Aumento de precios internacionales: ¿Oportunidad o amenaza?
Gerardo Gallo Candolo
Ing. Agrónomo y periodista agropecuario.
El aumento de los precios internacionales de alimentos y de
energía pone en jaque a la economía mundial, sobre todo a Europa que es la
región más dependiente de esos vitales insumos. La invasión a Ucrania, el
granero de Europa, que sumado al precio y disponibilidad de fertilizantes, insumo
clave para la agricultura moderna suma inquietudes. ¿Este escenario es una
amenaza o una oportunidad para Argentina?
En el contexto mundial por
la guerra que se está librando en Europa la comunidad internacional (sobre todo
el viejo continente) está preocupada por el alza de los precios de los alimentos
y, en estas últimas semanas por los precios de los fertilizantes, insumo clave
para la agricultura moderna. Los nuevos precios de fertilizantes y del gasoil
que mueven las máquinas agrícolas dejarían superficie sin sembrar, o con
menores dosis de las recomendadas, lo que se traduciría en menores producciones
e indefectiblemente en mayores precios aún de los cereales y aceites.
Es importante señalar que
el mundo ya estaba preocupado por este tema antes de la guerra. Al transitar la
post-pandemia los organismos internacionales alertaban un alza del 28%, en el
precio de los alimentos índice que se observó durante 2021 atribuido al efecto
de la enfermedad en la oferta y demanda mundial; principal índice que elevó la
inflación mundial.
Rusia y Ucrania son los
responsables de más de la tercera parte de la oferta mundial de trigo, que
sumados a las exportaciones de otros países que sacan su producción por el Mar
Negro superaría el 40% de esa oferta. Ucrania, además de trigo, es un gran
productor de aceite de girasol, maíz, cebada y otros alimentos razón por la
cual hoy se la reconoce como el “granero de Europa”. El país hoy invadido en la
época de la Unión Soviética abarcaba menos del tres por ciento de su superficie
pero su producción alcanzaba la cuarta parte de la producción granaria de la extinta
Unión. Eso no solo se debe a que su territorio abarca gran parte de la
importante llanura (que comparte con Rusia) sino también a la profesionalidad y
dedicación de sus agricultores que hoy tienen sus industrias y puertos
afectados, y en algunos casos destruidos; lo que hace presumir que no solo debemos
estimar escasez de oferta para una sola campaña.
OPORTUNIDADES
Los llamados que tienen
los industriales argentinos de decenas de supermercados y otros clientes
europeos solicitando aceites, fideos y otros productos que faltan en sus
góndolas nos hacen presumir que estamos ante un gran desafío. Demanda que no se
puede atender por las trabas y regulaciones impuestas por nuestro propio
gobierno. Los argentinos residentes en el viejo continente alertan por las
góndolas vacías y carteles limitando la compra a “una sola botella por cliente”.
Esta inusual demanda (que no se observaba desde hace décadas) estuvo precedida
en los primeros días de marzo, por una solicitud de los españoles pidiendo a la
Unión Europea que se eliminen ciertos trabas para-arancelarias a nuestros
productos, como límites a las trazas de
agroquímicos, tasas y otros impedimentos que limitaban nuestra entrada a ese mercado
de gran poder adquisitivo; el acompañamiento de Francia llamo la atención ya
que es un gran productor de trigo, carne y promotor de muchas esas medidas que
hoy se están eliminando.
Argentina enfrenta un
verdadero problema por el aumento de la energía y en ese campo la agroindustria
nacional también puede aportar soluciones. La actual importación de 2.000
millones de dólares de gasoil se pueden reemplazar por biodiesel, que se hace a
partir del aceite de soja (Argentina es el principal exportador mundial). El
efecto de este uso adicional por aumentar el porcentaje de corte con biodiesel seguramente
impactaría positivamente en las exportaciones de todo el complejo sojero del
cual nuestro país participa en más de la mitad del comercio mundial.
Asimismo, el aumento del
corte de las naftas con bio-alcohol que se hace a partir de maíz y de caña de
azúcar, industrias argentinas también reconocidas por su calidad mundialmente, además
tendría efectos positivos en el presupuesto nacional y en el medio ambiente.
PRECIO DE LOS FERTILIZANTES
Los principales nutrientes
de los cultivos que alimentan al mundo son nitrógeno, fósforo y potasio, de
este último la Argentina es menos dependiente debido a que sus suelos fueron
originados por rocas muy ricas en ese mineral que todavía, al menos en los
cultivos extensivos de la pradera pampeana, no sería crítico para mantener los
rindes actuales.
La Federación Rusa y
Bielorrusia son importantes proveedores de fertilizantes nitrogenados como Urea
y potásicos; pero el aumento del gas, principal insumo para fabricar urea, hace
que otros productores reduzcan su producción por el precio y faltante de este
insumo energético. Otro factor que impacta en los precios son las sanciones
impuestas a Rusia y a Bielorrusia que afectarían sus movimientos financieros.
La urea, el principal
fertilizante nitrogenado se fabrica en el país. La industria productora, la
mayor a nivel mundial en una sola planta, está ubicada en Bahía Blanca;
Profértil es una de las fábricas más eficientes del mundo usando el gas de
Neuquén como materia prima.
El fosforo sería nuestro talón
de Aquiles ya que hay pocas reservas en el país y la mayoría de baja
concentración de mineral y en ubicaciones de alto costo de extracción. Pero dada
la eventualidad que las principales minas de fósforo están en el Norte de
África, que es la región más afectada por la guerra actual ya que están ahí los
países que más consumen trigo per cápita del mundo, el doble del promedio mundial
y, además, éste alimento tiene un valor estratégico y político fundamental, tal
es el caso de Egipto donde el ejército se lo ha visto distribuyendo pan en tiempos
de crisis. Este escenario merece que nuestro país explore la posibilidad de
alcanzar acuerdos de intercambio a largo plazo con ventajas para ambas partes:
trigo por roca fosfórica.
A MODO DE SINTESIS
Ahora bien, esta situación
mundial de aumento de los precios internacionales de los alimentos y de los
insumos para producirlos ¿son señales positivas o negativas para Argentina?.
Por los dichos del
presidente Alberto Fernández parecería una maldición semejante a la propia
pandemia cuando la realidad muestra todo lo contrario: una oportunidad que se
le plantea a nuestro país para dar un avance económico que se traduciría en
bienestar para toda la población. Un desafío para rebajar los índices de
pobreza, atraer inversiones y, a la vez, satisfacer la demanda del mundo en los
próximos años.
De todos los países
exportadores de alimentos del globo, que son apenas un puñado, Argentina es la
de mejor posición ante los escenarios planteados. Porque nuestro país apenas
consume alrededor del 20% de su producción, es decir que está preparado para
exportar hoy cuatro de cada cinco toneladas que produce.
Otro dato fundamental es
que Argentina, por su clima mayormente templado y el conocimiento y capacidad
de sus agricultores produce en cantidad y calidad toda la variedad de alimentos
que necesita el mundo: soja, maíz, trigo, cebada, arroz, colza… y todo aquel
grano que pueda demandarse los argentinos lo acogen y producen con eficiencia
si se dan condiciones económicas adecuadas. Prueba de ello es cuando se le
quitaron los derechos de exportación al trigo y al maíz en diciembre de 2015
los productores respondieron con un 34% más de producción en la siguiente
campaña. No es nada descabellado estimar que de asegurarle a los agricultores
menores impuestos y seguridad jurídica Argentina alcance los 200 millones de
toneladas de granos en un corto plazo con condiciones climáticas medias.
Cuanto mejores son los
escenarios esperados por los productores más superficie siembran y mejores
tecnologías aplican para alcanzar ascendentes tonelajes, que abastecerían al
mundo y sumarían recursos a los gobiernos locales, provinciales y a la nación.
Más materia prima para las industrias que suman trabajo y desarrollo armónico
en el interior.
Según las situaciones
detalladas el aumento de precios de los alimentos no sería una maldición para
nuestro país como lo plantean algunos funcionarios, por el contrario se lo
debería ver como una oportunidad para nuestro crecimiento y bienestar.
Así lo entendió Brasil,
que ya redujo los impuestos a la importación de fertilizantes, empezó a
ocuparse en abrir nuevas minas de potasio, y ya tiene un plan multimillonario
para financiar sus exportaciones de alimentos.
Las decisiones deben
pensarse desde hoy. El trigo se siembra mayormente en junio y julio y nuestros
agricultores, si se le dan las seguridades correspondientes, podrían sumar diez
millones de toneladas más a la producción actual; trigo que Argentina tendría
disponible a partir de diciembre.
Es hora que nuestros
políticos dejen de discutir un penal en las ligas menores y apuesten al globo:
estamos en las eliminatorias del mundial y ese certamen no espera.
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