el mismo momento en que se trasmiten ya los tienen, en la palma se sus manos. Ese es el mejor desafío de la tecnología: lo dicho puede ser corroborado ante toda la información disponible.

En estos días de encierro hemos asistido a la modificación más radical en la forma de enseñar y participar académicamente, en estudiar y asistir a clases. Esto no fue planificado ni regulado por normas o designios de especialistas: la realidad nos ha hecho enfrentar el desafío de dar clases. Una conocida comparación decía que si uno asistía a una escuela hace un siglo, el ambiente, la forma y la distribución de las aulas, la disposición de los alumnos y los elementos de estudios se mantenían iguales a la actualidad. Eso era cierto hasta que llegó la pandemia.
Ya finalizando el primer cuatrimestre del año y a punto de comenzar con las fechas de los exámenes en varias universidades, el proceso de adaptación y ordenamiento de todo el sistema educativo ha sufrido la revolución más estructural y profunda que se tenga memoria. Millones de alumnos en todas las instancias se han visto en la obligación de pasar al ámbito virtual. Profesores han debido adaptarse a esa modalidad, utilizando muchas herramientas que las tecnologías de comunicación e información han permitido. Nuevamente los tres factores convergentes: redes, dispositivos y contenidos han hecho su camino en el complejo proceso de brindar conocimiento.

El experto en inteligencia artificial Stuart Russell decía que en ingeniería civil nadie habla de construir puentes que no se caigan, se dice simplemente “construir puentes”. Lo que quede luego del levantamiento de la cuarentena en materia de educación a distancia, no serán plataformas ni programas, redes o datos de internet. Nadie preguntará a un alumno que termine abogacía, psicología, marketing o negocios sobre qué plataforma estudió o cuál era su velocidad de conexión, sino qué ideas va a aportar, cómo resolverá los problemas o creará en un mundo que la nueva normalidad será diferente a lo “normal” hasta ahora.


Publicado en INFOBAE.

 

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