Madrid: Bajar impuestos para crecer
Gabriela Calderón de Burgos
Es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como El Tiempo (Colombia), La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), El Deber (Bolivia), El Universal (Venezuela), La Nación (Argentina), El Diario de Hoy (El Salvador), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.



Suele decirse que no podemos bajar impuestos porque hay un déficit que le impide al gobierno realizar cualquier “sacrificio fiscal” ahora. Lo que no se dice es que para salvar el fisco se continúa sacrificando a sus súbditos: cada dólar que gasta el estado es un dólar menos en el bolsillo de los ecuatorianos para que ellos decidan libremente si consumir o ahorrar.
También se suele decir que no se puede bajar impuestos porque habría que simultáneamente bajar el gasto y esto, a su vez, creen tendría un efecto negativo sobre el crecimiento y la popularidad del gobierno. Pero también muchos gobiernos que eligieron como brújula el cálculo político en lugar de los fundamentos económicos, no lograron el crecimiento ni ser reelectos.
Recientemente la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, propuso una reforma fiscal para España fundamentada en una idea sencilla que tanto bien nos haría: “Bajar impuestos para crecer más”.
Díaz Ayuso lanza esta propuesta inspirada en la experiencia de la Comunidad de Madrid, cuyo gobierno cumple 16 años reduciendo impuestos. Particularmente los de sucesiones y donaciones, patrimonio (que prácticamente solo existe en España dentro de la OCDE), transmisiones patrimoniales onerosas y el impuesto sobre los actos jurídicos documentados.
Madrid demuestra que cuando se parte de una carga tributaria alta —ajustada para el nivel de renta e informalidad de cada territorio, esto es, teniendo en cuenta el esfuerzo fiscal— es posible recaudar más disminuyendo las tasas de los impuestos.
La política de largo plazo de reducir impuestos ha derivado en un crecimiento medio anual del PIB para la Comunidad de Madrid superior el de toda España (1,9% vs 1,2%). La rebaja tributaria le ha ahorrado a todos los madrileños entre 2004 y 2020 €52.819. El madrileño medio ahorró €16.500 euros durante este periodo.
Madrid vio una oportunidad de convertirse en un refugio para todos aquellos que huían de los infiernos fiscales que pululan por España. Se fijó la meta de volverse la comunidad con la estructura tributaria más competitiva y logró atraer así más inversiones y hoy es la comunidad más próspera del país.
En 2020, mientras que Madrid creció 4,4%, el crecimiento medio para el resto de las comunidades fue de 0,4%. Es la comunidad que más inversión extranjera atrae (74,6% del total nacional) y lidera la creación de empresas (23,2% del total nacional).
Las reducciones aparentemente pequeñas, si son sostenidas y repetidas a lo largo de varios años, terminan generando un diferencial importante entre la caga tributaria de una región versus otras. Por eso es que hoy por ejemplo, Madrid tiene un tipo máximo del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) que es casi 10 puntos porcentuales menor que el de la Comunidad Valenciana. Mientras que Madrid tiene 3 impuestos propios adicionales a los del Gobierno central y la administración regional, otros gobiernos locales tienen hasta 15 impuestos adicionales.
Ahora imagínese si Ecuador se propusiera seguir el ejemplo de Madrid para capturar todos esos capitales que buscarán mejor destino ahora que los vientos han cambiado en países vecinos como Colombia, Chile y Perú. ¿Está nuestra estructura tributaria lista para ser más atractiva frente a otras alternativas?
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 27 de agosto de 2021 y en Cato Institute.

 

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