La noticia más temida: la verdad
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.






                   Por tomar un caso entre millones, veamos como Manuel V. Gómez miente descaradamente en una columna publicada en El País de España al afirmar que “La pandemia rompió con la recuperación laboral… El año 2020 acabó con menos empleo y más paro por primera vez en los últimos seis años. Hubo… 724.532 desempleados más… Y la caída podría haber sido mucho mayor: los ERTE… que el Gobierno puso en marcha… así como otras ayudas han evitado un impacto mucho mayor”.
                   Pues el virus puede infectar personas, eventualmente enfermarlas y matarlas, pero no tiene absolutamente nada que ver con la caída laboral en España. Algunos dirán que es una simplificación periodística. Definitivamente no, no es una simplificación es una flagrante mentira con graves consecuencias. La conclusión, de cualquiera que lee ese párrafo, es que la caída de la economía no es consecuencia de la violencia estatal que impone confinamientos y otras represiones, sino que, por el contrario, los gobiernos –“el ERTE y otras ayudas”- han ayudado a mejorar las cosas. Corolario: cuanta más violencia estatal, cuanta más represión mejor.
                 Una de las primeras víctimas de este cada vez mayor control estatal sobre la vida de las personas es, lógicamente, el sistema de salud. Mientras que la vacunación, llamativamente, viene en el mundo mucho más lento de lo que predijeron los “expertos”, buena parte de la prensa global aplaude a Israel donde más de 1 millón de personas o el 12% de la población ya había sido vacunada apenas comenzar el 2021, el país que más ha vacunado.
                 Por cierto, Times of Israel informó que más de doscientos ciudadanos israelíes han sido diagnosticados con la enfermedad días después de recibir las inyecciones de Pfizer/BioNTech, para lo que siempre hay una explicación oficial. Pero dejemos este tema para otro momento.
                También el Times of Israel, “explica” que el éxito se debe al sistema de salud comunitario y altamente digitalizado del país: todos los ciudadanos, por ley, deben registrarse en uno de las cuatro HMO, las prestadoras privadas de salud, con un gobierno centralizado por el Estado. En definitiva, la acción “siempre beneficiosa” de la centralización estatal. Por cierto, el gobierno de Israel reveló que planea un “pasaporte verde” para identificar a las personas que ya fueron vacunadas… espero que no le pongan una estrella de David a los que no lo están.
               De manera que muchos países, alentados por este “éxito” están en camino de, o ya lo han hecho, tomar el control total, directo o indirecto, del sistema de salud, control que luego seguirá sobre otros sectores. Como es el caso de Argentina que rápidamente se “venezualiza” al ritmo de la “pandemia”.
               En fin, los ideólogos del totalitarismo están intentando no solo crear pánico para nublar el razonamiento de las personas, sino acusar a todo aquel que se opone al aumento de la represión -la violencia- estatal de “negacionista” desviando el fondo de la discusión que, no es si el virus existe o no, sino que se trata de si la solución pasa por aumentar la violencia, la represión estatal, y el arbitrio de burócratas y políticos altamente ineficaces cuando no corruptos o, por el contrario, debe dejarse la responsabilidad de cuidarse a las personas que arriesgan, nada menos, que su propia vida y la de sus seres queridos. 
                   La discusión pasa por decir la verdad o mentir: una sociedad, sin pánico, basada en la verdad y el devenir de la naturaleza o la mentira de “mundo feliz” impuesto por la fuerza de los burócratas estatales. Por ello, la noticia más temida hoy es la verdad, porque impediría el establecimiento de este sistema autoritario que están implementando, con la excusa de la “pandemia” que definió la burocracia para estatal de la OMS dirigida por un reconocido marxista, ex miembro de un gobierno guerrillero.


 

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