¿Cómo sigue el dólar?
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.






                 La divisa estadounidense ampliaba sus ganancias este martes en los mercados globales, anulando en parte un declive de un mes, ante el menor apetito por el riesgo y mientras los inversores esperaban los próximos datos y discursos políticos. Ante la cautela reinante, los principales índices de acciones bajan y avanzan levemente los retornos de los bonos gubernamentales, con lo que el atractivo del billete verde aumenta, describían desde de Scotiabank.
                 El repunte del martes anuló las pérdidas que sufrió el dólar el lunes tras un decepcionante reporte sobre el índice manufacturero en EE.UU. La divisa quedó a 1% del mínimo de un mes al que cayó la semana pasada. Aunque las cifras del reporte principal de abril fueron más bajas que las de marzo, la recuperación de EE.UU. se mantuvo firme y este martes el índice dólar subía hasta los 91,25, cerca de un máximo de dos semanas. En abril, bajó más de un 2%.
                 Ahora, como señala Charlie Bilello, en un año, Dogecoin sube 10.400%; Gamestop 3.060%; Ethereum 1.101%; Bitcoin 555%; Lumber 276%; el crudo 272%; el maíz 94%; el cobre 85%; la soja 79%; la plata 70%; el algodón 50%; el S&P 500 48%; el café 20%; el precio medio de las casas 17%; pero el IPC solo 2,6%. Algo no cierra entre el IPC y la inflación.
                Como bien señala Perianne Boring, entre otros, el IPC no es una buena medida de la inflación. Y menos lo es ahora dado que por culpa de las represiones a las personas y los mercados -cuarentenas y demás- han cambiado los hábitos de consumo como señala, entre otros, Pascal Seiler.
                La Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. define la inflación como “un proceso de precios en aumento continuo o, lo que es lo mismo, del valor del dinero en constante caída”. Esta definición es una especie de gambeta para intentar disfrazar la variación del IPC como la inflación, cuando lo cierto es que inflación es la depreciación de la moneda en cuestión por exceso de oferta sobre la demanda.
                Ahora, la Fed está en medio de un experimento, según Business Insider. En lugar de subir sus tasas de interés de referencia cuando la “inflación” (el IPC, en rigor) sea superior al 2%, el organismo permitirá que el crecimiento de los precios sea más fuerte de lo habitual con la esperanza de impulsar una recuperación más sólida y un mercado laboral más ajustado. El último conjunto de proyecciones económicas trimestrales que realiza la Fed daría lugar a su primera subida de tasas en algún momento después de 2023.
                  El presidente de la Fed, ha reiterado que todavía no está pensando en reducir sus compras de activos de emergencia o subir las tasas. Sin embargo, también ha señalado que la recuperación de la economía superó las expectativas y aparentemente alcanzó un “punto de inflexión” en marzo y, si la reapertura de la economía continua, probablemente colocará la producción en nuevos máximos históricos antes de que termine el año. Con lo que la Fed quizás cambie su postura.
                   De hecho, la secretaria del Tesoro de EE.UU. dijo que es posible que las tasas de interés tengan que subir modestamente para evitar que la economía estadounidense se sobrecaliente debido a niveles más altos de gasto público, sin especificar un plazo. La administración Biden ha propuesto paquetes de gastos adicionales por un total de alrededor de USD 4 billones además de los 1,9 billones que inyectó a partir de marzo.
                    Así, a medida que la economía supere su pico anterior, el plan de la Fed de mantener las tasas cerca de cero podría presentar nuevos riesgos, según alerta Bank of America (NYSE:BAC), de que la inflación suba de manera desenfrenada, esto es, que el dólar se deprecie en términos absolutos (o suba el precio en dólares de todos los demás bienes).
                   Ahora, yendo a la Argentina, como la inflación no es la suba del IPC sino la depreciación de la moneda, más acertada es la medición que realiza el profesor Steve Hanke:
                    Como se ve estima la inflación interanual -en base a la depreciación del peso en relación al dólar blue- en 30,84%, menor al 42,60% de la “inflación” oficial, es decir, la suba del IPC. Esta diferencia se debe, en primer lugar, a que al cálculo de Hanke habría que agregarle la inflación real del dólar -su depreciación en términos absolutos- y a que el IPC, básicamente por represión estatal, ha quedado muy retrasado y ahora va camino de ajustarse.
                   Como se ve en el siguiente gráfico, la curva del M2 -la emisión monetaria- prácticamente coincide con la curva de inflación estimada por Hanke. Mientras que la “inflación” oficial -la suba del IPC- venía claramente rezagada.
                  Ahora, dado el aumento del 4,8% del IPC en marzo, para que el ministro Martín Guzmán pueda cumplir con la meta del 29% de “inflación” en 2021, el aumento promedio mensual del índice general de precios al consumidor en los 9 meses que falta tendría que rondar el 1,48%. Meta difícil de lograr con un BCRA que volvió a expandir base monetaria en marzo, luego de dos meses de descanso, y tuvo que emitir $ 65.000 M a fin de marzo para financiar al fisco,sumando lo que ya había emitido a principios de mes fueron un total de $ 135.000 M. Y por ello hemos visto cómo el blue se ha disparado algo estos días y, de seguir esta tendencia, seguiría subiendo. Como se ve en este gráfico de Roberto Cachanosky, en marzo, la emisión fue la principal fuente de financiamiento:
                   En los últimos meses, el gobierno había logrado contener la emisión en base a bajar el gasto en términos reales. El mayor ahorro lo consiguió gracias al canje de deuda que trasladó el pago de intereses hasta 2023, luego la licuación del gasto en jubilaciones y pensiones superior al 6% real, mientras que las PNC bajan 17% y los salarios de los empleados públicos caen casi 11% en dos años.
                   Pero lo que sube fuerte, y aquí es donde la cosa podría revertirse y provocar un aumento de la emisión, es en los planes sociales que subieron 200% (Argentina Trabaja, Potenciar, etc.), los subsidios a las tarifas públicas (65%) y, por último, gastos de consumo y funcionamiento del Estado (un 10% más).


 

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