Votar en el reino del ridículo

Karina Mariani
Directora del CLUB DE LOS VIERNES Argentina.
Todo el sistema electoral argentino es ridículo. Es ridículo y está mal, muy mal, atenta contra el votante, atenta contra los políticos honestos y contra la voluntad democrática. Es una gran, enorme y gigantesca ridiculez, manejada por las fuerzas políticas principales que se equilibran mutuamente logrando que todo el mundo sea infeliz. Es ridículo el sistema de votación al que nos vemos sometidos en unas primarias ridículas y luego llegamos a unas generales donde el nivel de representación de voces es ridículo. La modificación de toda esta grotesca situación no ha sido bandera de ninguna fuerza política, una lástima porque sería una de las mejores propuestas y hubiera dejado en ridículo a toda la casta que se ha empeñado, año tras año, en ridiculizar a la democracia. Veamos:
Primero lo primero: desde el vamos hay que entender que las personas (sí, incluso esas que decimos: -Che, que genial que tal fuera presidente por su rectitud, honestidad, inteligencia y ejemplaridad) no pueden presentarse a elecciones si no tienen un partido político que las avale. O sea, que el mejor de los mejores debe, para competir, zambullirse en la letrina que después nos lo hace repulsivo.
REQUISITOS DEMENCIALES
Los requisitos para la conformación de un partido político son demenciales, es más fácil subir 20 pisos por escalera con un chancho enjabonado que armar un partido y esto nos lleva al siguiente problema: o hay que disponer de una estructura, dineros y tiempo, que no están al alcance de los ciudadanos de a pie, o hay que recurrir a los sellos de alquiler. Se denomina así a partidos políticos ya existentes que pueden tener concordancia ideológica o no con los candidatos, son meros kioscos/instrumentos. Dependiendo de la elección, del candidato que consiguen y de cómo va el viento, van en alianzas o separados, pero lo importante es que reciben jugosos dineros del Estado por existir lo que los convierte en apetecibles.
LISTA SABANA
Acá se agrega otra ridiculez que el ingenio popular dio en llamar LISTA SABANA. Se trata de una lista cerrada y bloqueada de candidatos a los que se debe votar en bloque y sin la posibilidad del votante elegir a los mejores. Ponen a la cabeza de la lista a uno más o menos aceptable y atrás pueden venir los jinetes del apocalipsis con pistolas láser y hay que aceptarlos igual. Los argentinos no tenemos ni idea de qué hay en esas cajas de Pandora que son las listas sábana y los candidatos que encabezan las listas, muchas veces tampoco. Es obligatorio rellenar los casilleros de TODOS LOS CARGOS electivos para poder presentarse. Ah, además respetando la soberbiamente ridícula paridad de género. Porque siempre se puede ser más ridículo.
LAS PASO DE CFK
Pero avancemos en el proceso. La primera parte de la campaña son las ridículas PASO, o sea las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, instrumento pensado para la selección de candidatos. Las PASO se establecieron en 2009 y se utilizaron por primera vez en 2011. Bueno, en realidad sí pero no. El sistema de primarias se instauró en 2002 peeeeero, con ese apego que los políticos tienen a la ley, fueron inmediatamente suspendidas. Las suspendió Duhalde en 2003 por esa "única vez''. Habrá pensado que eran de chistín, y como quien no quiere la cosa las anuló. Así que aquella contienda se ajustó a las necesidades internas del kirchnerismo de los primeros días. Luego se aplicaron parcialmente, un poquito en 2005 y finalmente se derogaron en 2006.
Pero a mediados de 2009 sonó un atronador: -¡Renunciá!, gritado por Nestor Kirchner desde el piso 19 del Hotel Intercontinental, cuando la formación por él fundada caía ante un inesperado empresario. A Néstor la derrota lo agarró por sorpresa y Cristina temió que algo así le arruinara la reelección en 2011 y así fue como, a fines de ese año el kirchnerismo resucitó las PASO. Las impuso Cristina aunque ni en 2011 ni en 2015 ni en 2019 se sometió a ellas.
Nuestras peripatéticas PASO son únicas en el mundo, un instrumento estéril que obliga a todos votantes a elegir en alguna interna, cualquiera, la que se les ocurra, estén o no afiliados a ese partido. Un bicho electoral tan amañado que permite a los militantes de una formación influir en las internas de otro.
Ningún otro país obliga a la misma vez a los partidos a elegir candidatos de la forma en la que al Estado se le canta y a la totalidad de los electores a participar de esa doble compulsión autoritaria. La pretensión de limpiar la góndola de ofertas minoritarias que no superen el piso del 1,5% es ridícula si para hacer la limpieza debemos someter al país a dos procesos eleccionarios, doble gasto y doble uso de empleo y servicios públicos.
JUNGLA DISTOPICA
Hace años que la Cámara Nacional Electoral anda de ruego en ruego, explicando sus cuestionamientos a las normas y procedimientos surgidos de la reforma que promovió el kirchnerismo y que debería ponernos los pelos de punta. Urge hacer una reforma electoral que seriamente garantice la autonomía de la Dirección Nacional Electoral respecto del Poder Ejecutivo.
Necesitan cuidar las boletas como oro porque claramente no tienen el dinero de las formaciones grandes para imprimir como descosidos. La logística de la fiscalización es ridícula y extremadamente innecesaria. Responde a que el sistema electoral desea sostener el mecanismo de las boletas y resulta urgente que los votantes se pregunten a quienes están beneficiando los políticos con este statu quo. De seguro que a los votantes no.
SUPERGASTO
En estas elecciones que comienzan este domingo vamos a gastar $17.171.091.891, según se desprende de la partida Ejecución de Actos Electorales del Ministerio del Interior, cifra destinada mayormente a gastos en personal, producto del sistema ridículamente kafkiano. En un ataque de selectiva austeridad, este mismo año, Sergio Massa, declaró: "Entre gastar en boletas o vacunas, en este contexto prefiero gastar en vacunas''. Y agregó: "Sé que a algunos no les gusta hablar de costo o gasto en materia democrática pero si simplificamos el proceso electoral vamos a liberar recursos, vamos a liberar más de 20 millones de vacunas''. Esto demuestra que si se quiere se puede salir de este atolladero. Entonces, ¿por qué seguimos jugando con fuego?
Los pasos para terminar con nuestro ridículo sistema electoral son tan simples, baratos y conllevan tantos beneficios que no hay manera de explicar por qué no se hacen. ¡Bah!, sí hay manera. Cambiar el sistema significaría cambiar unas reglas del juego que inventaron los que se benefician de él y lo tienen como medio de vida, son los que una vez adentro cerraron la puerta, tiraron la llave y pusieron alambres de púa. Quienes no cambian el sistema son los miembros de una casta que se siente extremadamente cómoda porque regula el ingreso al poder político. Son los administradores de este ridículo sistema, ese que no piensan largar, aunque sea maquiavélicamente ridículo.
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