El cuento del Papa socialista
Carlos Rodríguez Braun
Catedrático, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.




Siempre me gusta recordar la maravillosa viñeta que Borja Montoro, el gran artista español, y firme defensor de la Iglesia, dibujó en La Razón en la primavera de 2013. Se veía al nuevo Papa de espaldas, agradeciendo los aplausos de la multitud en la Plaza de San Pedro. Y Francisco piensa para sí: “Qué chasco se van a llevar muchos cuando comprendan que soy católico”.
Su elección ya estaba suscitando entusiasmo en la izquierda, que nunca pudo tragar a san Juan Pablo II, y desde entonces se sucedieron los que saludaron (o lamentaron) la llegada del Papa Francisco, dando pie a la leyenda de que es un pontífice peronista, populista, socialista o incluso comunista.
En este rincón de Actuall ya hemos analizado lo equívoco de tales diagnósticos (pueden verse artículos aquí y aquí). Hoy revisaremos un discurso reciente del Papa, del mes de agosto, que vuelve a demostrar lo que subrayó Montoro que suele suceder, y es que los papas suelen ser católicos. Francisco también, incluso cuando habla del tema que es más cercano a su corazón: los pobres.
Ah, dirán algunos, ahí está, el Papa es socialista. Pues bien, esto es lo que ha dicho él mismo hace unas pocas semanas: “La opción preferencial por los pobres no es una opción política; ni tampoco una opción ideológica, una opción de partidos. La opción preferencial por los pobres está en el centro del Evangelio”.
Ah, dirán algunos, aunque el Evangelio no sea socialista, los socialistas son ejemplo de catolicismo, porque ellos optan por los pobres.
Pero eso es creer que basta con proclamar “Señor, Señor” para entrar en el reino de los cielos (Mt 7, 21). Los socialistas alegan, en efecto, que ellos atienden a los pobres, cuando lo que hacen es subirles los impuestos, y propiciar intervenciones y regulaciones que aumentan el paro. No es casualidad que entre las santas féminas figure la Madre Teresa de Calcuta, y que a nadie se le haya ocurrido jamás canonizar a la Agencia Tributaria.
Si hay algo que han probado los socialistas es que no cuidan de los pobres, sino que los multiplican. La opción que todos los pobres anhelan para sí mismos, es decir, dejar de ser pobres, es la opción promovida por la libertad de las personas, y el resguardo de sus derechos, familias, valores y creencias. No es la opción de la coacción política y legislativa.
Así, cuando el Papa nos advierte ante “la falta de protección de los más débiles”, contra “estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro”, y nos anima a “hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo”, no cabe argumentar que es un antiliberal que defiende el acoso a los trabajadores contribuyentes para hacer crecer el Estado de bienestar, que es el modelo de los socialistas de todos los partidos.
Y cuando ataca “las injusticias sociales y la degradación del ambiente” está retratando, sin nombrarlo, el comunismo, el sistema social más injusto y que más cruelmente arrasó con la naturaleza y el medio ambiente. Lo que Francisco condena, que es disociar la economía de los empleos dignos, y dar prioridad a los ricos y poderosos, eso es el socialismo, que se concreta en injustos privilegios para una minoría, y opresión, humillación y sometimiento de la mayoría.
Para colmo, ahora que están todos los Gobiernos rodeados de los habituales grupos de presión, repartiendo a granel el dinero de sus súbditos, oigamos la voz del Papa: “Qué escándalo sería si toda la asistencia económica que estamos viendo —la mayor parte con dinero público— se concentrase en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos”. No podrán, en suma, escudarse en el Papa los Gobiernos que con el dinero del pueblo rescatan empresas solo por su tamaño y capacidad de maniobra política, mientras que acosan a millones de empresarios pequeños que podrían sobrevivir con impuestos más bajos. A ver quién se atreve a sostener que ese injusto modelo de rescate que emprenden los políticos, eso que no es progresista y no equivale a luchar contra las desigualdades, resulta que es cristiano.
Ni en este artículo, ni en ningún otro, he reclamado el monopolio de la sede de San Pedro para los liberales. Por supuesto que no. El Papa no es liberal, ni antiliberal, porque la Iglesia no es para liberales ni para antiliberales, no es para capitalistas ni para socialistas, sino para todos. Todos. Universal. Eso es lo que significa, por volver al principio, ser católico.

Este artículo fue publicado originalmente en Actuall (España) el 5 de octubre de 2020.
 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]