Putin y la rehabilitación de los populistas de Europa
Alvaro Vargas Llosa
Director del Center for Global Prosperity, Independent Institute. Miembro del Consejo Internacional de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Putin ha reorganizado la política europea convirtiendo a algunos de los malos en buenos. O, para ser precisos, rehabilitando a algunos de los populistas nacionalistas de Europa a los ojos de Europa occidental y del mundo democrático liberal.
Hasta que Rusia invadió Ucrania, una falla ideológica separaba a un grupo de populistas de derecha del resto de Europa; se les consideraba una amenaza para sus valores e instituciones. Los países del este y centro de Europa, como Polonia, Hungría, Eslovenia y otros, particularmente el Reino Unido, eran los malos. La República Checa había formado parte de ese grupo. Sin embargo, después de que una coalición de cinco partidos derrotara a los populistas nacionalistas que gobernaban a finales del año pasado, la percepción cambió (aunque el partido del nuevo primer ministro checo, los Demócratas Cívicos, también alberga a algunos populistas nacionalistas que admiran al gobernante Partido Ley y Justicia de Polonia y el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, es el epítome del antiliberalismo actual).
Debido al Brexit, el británico Boris Johnson fue despreciado por Francia, Italia, España y Alemania, la principal democracia europea. Hace unas semanas, Europa Occidental estaba alentando lo que parecía ser el fin del primer ministro Johnson cuando una serie de escándalos éticos pusieron a muchos tories en su contra en el Parlamento.
Todo eso ha cambiado ahora. Aunque los nacionalistas de Europa oriental y central tienen más en común, ideológicamente, con Putin que, por ejemplo, con el francés Macron o el nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, se encuentran en una posición muy vulnerable frente a las ambiciones expansionistas de Rusia; una larga historia de imperialismo ruso ha dejado una profunda marca en la psique de esos países. Por ende, su reacción a la guerra en Ucrania ha sido oponerse a Putin con mucha fuerza y apoyar -casi literalmente desde la primera línea- los diversos esfuerzos liderados por las democracias liberales de Occidente (a través de la OTAN o por separado) en defensa de su vecino, Ucrania.
Y lo que es más significativo, tres líderes de Europa oriental y central -Mateusz Morawiecki de polonia, Janez Jansa de Eslovenia y Petr Fiala de la República Checa- visitaron recientemente al presidente Zelensky en Kiev, incluso mientras las bombas rusas estaban cayendo sobre Ucrania.
Boris Johnson ha realizado una gira por Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, actuando como emisario de facto de Occidente, ya que esos líderes árabes se niegan a atender las llamadas telefónicas del presidente Biden. Occidente necesita petróleo y desea que Oriente medio bombee más. Sin embargo, los países árabes se han mostrado reacios a expandir la producción debido a las disputas relacionadas con cuestiones de derechos humanos con Washington y algunos países europeos.
Además, estas naciones dudan en poner en peligro un acuerdo existente con Rusia y el cártel petrolero OPEP. El acuerdo podría verse amenazado si aceptaran la petición de incrementar la producción de manera significativa.
Dado que Johnson es amigo del tristemente célebre Mohammed Bin Salman, el príncipe heredero saudí, ha adquirido de repente un renovado favor a los ojos de otras democracias liberales occidentales. Por supuesto, se trata de las mismas democracias que no podían esperar a que lo echaran de Downing Street hace apenas unos días.
Para poner la cereza del postre, la disputa fundamental que está surgiendo ahora en Europa ya no es entre las democracias liberales y los populistas nacionalistas, sino entre los europeos occidentales que (como Francia, Italia, España) quieren, a raíz de las acciones de Rusia, agrandar la cartera común europea e fin de financiar un aumento masivo del gasto en energía, defensa, alimentos e industrias estratégicas, y otros (como Alemania, los Países Bajos y Suecia) que prefieren mantener el presupuesto existente y reajustar sus prioridades de gasto, y que cada país emplee sus recursos nacionales según sus propias posibilidades.
Un sorprendente giro de los acontecimientos, cortesía del tirano ruso.
Traducido por Gabriel Gasave
El original en inglés puede verse aquí.
Álvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global del Independent Institute.  Sus libros del Independent incluyen Global CrossingsLiberty for Latin America y  The Che Guevara Myth.
 

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