En la mañana del día lunes 2 de Noviembre
Julio Cirino
Director de GeoEconomicsGPS.



Tengo la suerte – y la desgracia – de haber visto y cubierto no pocas elecciones en Estados Unidos (algunas en un trabajo conjunto con mi querido amigo Carlos Mira) y me atrevo a decir que nunca vi un proceso tan complicado como este noviembre de 2020 y no me refiero solamente al “factor pandemia” omnipresente.
Si alguien aguarda que le diga el nombre del triunfador, esto no va a suceder; es más me temo que es muy posible transcurran días después del Martes 3 de Noviembre  para que sepamos quién es el ganador y tal vez más días aún para que este, sea quien fuere sea aceptado por ambos partidos, cosa que, tal vez, nunca suceda, en un episodio que sería único en la historia de ese país que se precia de ser un modelo de sistema democrático, cosa que hoy, no pocos ponen en duda.
La palabra polarización esta en boca de analistas y comentaristas desde meses atrás y con creciente frecuencia en las últimas semanas. Sin embargo, esto no es nuevo, siempre existió una obvia polarización en los procesos electorales; lo que posiblemente se muestre como nuevo es un grado significativo de “encono” –¿rabia?—y violencia, a veces latente a veces explícita que no veíamos en año anteriores.
Recordemos que los últimos meses estuvieron marcados por episodios muy violentos, algunos por motivos raciales junto con la aparición de nombres de grupos y organizaciones que, como ANTIFA, por mencionar un ejemplo, dejan al americano medio sin entender demasiado de qué se trata pero para otros sectores de la sociedad fue motivo para expresarse – en favor o en contra – en las calles de muy diversas ciudades.
2020 está resultando también el “año de las redes” como no se había visto, donde además “jugadores” externos al proceso electoral americano (China-Rusia por mencionar dos ejemplos notorios) repiten su jugada de procurar influenciar en un sentido o en otro, usando las omnipresentes redes sociales que juegan un papel impensado, solo un par de año atrás. A pesar de ello Trump continúa privilegiando los eventos presenciales, minimizando cuando no burlándose del virus que él mismo habría padecido y del que se recuperó con asombrosa velocidad, virus que se expande por todo el territorio y se agrava con el comienzo de los fríos otoñales del hemisferio norte. Biden por su parte insiste en minimizar estos eventos señalando su preocupación por la salud de sus connacionales y prefiriendo la electrónica como medio de comunicación con su electorado.
El otro tema común de preocupación, como ya señalamos, es la violencia, no pocos amigos en USA señalan su temor respecto que el acto electoral y sobre todo las horas posteriores estuvieran marcados por una violencia callejera no vista anteriormente en términos de extensión geográfica e intensidad. Por cierto la prensa viene mostrando abundantes fotos de grupos con armas automáticas en mano (recordemos que la ley lo permite en casi todos los estados) y que parecen dispuestos a apoyar a sus candidatos por la vía de los hechos (para ser honestos señalemos que entre estos abundan más quienes se dicen seguidores del candidato republicano).
Curiosamente a diferencia de lo que sucede en nuestro hemisferio la campaña continua el día de hoy (lunes 2 de noviembre) hasta la media noche, Trump después de cinco actos previstos para las próximas horas volverá al estado de Michigan donde cerró la campaña que le llevó al triunfo en 2016 pensando repetir el evento. Sin embargo, parecería que en la mañana de hoy, Pennsylvania se convierte en la “joya de la corona” para ambos candidatos. Ambos estarán “en campaña hasta la media noche “ (y tal vez una horas más)
Recordemos que las encuestas que varían cada hora continúan señalando el triunfo de Biden lo que parece no preocupar demasiado a Trump cuyos seguidores insisten en el “voto oculto” capaz de dar vuelta los resultados… veremos.
Visto el proceso en perspectiva importa algo menos quien es el ganador que cuales serán las consecuencias. Para los demócratas será el momento de evaluar si fue buena idea la inclusión de Kamala Harris en la formula, no por su sexo como podría pensarse, sino por su background como una dura fiscal general y porque tal vez esta elección sería su trampolín para las próximas presidenciales. Por otro lado no pocos demócratas quedaron insatisfechos con la elección de Biden (considerado “muy veterano” por decirlo delicadamente).
Los republicanos no lo tienen mucho mejor, recordemos que muchos de ellos pasaron a integrar un sector que podemos llamar “Republicanos por Biden” (con el Gral Collin Powell entre ellos) reeditando en el signo opuesto, aquel histórico “democrats for Reagan” (1981-1989).
Esto deja planteados dos escenarios, en el primero, hay un difícil triunfo de Trump que deja al Partido Republicano lleno de interrogantes futuros con feroces luchas internas y con la hercúlea tarea de gobernar un país profundamente dividido. Una derrota de Trump al decir de un querido amigo republicano se llevaría al partido “al fondo del mar por 10 años”. Personalmente no estoy tan convencido que esto sea así, particularmente porque generaciones de jóvenes lideres esperan ansiosos por tomar la posta.


Publicado en The Post.


 

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