Razones para mantener la ansiedad bajo control en medio de la pandemia
Chelsea Follett
Editora de HumanProgress.org, un proyecto del Instituto Cato que busca educar el público acerca del progreso humano a nivel mundial.



Los datos de encuestas publicados recientemente por los Centros para el Control de Enfermedades revelan que 1 de cada 4 adultos en EE.UU. ha considerado el suicidio durante el último mes debido a la pandemia. Además de un cuarto de aquellos entre las edades de 18 a 24 años, más de 10 por ciento de todos los encuestados admitieron contemplar el suicidio durante el último mes debido a la pandemia. Adicionalmente, más de un 30 por ciento de aquellos encuestados respondió que tenían síntomas de ansiedad o depresión durante el último mes. 
En un artículo de abril publicado en el Journal of the American Medical Association anticipó esos terribles resultados. Ese artículo advirtió que una “tormenta perfecta” de stress económico, aislamiento social, acceso disminuido a servicios religiosos, y otros factores relacionados a la pandemia que probablemente conducirían a un auge del suicidio. 
En medio de la pandemia, es ciertamente fácil llevarse la impresión de que las cosas solo están empeorando. Pero la verdad es que la vida todavía vale la pena y hay muchas razones para animarse incluso en estos tiempos. Si usted se está sintiendo deprimido por la pandemia, por favor considere estos cinco puntos (pero, primero, si está teniendo pensamientos suicidas, por favor acuda a un terapeuta). 
1. La humanidad nunca ha estado mejor preparada para una pandemia, científicamente o tecnológicamenteSin importar cuan disruptiva la pandemia sea, las cosas hubiesen sido mucho peor si hubiese azotado décadas atrás. Imagínese tratar de mantenerse al día con los últimos desarrollos en la salud sin Internet, o cuánto más difícil sería estar en cuarentena sin utilizar su teléfono inteligente para pedir alimentos que luego son entregados en la puerta de su casa. Durante este tiempo de distanciamiento social, permita que la tecnología lo ayude. He escrito anteriormente que el distanciamiento social “no necesariamente implica aislamiento social”. Hoy, la interacción social virtual es más accesible que nunca antes, desde los servicios religioso en línea hasta las “happy hours” virtuales y otras reuniones. Busque y aproveche dichas oportunidades. 
2. La humanidad se ha enfrentado a cosas mucho peores. Mantenga una perspectiva adecuada recordando que las enfermedades terribles siempre han plagado a la humanidad. La Plaga Bubónica tenía una tasa de mortalidad de hasta 70 por ciento; hoy, los tratamientos antibióticos reducen ese riesgo a 10 por ciento. La viruela tenía una tasa de mortalidad de 30 por ciento. Gracias a una vacuna, la viruela fue erradicada en 1980. Mientras que la tasa de mortalidad del COVID-19 todavía es una cuestión discutible, parece ser mucho menos mortal que esas enfermedades. A principios de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que la tasa de mortalidad del COVID-19 era de 3,4 por ciento. Otros cálculos dicen que la tasa de fatalidad es mucho más baja que eso. A diferencia de la mayoría de las enfermedades mortales, el COVID-19 muchas veces perdona a los más jóvenes. Según la Academia Americana de Pediatría, desde mediados de agosto, la tasa de mortalidad del COVID-19 entre los niños estadounidenses es de entre 0 y 0,6 por ciento
3. El nuevo coronavirus es menos contagioso que algunas enfermedades. El riesgo de transmisión del COVID-19 a través de superficies inanimadas u objetos es probablemente pequeño. El principal modo de contagio es mediante la transmisión a través del aire desde una persona hacia otra. Comparado con el sarampión, una enfermedad tan contagiosa que cada persona infectada infecta a entre 12 y 18 nuevas personas en una población no vacunada, cada portador del COVID-19 probablemente infecta a entre 2 y 4 personas nuevas en promedio. El uso de mascarillas podría reducir el riesgo de contagiarse de la enfermedad en un 65 por ciento. Todos tienen distintos niveles de tolerancia de riesgo, pero para la mayoría de las personas sin condiciones pre-existentes, seguir algunas precauciones sencillas —como usar una mascarilla—hace posible participar en al menos algo de interacción presencial de manera segura.
4. En tiempos oscuros, “busque a quienes ayudan”. La caridad está, en muchos casos, dando la cara para ayudar a aquellos que experimentan momentos difíciles durante estos tiempos. Los grupos en línea se han formado a través de las redes sociales para ayudar a coordinar voluntarios que entreguen alimentos a los mayores de edad o a los individuos que tienen su sistema inmunológico comprometido y para ofrecer tutorías en línea gratuitas para ayudar a los estudiantes a aprender de manera remota. Una manera de ayudar es donando la potencia no utilizada de su computadora hacia la investigación del virus a través del proyecto “Folding at Home”. Muchos filántropos también se han hecho presentes para proveer financiamiento generoso para los esfuerzos para combatir el nuevo coronavirus. El economista Tyler Cowen de la Universidad George Mason ha creado un premio de $1 millón para recompensar a varios desarrollos importantes para combatir el COVID-19. 
5. Recuerde que mientras que usted está viviendo a través de un tiempo de gran turbulencia, este también podría servir como un punto de inflexión histórico que derive en algunos cambios positivos. No hay muchos rescatable de un evento mortal, pero la pandemia ha empujado la humanidad hacia la innovación y ha acelerado la velocidad del progreso en muchas áreas. Por ejemplo, la pandemia ha ayudado a acelerar la eliminación de regulaciones onerosas que obstaculizaban la adopción de la telemedicina. El auge sin precedente del teletrabajo, para nombrar otro ejemplo, podría, en muchos casos, constituir un cambio permanente que podría ayudar a hacer que el trabajo sea más satisfactorio y productivo. 
El mundo ciertamente es un lugar más oscuro de lo que era antes de la pandemia. Pero no es un lugar sin esperanza, y todavía hay razones para tener esperanza y un optimismo racional. 
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 2 de septiembre de 2020.
 

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