De certezas y dogmas
Eduardo Filgueira Lima
Director del Centro de Estudios Políticos y Sociales. Magister en Sistemas de Salud y Seguridad Social (ISALUD). Magister en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE).




Es cierto que existen determinadas formas de interpretar la realidad, profundamente arraigadas en nuestra sociedad.
Se trata de las consecuencias de múltiples factores de diverso origen.
Pero existe una variable que considero importante y que requiere su particular análisis: la economía del conocimiento.
Con ello me refiero a que -como en muchos aspectos- la acción humana tiende a la eficiencia, entendida como lograr un pretendido y aceptable resultado con el menor costo.
La aceptación de determinadas creencias o conjeturas, que se acepten como interpretación veraz de los hechos es un proceso que puede demandar enormes costos (tiempo, aprendizajes, información, etc). Toda búsqueda de un objetivo tiene costos, que denominamos de transacción.
Es probable que muchos de estos aspectos sean mejor satisfechos hoy en día tecnología mediante, pero en todos los casos las ideas que son además condimentadas por aspectos emocionales propios de cada individuo agregan costos, no los disminuyen. En este contexto es solo posible creer en la racionalidad limitada de los seres humanos.
Por lo mismo, para la mayor parte de las personas es preferible aceptar explicaciones poco complejas y además que vayan en línea con los criterios que supone la intuición individual, sin demasiada controversia o discusión íntima que resultaría compleja, de altos costos e inciertos resultados.
De esa manera se instalan “creencias” que son una forma fácil de explicar los hechos y que nos satisfacen porque nos explican la realidad con bajo costo y que no precisan verificación.
Los seres humanos somos afectos para buscar certezas fáciles de comprender.
No es previsible que deba ponerse en duda su veracidad, por lo que su formato lleva con mucha frecuencia y en espíritus no afectos a la falsación a su instalación dogmática, como única e indiscutible verdad.
Por supuesto que este proceso se instala en muchos porque simplifica y nos hace asequibles lo que son fenómenos complejos. ¿Cuánto de nuestro primitivo espíritu tribal contribuye en este comportamiento?
Con preocupación vemos que está carencia de análisis y espíritu crítico se pueden observar en todas las tendencias ideológicas. Pero con especial énfasis para permitir la propagación de las ideas populistas, cuyos mentores son incansables en instalar un relato simplificado que coincide con primeras intuiciones. En muchos casos la suficiencia académica no inmuniza contra estas formas poco felices de pensamiento.
A pesar de lo que debiera esperarse como resultado de la evolución de la sociedad, de los medios de información y de los avances en todos los aspectos de la vida social, si los intercambios se realizan desde la perspectiva de la aceptación acrítica de ideas -que se adoptan como resultado de un falso sentido de eficiencia del pensamiento- y como verdades irreductibles, de la creencia al dogma y de él a la tentación de su imposición autoritaria, se está a solo un paso.
La democracia es así carcomida desde dentro, porque la pluralidad que supone -amiga de la incertidumbre- debe ser reemplazada por las certezas asumidas como dogma.
Ideas de este tipo son fáciles de encontrar en nuestros intercambios cotidianos y es fácil advertir como tienen un hilo interpretativo común vinculado a lo conspirativo generado por el supuesto egoísmo inagotable del hombre o sus sueños de poder y dominación.
Cómo no se comprende que las acciones humanas tienen en gran medida “consecuencias no intencionadas” se concluye q detrás de cada suceso hay una causal intencionada de tipo conspirativo.
Decir y aceptar "hay pobres porque existen ricos,..” o "los medios hegemónicos transmiten ideas distorsionadas de la realidad,..” o "los poderes concentrados que son el 1% se quedan con el 90%, mientras,...” o “los poderosos solo  quieren someter a la humanidad,.." o "el lawfare permitió a los poderes concentrados y a los medios hegemónicos,.." sin mayor análisis, son parte de un relato fácil y de bajo costo.
Estas hipótesis generales que sirven para sostener creencias (ideologías) sin merecimiento de verificación alguna, explican todo adecuándose a un relato de bajo costo que satisface también lo emocional.
Las formas simples de entender fenómenos que son de por sí complejos, conducen a la singular pretensión de cambiar la realidad con un voluntarismo constructivista. Y cualquier salvedad q se manifieste es un opuesto a confrontar, porque se opone al dogma que representa a las mayorías.
Las mayorías -aún maleables, volubles y circunstanciales- son las que definen según su voluntad. La expresión de la “volonté générale” rousseauniana cobra todo su valor y puede quebrar el delicado equilibrio de necesario respeto a las minorías.
Por ensayo y error las sociedades avanzan. La libertad de los modernos que es un requisito ineludible de la democracia es una parte importante de ese avance. Sin embargo, una imposición dogmática no solo hace perder calidad a la democracia, sino también un regreso a la libertad de los antiguos.
Cuando CFK dice: "a mí me absolvió la historia!" Está diciendo: "no importa la ley, importa que los que me han votado me creen a mi -la mayoría: la “voluntad general”- y me han erigido por encima de la Justicia!" Rousseau hubiera aplaudido! Sin dudas las creencias y los dogmas tienen un gran efecto simbólico.
“El Estado presente” merece un capítulo aparte porque nos sugiere que el Estado nos cuida, que cualquier acción del mismo va en ese sentido, por lo que debe permitirse que crezca sin límites y actuar libremente porque siempre su accionar es bueno, protege a todos. Es obvio que para muchos no importa si esto es cierto o si lo hace bien y menos cuestionar su eficiencia final o si limitarlo en muchos aspectos hubiera podido ser una mejor opción.
Quienes creemos en la democracia como un medio de convivencia pacífico y fructífero para el desarrollo de cada uno y del conjunto, dentro de un marco republicano, debemos hacer comprender que la diversidad y la incertidumbre no son enemigos sino aliados para el desarrollo humano.
¡Obviamente que no es fácil comprender una realidad compleja!
Sin embargo creo que debe simplificarse el discurso,..  facilitar contenidos que satisfagan elementales procesos emocionales,... desarrollar el pensamiento crítico,.. formar facilitadores,.. clarificar conceptos básicos,.. bajar del pedestal de academicismo,.. y hacer asequible a las mayorías la idea de cuestionarse siempre las respuestas fáciles que se nos ofrecen, porque muchas explicaciones están más allá de nuestras entendederas, por más costoso que fuere.
Eso es solo una parte de la búsqueda continua de una sociedad mejor.
Ya se que es más fácil decirlo que llevarlo a cabo.

 

Últimos 5 Artículos del Autor
[Ver mas artículos del autor]