Las pruebas caseras de COVID sin prescripción no tenían que haber tardado tanto
Jeffrey Singer

Doctor en Medicina, egresado de New York Medical College. Fellow de American College of Surgeons. Practica cirugía general en el área metropolitana de Phoenix y es Académico Adjunto del Cato Institute.





Esta semana la Casa Blanca anunció que estaba comprando 8,4 millones de pruebas Ellume, que son pruebas de diagnóstico que pueden realizarse las personas en su casa. El gobierno espera entregar estas pruebas a consumidores alrededor del país desde fines de este mes. La prueba casera es barata y rápida y permitirá a las personas que no tienen síntomas de COVID-19 pero que de todas maneras están infectados y son contagiosos, realizarse una prueba para saber si han contraído la enfermedad. Ha sido un gran reto detener la propagación del virus por parte de personas que no están conscientes de que son portadores asintomáticos, quienes constituyen el 30 por ciento o más de las personas infectadas con el virus. Esta prueba por lo tanto debería ayudar de manera importante a controlar la pandemia. La prueba casera Ellume recibió la Autorización de Uso de Emergencia por parte de la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA) a mediados de diciembre de 2020.
Las pruebas caseras que se pueden realizar los consumidores de hecho han estado disponibles desde al menos noviembre de 2020, cuando la FDA concedió Autorización de Uso de Emergencia a la prueba casera Lucira. Pero de manera incomprensible la FDA requiere que las personas obtengan una prescripción de un profesional de salud para poder comprar la prueba para realizarse la misma en su casa. A los proveedores se les ordena proveer una prescripción solamente a los pacientes que tienen síntomas. Estos requisitos, por supuesto, cancelan cualquier ventaja que pueda proveer una prueba casera para controlar la pandemia. 
Como discutimos la semana pasada en un foro de política pública del Instituto Cato, la FDA en el pasado ha restringido las pruebas caseras del público, las cuales les podrían aportar directamente información acerca de su estado de salud —desde las pruebas caseras de embarazo hasta las pruebas caseras de VIH y las pruebas caseras para realizar diagnósticos genéticos mediante la saliva. La FDA está preocupada –de manera paternalista– de que los adultos autónomos puedan aplicar de manera inadecuada la información que obtengan acerca de sí mismos —una interpretación demasiado amplia de la responsabilidad de asegurar la “seguridad” y “eficacia” de las pruebas recientemente desarrolladas. 
Es bueno que finalmente lograremos ver las pruebas caseras a disposición del público en general. Es una vergüenza que el público haya tenido que esperar un tiempo adicional innecesario.


Este artículo fue publicado en Cato At Liberty (EE.UU.) el 4 de febrero de 2021 y en Cato Instutute.
 

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