La campaña intermitente: sin el vamos por todo ni sintonía fina
Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



Las PASO dejaron claramente expresado el voto bronca y el de esperanza y que la política puede ser renovada por outsiders que, por su condición justamente externa, tiene habilitado comunicar o exponer un perfil público controvertido que corre los límites de lo que hasta aquí se toleraba.
 
De igual modo, a partir de ahora, queda por pedir debates de políticas legislativas y también pedir lo que corresponde: los candidatos legislan y amplían o restringen derechos pero no ejecutan políticas, es decir no le podemos pedir que solucionen inmediatamente lo que un gabinete de ministros nacionales y gobernadores provinciales no pueden solucionar hasta hoy.
 
Por esto, es conveniente tener en cuenta que la sociedad debe aprender y conocer sus instituciones y los actores que va a legitimar en noviembre. Como bien dijo Massa: tu voto es la ley que querés. No más que eso, entendiendo los procesos de negociación y conformación de acuerdos conforme a la una nueva composición en cada cámara del Congreso Nacional y sus resultados que incluso bien pueden ser vetados por el Presidente de la Nación.
 
Recordemos, el Congreso Nacional es una institución de control, contrapeso, y resonancia de demandas que deben ingresar en una agenda de consensos para su tratamiento y eso lleva tiempo.
 
Todo lo de más que se promete por parte de la política hoy son fuegos artificiales y el problema es que esos destellos son fugaces. Las políticas que puedan darse, desde el Poder Ejecutivo que aún conserva herramientas de emergencia no han sido eficaces y lo peor, empeoraron la situación económica en general.
 
El debate por eso hoy pasa por si el Kirchnerismo se radicaliza o no. Siempre lo han hecho pero en esta ocasión no hay recursos genuinos para tales efectos ni la inteligencia de otros tiempos para establecer estrategias novedosas de ingeniería política como las que ejecutaba Néstor Kirchner. En el mejor de los casos sólo continuará la interna y los pases de factura hacia adentro de la coalición de gobierno.
 
De esa época, la de Nestor, no quedó nada. Sólo el mito fundacional de una fuerza expansiva por ampliación de derechos y recursos suficientes para un Estado presente, como se publicita aún hoy pero sin los efectos correlativos.
 
Por esto, hoy poco queda para un relato de campaña enérgico al estilo de un vamos por todo y está en duda si hay suficiente capacidad, mesura y templanza para una sintonía fina como la que se expuso en el 2011, aún con sus resultados dispares y todavía hoy criticables por el gasto deficitario, hechos que finalmente se sumaron para que futuras gestiones tuvieran que negociar más deuda.
 
La campaña intermitente de Alberto y Cristina Fernández quedó expuesta y sus diferencias también: No hay recursos genuinos, no hay emotividad real y sólo abundan escándalos por doquier. Pocos recursos simbólicos y reales de poder político subsisten para poder desarrollar una verdadera campaña permanente asentada en la gestión y solución de los problemas públicos por parte del gobierno de Cristina, Alberto y Massa. 

Entonces, sí solo siguen las internas no hay relanzamiento ni hay gabinete real ni gobierno ocupándose de la agenda pública más urgente. Por todo esto, veremos que tampoco habrá comunicación política con un sentido positivo -consenso- dado que todo lo que se comunica es conflicto interno -disensos- de la coalición. Los resultados electorales no dan lugar a dudas.


Publicado en diario Perfil.

 

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