Gerentes de inocencias
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Más allá de todos los inconvenientes y desmanejos del gobierno kirchnerista, si uno detiene la atención y desagrega todos los aspectos de vida cotidiana que podrían interesarle al ciudadano, se da cuenta que el país está completamente a la deriva. No hay una sola cuestión concreta cuya iniciativa pueda atribuírsele al gobierno.
Es más, terreno en el que uno fije la atención, terreno en el que hay problemas muy severos de incapacidad, inacción, abulia, desatención, en fin, una suma de chambonadas que ponen a la Argentina completamente en manos de la casualidad.
En materia de salud, el gobierno ató al país a la provisión de las vacunas producidas por dos países muy oscuros -Rusia y China- que aún no consiguen respaldos serios de la comunidad científica internacional. Es decir, además del escasísimo número de dosis que han llegado y que se esperan para los próximos meses, existe una duda importante sobre la eficacia y calidad de los fármacos.

La vacuna China directamente no es aplicable a mayores de 60 años lo que la pone en un escalón muy lejano al ideal para la población de riesgo.
Australia, por ejemplo, que tiene con esos países un flujo de turistas importante (en tiempos de pre pandemia) ha debido sacrificar esas divisas porque no confía en las vacunas que esos países están utilizando.
La Argentina se haya entre los países peores rankeados en materia de vacunación y la velocidad de aplicación es extremadamente lenta, menos de 120000 personas por día. No hay un verdadero plan de vacunación. El manejo de las dosis se ha politizado, discriminando su entrega según el color político de la jurisdicción que las recibe y se han robado vacunas para reservarlas a una nomenklatura gobernante, dejando de lado el orden sanitario y epidemiológico que imponía el sentido común.
¡Qué decir en materia económica! El approach  totalitario que el gobierno imprimió a la que creyó era la solución del problema destruyó el aparato productivo. En agosto de 2019 la inflación era del 0.7% y en baja, el déficit primario era prácticamente 0, el riesgo país era de 700 pb, el dólar libre (el único que había) era de $45 pesos estable, la balanza comercial era positiva. Con ese escenario Fernández arrasó en las PASO y el país se entregó nuevamente al totalitarismo corrupto.
Hoy la inflación es del 4% mensual, el dólar está en $145, hay como 15 variedades distintas de su valor, la exportación está castigada y el déficit del presupuesto es de 5 puntos del producto. La comandante de El Calafate puja por volver a congelar las tarifas de los servicios con lo que la desinversión en esos sectores se profundizará con las consecuencias de envilecimiento y corrosión para la infraestructura básica. Se ha multiplicado exponencialmente la emisión de dinero falso y el peso se ha convertido prácticamente en una cuasi moneda.
Se han perdido miles de puestos de trabajo, decenas de empresas han decidido irse del país, pero no por la pandemia, sino porque en la Argentina del kirchnerismo no se puede trabajar, cientos de miles de pymes y pequeños comercios han cerrado definitivamente algunos con décadas de historia de sus rubros.
No hay una sola obra mostrable por la que la gente viva mejor hoy que en noviembre de 2019: un camino, una ruta, una cloaca, un… algo. Nada; solo palabras y relatos.
En educación, los chicos perdieron el año 2020 prácticamente casi por completo. Decenas de especialistas advirtieron que se podía organizar un esquema seguro de clases presenciales, pero el gobierno testarudamente insistió en mantener a todo el mundo encerrado con la complicidad de la vagancia paupérrima de gran parte de los gremios docentes. Finalmente las clases presenciales regresaron este año con un escenario de pandemia no muy diferente del que había el año pasado.
En materia de medio ambiente, gran parte de los bosques del sur se están quemando y el gobierno no tiene ni un balde para apagarlos. En 2012 en otra presentación típica de un piripipí relatado sin consistencia y sin correlato en los hechos, la entonces presidente anunciaba la compra de 26 aviones hidrantes con una inversión de 57 millones de pesos de aquella época (unos 11.5 millones de dólares). Como de costumbre los aviones nunca llegaron (lo que sí es probable que hayan desaparecido en alguna cuenta son los 11 millones de dólares) y hoy el fuego come la belleza y la riqueza de la Patagonia probablemente como consecuencia del accionar criminal del grupo terrorista amparado y protegido por el gobierno, conocido como RAM.
El área pomposamente llamada de Desarrollo Social es otro desastre. El emporio del pobrismo en manos del “buenista” Daniel Arroyo que tiene la pirámide de valores invertida si es que realmente quiere que la gente viva mejor. Como típico pobrista, todo el tiempo corriendo de atrás, porque a la pobreza no se la combate con parches y asistencia sino con desarrollo, trabajo, inversión y productividad.

Para no aburrir con la enumeración, digamos que no hay un solo aspecto práctico de la vida ciudadana en donde la actuación del gobierno esté coadyuvando para que las cosas mejoren. Ni uno solo.
Y semejante realidad es consistente con lo que, de hecho, ha sido (siempre) el único objetivo de esta administración: trabajar para que la Justicia libere de culpa y cargo a Cristina Fernández de Kirchner y sus secuaces (en especial los miembros de su familia), para establecer las bases de un gobierno sin controles que les permita seguir robando, y sentar las directrices para comenzar un camino de venganza contra quienes los obligaron a interrumpir por cuatro años su largo latrocinio.
Es completamente natural que cuando uno hace un repaso área por área de la performance del gobierno de Alberto Fernández caiga en estas conclusiones: el presidente fue contratado, no para encabezar un gobierno que intente mejorar con políticas públicas racionales la vida de la gente, sino para desempeñar el rol de “gerente de inocencias”.


Publicado en ThePostArg.com



 

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