La novedad radical y la unificación del discurso peronista
Diana Ferraro
Escritora



¿Cuál es el único discurso peronista que los candidatos peronistas, estén en el espacio que estén, pueden presentar hoy para diferenciarse nítidamente del kirchnerismo? Es un discurso peronista que:
1) Rescata la década peronista-liberal de los años 90 como una década de logros, interrumpida no por de la Rúa sino por las malas decisiones de Duhalde.
2) Propone regresar a una economía liberal de mercado y a una moneda flotante convertible
3) Propone regresar a una economía y diplomacia exterior muy activa y abierta al mundo
4) Renueva la fe en una justa combinación peronista-liberal, en la que la empresa privada y los trabajadores apunten a lo mismo: aumento de la productividad con estabilidad de la moneda, sin inflación, con seguros sindicales de desempleo, educación sindical básica y de oficio para nuevos trabajadores y leyes de trabajo actualizadas
5) Complete las reformas de los años 90 con una amplia reforma fiscal que dé autonomía de gestión a las provincias y municipios e invierta la participación con las provincias aportando a la Nación.
Estos cinco puntos son los que pueden hacer de un dirigente peronista, un líder que devuelva a la Argentina al lugar en que debería estar.
La novedad radical de elevarse dentro de la coalición de Juntos por el Cambio con la presentación competitiva de Manes y Lousteau, es muy importante en tanto señala la voluntad del antiguo partido radical de renacer como lo que fue y puede volver a ser, un partido de centro-izquierda. Este renacimiento sugiere un camino idéntico para el peronismo, su tradicional rival: renacer como el gran partido de centro-derecha que siempre fue, y como el partido de la producción y de los trabajadores, actualizado para permitir el despliegue, aumento y progreso de éstos.
Ya sabemos que lo esencial es invisible a los ojos, y lo invisible que se irá haciendo visible en tanto los dirigentes despierten y vuelvan a sus cauces naturales, es el país de los dos grandes partidos (quebrados en 2002 y uno de ellos, el Partido Justicialista, mantenido en su quiebre por jueces electorales interesados en su destrucción o su control, ya por antiperonistas o directamente kirchneristas autócratas).
No importa en qué espacio revisten los aspirantes peronistas a diputados. Importa que presenten un discurso unificado y diferenciador. Estén con el Hacemos de Schiaretti y Perotti, con Pichetto en Juntos por el Cambio o en otras representaciones provinciales o locales, irán poco a poco orientando a la sociedad que simpatiza con ellos y con un peronismo institucionalizado y respetuoso de las leyes hacia una esperanza de redención final de esta Argentina destruida por la mala gestión de los últimos 20 años.
En este sentido, Florencio Randazzo, si aspira a una verdadera diferenciación del kirchnerismo y a no a ser permanentemente sospechado de servir a los intereses de éste, debería asumir los cinco puntos arriba presentados. Su discurso, así como el de Urtubey, de una gran coalición nacional, vagamente socialdemócrata, no interesa en la medida en que los radicales han ocupado ya ese lugar, muy bien defendido, además, por un sólido ideólogo como Lousteau.
La única pegunta política que importa en estas elecciones de 2021 es si los aspirantes a liderazgos peronistas comienzan a diferenciarse con su discurso y a marcar una sana tendencia a la reagrupación detrás del liderazgo del más fuerte entre ellos, de cara a las elecciones presidenciales de 2023.
La oposición entre los dos líderes que han ocupado el escenario político en la última década en dos espacios que no le son afines, resulta así, a todas luces, falsa. Y de esa falsedad parte también, mucho del gran fracaso político reciente y de las actuales luchas de la oposición en una oscuridad que debería aclararse con el nuevo posicionamiento radical.
Macri, el exitoso y popular director de Boca, si no hubiese sido por la influencia de Gabriela Michetti que lo ató al radicalismo, tendría que haber sido candidato en un PJ institucionalizado correctamente. Cristina Kirchner, con su vocación y convicciones de líder de la izquierda latinoamericana y su ambición de llenar los zapatos de Fidel y no de Perón, debería regresar a ese partido de Unidad Ciudadana que fundó cuando creyó que ya no precisaba el PJ y dejar de ocupar un partido que desprecia y de engañar a la gente con su adhesión a una tradición, la genuinamente peronista, que no comparte.
Si la brecha es entre un dirigente popular fracasado como radical y una dirigente de izquierda fracasada como peronista, quizá llegue la hora de abrir los ojos y entender que el bien de la Argentina está en otra parte y buscar, en la mejor tradición de los dos grandes partidos nacionales, la verdadera y productiva oposición.


 

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