Impuestos, virtud y justicia
Gabriela Calderón de Burgos
Es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador). Se graduó en el 2004 con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Desde enero del 2006 ha escrito para El Universo (Ecuador) y sus artículos han sido reproducidos en otros periódicos de Latinoamérica y España como El Tiempo (Colombia), La Prensa Gráfica (El Salvador), Libertad Digital (España), El Deber (Bolivia), El Universal (Venezuela), La Nación (Argentina), El Diario de Hoy (El Salvador), entre otros. En el 2007 obtuvo su maestría en Comercio y Política Internacional de la George Mason University.



Los impuestos se venden con un viso de virtud y justicia. En nuestra cultura hispana nos acostumbramos a intentar cambiar al hombre a través de la legislación. En el libro El gobierno de la virtud: Política y moral en la Monarquía Hispánica (siglos XVI-XVIII)Juan Francisco Molero señala que “El sentido de una política centrada en la virtud radica en que el criterio de juicio sobre los gobernantes y súbditos y sobre su actuación está más en el ser que en el hacer, más en las intenciones que en los resultados”. Luego dice, “Como en toda época, los comportamientos cotidianos chocaban a menudo con los modelos: es especialmente significativo que en la Monarquía Hispánica los ideales de gobierno relativos a la integridad de los oficiales contrastaban con prácticas venales y corruptas”.
En dicho texto, se relata la evolución desde el Antiguo Régimen hacia los sistemas políticos modernos en que la tributación exige el consentimiento de los gobernados. Él considera transformativo en la historia de la tributación que el rey Felipe II, en lugar de justificar su derecho real de crear e imponer nuevos impuestos, se vio obligado a justificarlos en términos de tres criterios entonces novedosos: (1) la necesidad, (2) la temporalidad, y (3) la unión bajo una causa común, que en tiempos del rey Felipe II era la defensa de la religión cristiana. Estas justificaciones continúan.
El gobierno dice que el alza de impuestos es necesaria puesto que no hay alternativas. Se ignora las múltiples propuestas de ahorro del gasto público que varios hemos presentado desde diversas instituciones y, últimamente, asambleístas como Henry Kronfle. Justo esta semana hemos publicado un comunicado firmado por varios miembros del Foro Libertad y Prosperidad y otros representantes de la sociedad civil explicando por qué esta alza de impuestos es inconveniente y presentamos medidas alternativas. 
El gobierno también se ha valido del argumento de la temporalidad. El problema es que en Ecuador permanentemente creamos impuestos temporales.
Finalmente, consideremos la causa común. Se nos dice que es necesario crear un sistema tributario progresivo y más justo. Esta es la nueva religión secular del estatismo que pretende que tengamos fe, ignoremos la realidad, confiemos en los políticos y nos olvidemos de la realidad de que “el que parte y reparte se queda con la mejor parte”. Ecuador desde hace décadas tiene un sistema progresivo y no nos ha ido tan bien. 
El diario La Hora reportó el mes pasado que solo 8 de cada 100 negocios cumple con las retenciones, declaraciones y anticipos del impuestos sobre la renta — IR (74.000 de 880.000). En mayo, reportó que menos de la mitad de los ecuatorianos con empleo adecuado pagan IR (40%) y aquellos que están en sector formal ya son una minoría, de manera que solo un 17% de la población económicamente activa (PEA) lo paga. De los 1.137.000 contribuyentes que pagan IR, 100.000 aportan más de la mitad de lo recaudado por este impuesto. Esto es, 8,7% de ese 17% de la PEA que paga IR contribuye más del 50% de la recaudación por IR.
En la moda del postureo virtuoso y la cruzada justiciera somos expertos, por eso los políticos nos seguirán vendiendo alzas de impuestos con el cuento de que sólo pagan los ricos y que el que se oponga es un inmoral mezquino y a muchos esto les importará poco o nada puesto que no pagan directamente los impuestos.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 19 de noviembre de 2021 y en Cato Institute.

 

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