La convertibilidad no fue control de precios
Iván Carrino
Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires y Máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Editor de El Diario del Lunes, el Informe de Coyuntura Económica y Política de Inversor Global. www.ivancarrino.com.
Ha fallecido el expresidente Carlos Saúl Menem. Elegido en 1989, gobernó Argentina hasta su derrota 1999 y luego intentó volver a la presidencia, pero se bajó del ballotage en el año 2003, dando lugar a la asunción de Néstor Carlos Kirchner.
En materia económica, Menem –y su Ministro de Economía, Domingo Cavallo– será recordado por haber pulverizado la inflación. Durante su gestión hubo 8 años consecutivos de inflaciones anuales inferiores al 5%, algo inédito en la historia del país desde la década del ’40. Interesante es que esto se consiguió incluso cuando, con un decreto de desregulación, el gobierno eliminó una gran cantidad de entes e institutos destinados a controlar los precios y salarios de la economía.
¿Cómo lo hizo? La respuesta es la Ley de Convertibilidad del Austral de 1991, que fijó el tipo de cambio en 10.000 a 1 y luego sustituyó el austral por el peso argentino a una tasa de 10.000 a 1, con lo que Argentina adquirió una moneda nacional donde $1 era equivalente a USD 1.
Desde una perspectiva liberal, suele argumentarse que esta medida –que como decíamos, eliminó la inflación– se trató de algo contrario al liberalismo, puesto que consistió en fijar un precio de la economía. Y, dado que los liberales consideramos que los precios deben ser libres, esta medida no fue liberal. El problema es que esta afirmación no es del todo correcta.
Es que lo que impuso por ley la ley de convertibilidad no fue un “precio máximo” –a lo que los liberales nos oponemos–, sino un límite al poder gubernamental para emitir dinero –algo que los liberales deseamos.
En concreto, impuso una regla monetaria por la cual el único motivo por el cual el Banco Central podía emitir nuevos pesos era si ingresaban en las reservas del BCRA nuevos dólares. Esta relación tenía que ser, obviamente, de 1 a 1.
De esta forma, la convertibilidad fue un esquema similar al Patrón Oro, solo que en este caso deberíamos hablar de un Patrón Dólar. Y como explica George Selgin para el oro:
“Igualmente errónea es la afirmación de que el Patrón Oro es como un control de precios. Aunque el reclamo tiene cierto mérito en el caso de ciertas formas degeneradas de Patrón Oro (…) el verdadero Patrón Oro es uno en el que la convertibilidad del papel moneda en oro se basa en un contrato vinculante que difiere tanto del control de precios como la obligación de un guardarropas de entregar las prendas de vestir una vez que el propietario entrega el ticket que le dieron al entrar en el establecimiento. En un patrón oro genuino, en otras palabras, no tiene sentido hablar del intercambio de obligaciones en papel por oro como 'compras' o 'ventas' a 'precios' fijos”
Para poner un ejemplo más sencillo aún. Si en Argentina hay 1 millón de unidades monetarias y 1 millón de manzanas, una regla monetaria podría ser la de establecer un tipo de cambio fijo entre el peso y la manzana de 1 a 1 y luego imponer la regla de que solo se incrementará la cantidad de pesos cuando aumente la producción de manzanas.
Esto no implica un “precio máximo” para la manzana. Si la manzana se vuelve relativamente escasa respecto de otros bienes, entonces habrá que entregar más bananas, sandías y naranjas por unidad de manzana. En ese contexto, también habrá que entregar más sandías y bananas por cada peso, que estará ganando poder de compra. Pero como se observa, el precio de la manzana podrá subir o bajar libremente, a diferencia de lo que ocurre cuando el gobierno impone un precio máximo para la manzana.
Esto mismo ocurrió con el peso y el dólar en la década del ’90. No se impuso un precio máximo para el dólar. Su relación de intercambio con todos los bienes de la economía podía modificarse libremente. Lo que sí hizo fue establecer un límite a la emisión discrecional de dinero del Banco Central y fue eso lo que eliminó por completo la inflación por un largo período de tiempo.
Para cerrar, otro indicador que muestra que no había control de precios es que no había escasez ni brecha cambiaria. Siempre que se fija un precio de forma arbitraria por ley, o bien aparece la escasez del producto, o bien aparece el mismo producto con otro precio en el mercado negro. Durante la convertibilidad no existió la brecha cambiaria, como sí existió entre 2011 y 2015 y volvió a aparecer a partir de septiembre de 2019, cuando volvieron las restricciones cambiarias, que sí son políticas de precios máximos.
He escrito más sobre la convertibilidad. Pueden encontrar todos mis artículos en este link.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Iván Carrino (Argentina) el 2 de marzo de 2021.
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