Los Grammy, Daft Punk y el espiritu cristiano

Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
¡Get Lucky! Me encanta, el tema que
se llevó el Grammy a la Mejor Grabación del Año 2013 con el cual el dúo de
música electrónica francés, Daft Punk, completó cinco premios incluido el de
Mejor Disco por Random Access Memories. ¡Buenísimo! Toda la ceremonia -aunque
algunas cosas no me convencieron- fue divertida y, como suele suceder en estos
encuentros de artistas, hubo una carga social importante, una “onda” que los
“hippies” de los 70 popularizaron pero que no era nuevo sino que, cuenta la
leyenda, lo vivían las primeras comunidades cristianas.
Este “espíritu cristiano”, durante los primeros años después de Cristo, suponía
la sencillez del trabajo cotidiano, sin líderes mesiánicos, la familia y la cooperación
voluntaria entre todos por el bien común. Ahora, dice la escolástica medieval,
hay dos especies de justicia: la conmutativa, referida al intercambio pacífico
y voluntario entre las personas como se da en el mercado cuando no interviene
la coacción estatal, y la distributiva -que hace a la justicia social- y merece
aclarase.
Recordemos que “justo es lo que le corresponde al sujeto según su
naturaleza”. Por caso, un hombre tiene derecho a comer para poder ser tal,
sobrevivir. Y, para que exista esta justicia, la distribución de los bienes queda
confiada al mercado natural –las relaciones “económicas” del orden natural, creado
por Dios según el tomismo aristotélico- es decir a las personas cooperando
voluntariamente. Ahora, para santo Tomás de Aquino "La violencia se opone
a lo voluntario y a lo natural, por cuanto lo voluntario y lo natural vienen de
principio intrínseco, y lo violento de principio extrínseco" (S.Th., I-II,
q. 6, a. 5).
Así, Etienne Gilson –el mejor comentarista del Doctor de la Iglesia- asegura
que para el Aquinate "Lo natural y lo violento se excluyen recíprocamente"
('El tomismo', 2da. Parte, Capítulo VIII). Aristóteles aclara que "…se
puede obligar a un caballo a que se separe de la línea por donde corre… Y así,
siempre que fuera de los seres existe una causa que los obliga a ejecutar lo
que contraría su naturaleza o su voluntad, se dice que estos seres hacen por
fuerza lo que hacen... Esta será para nosotros la definición de la violencia y
de la coacción: hay violencia siempre que la causa que obliga a los seres a
hacer lo que hacen es exterior a ellos" ('La Gran Moral', I, XIII).
De modo que cuando el Estado, haciendo uso de su monopolio de la
violencia, “regula” o impone “leyes” al mercado natural destruye este orden de
cooperación voluntaria, creando desorden y pobreza como cuando cobra
coactivamente impuestos que empobrecen a los más pobres porque los empresarios
los pagan subiendo precios o bajando salarios. Así, tienen razón los críticos
del capitalismo “regulado” al decir que “no son los pobres los que han
aprovechado la riqueza sino los poderosos” porque la violencia siempre favorece
a los más fuertes. Así, con esos impuestos coactivamente retirados del mercado,
por caso, la Reserva Federal de EE.UU. ha transferido a los bancos astronómicos
recursos de los pobres.
En definitiva, la “regulación” del Estado, en tanto monopolio de la
violencia, en tanto que violencia, es contraria al espíritu cristiano y
gravemente inmoral ya que la moral es el conjunto de normas que el hombre, la
sociedad, deben respetar para adecuarse al orden natural, querido por Dios
diría la escolástica medieval.
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