Vox, cálculos, compasión
Carlos Rodríguez Braun
Catedrático, Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



El cartel más polémico de la campaña electoral en la Comunidad de Madrid fue el de Vox, que mostraba a un joven embozado y una anciana entristecida, con el siguiente texto: “Un mena, 4.700 euros al mes; tu abuela, 426 euros de pensión/mes”.
Se montó un escándalo mayúsculo, y proliferaron acusaciones y calificativos denigratorios: odio, xenofobia, racismo, intolerancia, etc. El ministro Ábalos dijo que Vox trata a los inmigrantes como los nazis trataban a los judíos. Íñigo Errejón insistió en que los de Vox “son cobardes y son miserables”.
Más interesante que el habitual rasgado demagógico de vestiduras de la corrección política fueron dos actitudes que se alejaron del escándalo. La derecha, que hizo hincapié en los cálculos. Y la izquierda, que lo hizo en la compasión.
Tanto Pablo Casado como Isabel Díaz Ayuso apuntaron que el cartel en cuestión era una publicidad engañosa. Tenían razón, aunque no precisaron en qué medida era engañosa. Lo era porque, como aclaró Juan Ramón Rallo en nuestro periódico, retorcía las cifras, y asociaba el gasto público en los menores no acompañados con los problemas del sistema público de pensiones, lo que es una falacia. Si mañana el gasto público en los llamados menas se redujera hasta cero, el problema de las pensiones de las abuelas seguiría exactamente igual.
Fueron sugerentes también las intervenciones en el Congreso de dos destacadas personalidades del Gobierno: Carmen Calvo y Nadia Calviño. Ambas siguieron el acostumbrado guion, de ribetes totalitarios, que identifica el Estado con el país, la sociedad y la gente. La señora Calviño reprochó a Vox el no reconocer que España se caracteriza por “el amor por los niños”. Doña Carmen, por su parte, reiteró que los españoles son “hombres y mujeres con compasión, con solidaridad”, resaltando que “los derechos de esos niños no tienen discurso contable ni económico”.
Aquí hay una confusión, porque las administraciones públicas que gastan dinero en menas y en abuelas pensionistas no son compasivas, porque todos esos euros han sido extraídos a la fuerza de los bolsillos de las contribuyentes. Los gobernantes progresistas, tan solidarios, no suelen subrayar que ese dinero de las mujeres obligadas a pagar impuestos es muy “contable” para ellas.
Mucho tendrán que engañarnos los políticos para que confundamos a la Madre Teresa de Calcuta con la Agencia Tributaria.

Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 28 de abril de 2021 y en Cato Institute.

 

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