Argentina olvidó la lección

Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
…si
aquellos polvos, trajeron estos lodos, no se pueden condenar el presente y
absolver el pasado…si tomásemos aquellos polvos, volveríamos a estos
lodos…(Antonio Machado)
Basta con una ligera mirada para notar que los grandes países capitalistas
comparten, más allá de sus diferencias,
el sistema democrático. También advertimos que sus habitantes tienen el mejor
nivel de vida del mundo, con grados de pobreza reducidos, viven más tiempo, y
tanto el nivel de creación científica, en cantidad y calidad, como el de respeto a los derechos humanos, es el más alto.
Esto indica que no solo el sistema capitalista los hizo
progresar, no vale por si solo si no es apoyado por valores e
instituciones liberales, la práctica de
la democracia, y el perfeccionamiento de la Justicia, esencial para su
funcionamiento, y para el aumento de la
energía social. La pluralidad de poderes explica por qué el desarrollo del
capitalismo y la propiedad privada hicieron posible, en Occidente,
el proceso de democratización, en
cambio, el socialismo, el fascismo, y los
nacionalismos populares, al trabarlos o eliminarlos generaron autoritarismos o totalitarismos.
Estamos olvidando la
lección. La propiedad privada es la base
de la democracia, también de la
soberanía e independencia del individuo ante el poder, por ello, en vez de atropellarla o abolirla, como
hicieron en los países comunistas, hay que extenderla. China actual al legitimar la propiedad
privada ha diversificado los poderes
externos al Estado, los estimula y tiende,
por ello, a la
democratización, la cual, aunque aun se encuentre muy lejana, está
socavando las bases de la
dictadura, aumentando el saber de la
sociedad y la creatividad, en los
terrenos más diversos de la vida social.
Tanto el fascismo
como el comunismo eran declarados enemigos del liberalismo: al abandonar las
prácticas de la política liberal y declarar la posesión de nuevos principios
filosóficos, ambos, pretendían ser una democracia, sin embargo,
barrían con las libertades civiles que la constituciones estaban
destinadas a proteger. A la vez, destruían las libertades políticas que habían
sido las bases del gobierno democrático. Negaban que los derechos y las
libertades fueran un propósito primordial del gobierno y que el ser humano
fuera juez competente de sus propios intereses. Establecían la comunidad,
la sociedad, o la raza, entidades
colectivas, como poseedoras de un valor
superior al individuo, los seres humanos
eran considerados como agentes de la
comunidad negando el principio Kantiano: “utilizar a los seres humanos como
fines, no como medios, es la esencia de la moral”.
Después de 1914 el
liberalismo se fue alejando de Europa. La Revolución Rusa (1917) ordenó, con
Lenin en el poder, el primer modelo
totalitario, si dejamos atrás el intento durante la Revolución Francesa..
Impuso la doctrina marxista que se convirtió en una religión secular, fue la justificadora del terror y de las
medidas para consolidar la dictadura de los intelectuales revolucionarios. El
resultado fue una tragedia.
Mussolini, como Hitler después, neutralizó el
peligro comunista y aprovechó los sentimientos nacionalistas que estaban a flor
de piel, aún después de la finalización
de la guerra, para instaurar un régimen
autoritario. La fórmula del fascismo
fue: socialismo más nacionalismo.
Muchos países de América
Latina -entre ellos Argentina- se vieron
afectados por el conflicto y aceptaron ideas contrarias a las tradiciones
liberales que los habían constituido como país y como sociedad. Hay que
recordar que los hitos fundamentales en la formación de nuestro país, la
Revolución de Mayo y la Organización Nacional, fueron inocultablemente
liberales. A partir de 1946, con Domingo
Perón en el gobierno, se suspende la
distinción liberal entre lo privado y lo público, así como la deliberación y negociación propia
de los partidos y parlamentos.
El gobierno peronista dejó de lado los
principios liberales que surgieron de siglos de experiencia política europea, y
los reemplazó por un partido y
sindicatos sumisos al gobierno y la vigencia de delaciones, persecución,
cárceles, fanatismo y adoctrinamiento. Perón trató, como en todos los
autoritarismos, de forzar a la Historia
para que se comporte según sus deseos. Para lograrlo no hay otro remedio que
utilizar el miedo y la fuerza, su
ingrediente principal. El peronismo fue, de hecho, una dictadura porque redujo
drásticamente la libertad y los derechos
de los ciudadanos acentuando el poder del Estado en detrimento de la libertad
de las personas. Los métodos diseñados
por Lenin y puestos en práctica por Trotsky como Stalin, fueron copia de los
que aplicó, más blandamente, Mussolini y Perón. Allí
existieron fuerzas sociales que no les permitieron avanzar y cubrir a
toda la sociedad civil como, en cambio,
sucedió en la URSS, en la
Alemania de Hitler, en Cuba con
Castro, en Vietnam del Norte o Corea del
Norte, en la actualidad.
Durante años se ha observado a la U.R.S.S con
una mirada idealizada. Escritores, actores, poetas, estudiantes y
políticos, han mirado hacia otro lado
poniendo velos a la realidad soviética, como lo hacen hoy con Cuba o Venezuela.
No escucharon las voces de miles de rusos sojuzgados en campos de concentración
(en rigor de esclavos) por no acceder a
los mandatos e ideas de terribles asesinos como lo fueron Lenin, Trotsky,
Stalin y sus séquitos. Despreciaban a la democracia. Lenin pensaba que ésta era
“...un juguete inútil y peligroso”, en cambio creía que la dictadura era “...un poder basado directamente en la
fuerza, sin cortapisa alguna legal. La dictadura revolucionaria del proletariado
es poder conquistado y mantenido por la violencia del proletariado contra la
burguesía, poder que no está limitado por ley alguna”
También Hitler fue un asesino. Basta conocer
las vicisitudes que pasó el poeta judío Erich Muhsam: en el campo de concentración
de Sonnenburg, le quebraron los anteojos, le arrancaron mechones de pelo, le
fracturaron los dos pulgares para que no pudiera escribir y le golpearon los
oídos hasta dejarlo sordo. Esto sólo fue el comienzo, intentaron, por medios cada vez más violentos, impulsarlo al suicidio. Como no lo
consiguieron, lo mataron a golpes y lo colgaron de una viga de la letrina.
Los libros de historia
están abarrotados de errores de interpretación cuando se refieren a la
URSS, que fue modelo para el régimen
nacional-socialista alemán, la China de Mao, los países que estuvieron detrás
de la Cortina de Hierro, y para muchos países africanos y asiáticos,
llevándolos al terror y a la miseria.
La purga de la burocracia
alemana de abril de 1933, la de liberales y socialistas en los países satélites
soviéticos después de 1946, la muerte de los seguidores de Castro, cuando éste convirtió a Cuba en dictadura, la
purga de Ernst Röhm que terminó con la oposición de sus fuerzas de choque, los
campos de concentración Dacha y Auschwitz, los cuatro mil oficiales polacos
asesinados en Katyn por los soviéticos, y sus campos correctivos de trabajo
(GULAG) tan bien descriptos por
Aleksandr Solzhenitsyn, nos recuerdan el horror que produjo el sistema
totalitario, defendido por poetas, escritores
y políticos de intensa trayectoria y fama. Algunos combatieron el nazismo y al
fascismo pero defendieron el comunismo,
atrayendo a lectores y discípulos con la confusión pasional que tuvieron
al no distinguir las características similares de ambos totalitarismos. En esos
regímenes, tanto los obreros como los
empresarios perdieron la libertad. Recordemos a Neruda, Bernard Shaw, Rolland,
Gide, entre tantos otros, con buenas intenciones pero equivocados. Es por eso
que debemos tener presente y enseñar a los que no lo saben las características
de los regímenes que combaten la libertad, a veces solapadamente.
No deberíamos olvidar la
lección. Solo un régimen republicano y democrático puede evitar que un poder se
convierta en omnímodo, porque son visibles los actos de gobierno y porque
existen controles que pueden –no siempre- evitarlo. De los ciudadanos depende
cuidar la República y la democracia, preferirla aún con grandes dificultades. La
libertad siempre es mejor que el despotismo. Con democracia el Estado disminuye
porque es el individuo el que se arregla por sí solo, puede elegir lo mejor o
lo peor, es responsable de su vida. No deberíamos desconocer que es un sistema de aprendizaje por eso puede
eliminarse a sí misma si se le permite avanzar al Estado disminuyendo la
libertad de la sociedad civil.
El capitalismo fortalece el ámbito de interacciones libres
y voluntarias frente a las arbitrariedades reales o posibles del Estado, es una
espina para los gobernantes autoritarios, porque estimula la libertad, la creación, y la propiedad privada, multiplicidad de poderes externos al Estado, fomenta
el pluralismo político y el control del Gobierno, en resumen, aumenta los
grados de democracia.
Si
un país le abre sus puertas a la propiedad privada -como está sucediendo en la
actualidad en China- aunque sea a medias,
poco a poco irá minando las fuerzas antidemocráticas porque la
estructura económica necesita, para
funcionar correctamente, disponer de un
clima de paz, de libertad y de reglas claras que permitan su existencia y
perfeccionamiento.
La beneficencia del Estado
es maligna porque no solo disminuye la creatividad, hace dependientes
psicológicamente a las personas, crea almas serviles, temerosas. La igualdad
social es el camino del fortalecimiento del Estado. Es malsano, las
experiencias totalitarias y autoritarias
lo demuestran.
Poco a poco, el liberalismo
se afianza en el mundo, a pesar de las terribles críticas de la intelectualidad
de izquierda, ciegas a la realidad que podrían revelarles, por ejemplo, el estudio comparativo de Corea del Norte y Corea del Sur, los
adelantos de China luego de implementar políticas económicas liberales, o el
atraso de Cuba cuya población se desespera por lo más elemental-
La
oposición tiene un papel importante,
porque constituye la manera de limitar el poder de la elite gobernante,
de controlarla y de proponer nuevos caminos de gestión. Solo el poder limita al
poder. Ese poder que restringe la
invasión del Estado se expresa también
en la oposición, que debe estar
institucionalizada, permitida por la ley y aceptada por el Gobierno. El Estado
se dirige a minar las bases de la libertad cuando el sistema de partidos y la
sociedad civil le dejan un resquicio donde introducirse. El resultado de la lucha -que siempre existe-
entre el Estado y la sociedad civil, debe ser desfavorable para el primero si es
que se quiere vivir en democracia. Debemos tener claro que si el Estado
absorbe muchas áreas de la vida social
se convierte en victoria para el autoritarismo o el totalitarismo.
El gobierno democrático
debe actuar de acuerdo a la ley por lo que siempre es mucho más lento que un
gobierno autoritario o totalitario. Éste cuenta con todos los recursos del
poder para actuar inescrupulosamente y, tanto el gobierno como el partido
único, presionan, coactivamente, sobre
el individuo, hasta lograr la conformidad al régimen. La educación es un aliado
poderoso si se tiene en cuenta que la personalidad es un producto social y, en
un ambiente autoritario, adquiere
valores contrarios a la defensa de los derechos individuales.
Sabemos sobre la
importancia que ha tenido la Ciencia para mejorar a la sociedad occidental. La
libertad es una condición necesaria del
progreso científico. La actividad científica solo puede desarrollarse donde
existe completa libertad para formular las hipótesis contrarias a la opinión
consagrada. El antidogmatismo que
es característica de la Ciencia es
contradictorio con la manera de pensar autoritaria o totalitaria aunque ésta se
base, supuestamente, en fundamentos científicos.
La
libertad depende de que no se congele a la sociedad: la lucha, la competencia,
la rivalidad, la tolerancia, dentro de
los cánones de una ley que proteja a todos por igual, constituyen la savia que civiliza y produce
individuos innovadores que trabajarán para el mejoramiento de la sociedad.
Los argentinos tenemos que
repasar la historia. ¡Darnos cuenta! De esa forma demandaremos ser autónomos
para producir, comprar, vender, depender los unos de los otros, en libres
intercambios, respetando los principios constitucionales Para que la democracia sea una
realidad se requieren una gran pluralidad de poderes que fortalezcan a la
sociedad civil frente al poder que
siempre quiere aumentar el Estado. Como bien explica el filósofo Robert Nozick, un Estado Mínimo nos permite, individualmente, o con aquellos que elegimos en nuestra
vida, realizar nuestros designios y
nuestras concepciones de nosotros mismos, en la medida que podemos hacerlo,
ayudados por la cooperación voluntaria de otros individuos que tienen la misma
dignidad.
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