La inteligencia de las democracias competitivas
Enrique Blasco Garma
Economista.



El tema central de la política y economía es reconocer que los 8.000 millones de humanos del planeta se diferencian por las libertades de contratar, esto es, distinto respeto por el prójimo.
En una escala ascendente se advierte con claridad la brecha entre la opresión extrema de Burundi, que produjo USD 270 por habitante por año en 2021, y demás países sindicados como carenciados, hasta los USD 100.000 anuales por persona que generó con el respeto de la libertad Irlanda.
Los niveles de PBI por año de cada país resultan de atender, coordinada y voluntariamente, las necesidades de otros individuos. La diferencia crucial es quienes son esos otros. En tanto las libertades escasean, “los otros” a complacer son gobernantes, caudillos y privilegiados empoderados. La cuestión conflictiva es a quiénes complacer.
Diferencias de trato, respeto; la extensión de las diferentes libertades personales de desarrollar actividades. Ciertos políticos proclaman su intención de “proteger a los desposeídos”; culpan a “codicias empresarias” y “grupos concentrados” buscando apoderarse de lo ajeno.
En las autocracias, los funcionarios usurpan propiedades, deciden impuestos, tarifas de servicios públicos, precios, subsidian actividades, emplean personas, según de quién se trate. El derecho no es parejo, si no que está condicionado por las vinculaciones de cada particular.
Sin embargo, a medida que progresa la competencia, “los otros”, el prójimo, incluye a más personas disfrutando reglas parejas, derechos de actuación estables, tanto en el interior como con el exterior. Las reglas que definen los derechos de contratar se estabilizan y emparejan.
El lema popularizado por la Revolución Francesa intentando derrocar los privilegios de la aristocracia: la misma ley y medida para todas las personas y todos los tiempos. En esta mirada, la verdadera restricción de la economía es la carencia de las libertades, el respeto por los individuos. Libertad es Justicia, Competencia, Eficiencia, la misma regla, idéntica y estable sin privilegios.

La mitad de los humanos habita países que producen menos del 10% del PBI mundial. En otro extremo, el 10% de la población mundial habita naciones que generan el 50% del PBI. En verdad, sólo los habitantes de las democracias competitivas disfrutan de las mayores libertades. Según James Madison, padre de la Constitución de los EEUU, “el gobierno ha sido instituido para proteger la propiedad”.
Imponer o redistribuir forzadamente derechos individuales frustra oportunidades, contrayendo los ingresos y el valor de los activos. Es lo opuesto a las transacciones que, por ser voluntarias, expanden el valor de los derechos, propiedades y los ingresos. Eso explica que las sociedades liberadas de trabas coordinan mejores remuneraciones y producen bienes satisfactorios. Las libertades expanden las habilidades individuales, ingresos y patrimonios.
Las libertades de competir determinarán redes de inteligencia distribuidas según convengan los individuos en sociedad o al centro de decisión del gobierno autoritario. La liberación de restricciones normativas expande los conocimientos aplicados por la gente en las diferentes naciones.
Las sociedades avanzan donde Justicia es la misma regla estable para todos, incluyendo impuestos, precios y servicios públicos. En cambio, en las autocracias, los funcionarios usurpan propiedades, deciden impuestos, precios, subsidian, emplean, según de quién se trate.
El Poder Judicial es el encargado de sostener los derechos individuales y enfrentar la corrupción de privilegios y cargas particulares que enferman las sociedades.
El entramado institucional de los Padres Fundadores de los EEUU impulsó: 1) la competencia de los jueces para descubrir las normas mejores para definir propiedades y derechos individuales; 2) la más completa libertad de expresión; 3) el debido proceso; 4) separación de poderes y el filtro de las votaciones populares, así se controlan entre sí; y 5) la seguridad de las libertades, “si renunciaran a la libertad para obtener seguridad, no tendrán ni lo uno ni lo otro”. La alternancia en el poder, la transparencia de los actos de gobierno y la responsabilidad de los gobernantes de rendir cuentas ante los gobernados.
El temor fundado en los excesos de las mayorías legislativas, durante el período anterior, urgió sancionar la Constitución.
El escenario doméstico
Entre los países carenciados, la Argentina está afectada de la ideología de la negación de los conocimientos científicos, en la política, economía y el derecho. Los dirigentes hasta desconocen la partida doble de la contabilidad, que rige las relaciones comerciales en todo el planeta. Proponen basados únicamente en los beneficios pretendidos, sin considerar los costos de oportunidad; las ventajas de subsidiar a piqueteros y otros, sin contabilizar las pérdidas por restar esas sumas a los contribuyentes.

Al exigir mayores impuestos debieran considerar cuánto peor se atienden las necesidades individuales, al quitarles los fondos a recaudar. Cargar con impuestos a quienes satisfacen apetitos para premiar a quienes no lo hacen irremediablemente empobrece y enferma la sociedad.
La creación empleos productivos corresponde a los privados no al gobierno. Pero los políticos insisten, trabando los trabajos productivos cuando al Estado le sobran burócratas ociosos.
Las naciones prosperan reconociendo las ventajas de la competencia, la justicia de reglas y medidas estables, iguales para todos, frente a la corrupción de normas diferentes según de quien se trate. Nuestros gobernantes insisten con trabas, cepos, prohibiciones que empobrecen a la mayoría y benefician a pocos.
Una Argentina competitiva es factible liberando las contrataciones de obstáculos burocráticos redundantes. El valor de los ingresos responde a las capacidades de concretar producciones que satisfagan necesidades reales de los individuos. Liberar, entronando a la noble igualdad de las gentes, como proclama nuestro Himno Nacional.


Publicado en INFOBAE.
 

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