Otro día de disparates
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Las noticias y los comentarios van detrás de la renuncia de un funcionario oscuro, inútil, inservible, ignorante de la materia que se supone conoce que, obviamente, fracasó en su gestión. 
Me refiero, claro está, a Roberto Feletti, que dejó su puesto en la Secretaria de Comercio (una dependencia que debería desaparecer de la faz de la Tierra) luego de que así se lo indicaran Cristina y Máximo Kirchner.
Feletti es el funcionario que dijo que la inflación tiene dos causas, una “internacional” y otra “monopólica”. 
Cuando dijo eso, afirmó que estaba diciendo algo que “todo el mundo conocía”, cuando en realidad lo que acaba de afirmar era una burrada sublime: nadie en la profesión económica reconoce esos datos como un fuentes de la inflación.
Esta es una cuestión que tiene importancia porque si uno tiene una deformación acerca de las razones que producen el problema que quiere resolver, lo más probable es que no lo resuelva.
Veamos qué mierda quiere decir Feletti y, en general, el kirchnerismo peronista con este delirio.
La idea que el kirchnerismo pretende trasmitir es que en la Argentina todo está bien, hay una enorme productividad, un gran crecimiento y una manifiesta creación de riqueza.
El único pequeño detalle al que no le encuentran la vuelta es a la “distribución de la riqueza” porque hay factores internacionales que favorecen el alza de precios que favorecen solo a algunos (renta inesperada) y porque internamente hay 4 o 5 hijos de puta que, por la vía de la inflación, se quedan con el excedente de la renta.
Frente a estos “inconvenientes” el resentimiento kirchnerista (ademas de los famosos “ah pero la guerra”, “ah pero los formadores de precios”) tiene preparados dos remedios: a la cuestión “internacional” se la arregla castigando los ingresos de los que se “benefician injustamente de las condiciones externas” a través de aplicarles impuestos draconianos; y a la cuestión interna se la corrige con un estado policial, persiguiendo comerciantes con perros por la calle.
En ese sentido, fue muy sintomático un tweet subido ayer por Fernanda Vallejos, la recalcitrante camporista que calificó de okupa al presidente,  en el que felicitaba al “compañero Feletti”  quien “claramente no tuvo las herramientas necesarias para contener la inflación”.
Las preguntas a Vallejos serían, ¿cuáles serían para usted las “herramientas” que le faltaron a Feletti?, ¿la prisión?, ¿la amenaza del uso de armas?, ¿la persecución?, ¿el escarche fascista?, ¿el cierre de empresas?
No caben dudas de que el esquema socioeconómico peronista solo cierra con represión, persecución y cárcel. 
Ese es el medioambiente en el que se sienten cómodos: “van a volver los días en que andábamos con alambre de fardo en el bolsillo” [porque] “el gobierno bajará los precios aunque tenga que colgarlos a todos”, como decía el General.
En este contexto surrealista de la pérdida infame del poder adquisitivo de la moneda (porque eso es la inflación, no el aumento de los precios) el gobierno presentó sus nuevos billetes de los que retirará la fauna autóctona para reemplazarla por, según dijo Fernández, “aquellos que construyeron la Argentina”.
El problema surge cuando,  al lado de los intachables Belgrano y San Martín, aparecen personajes controvertidos que no son indiscutibles como ellos y para con los cuales, muchos argentinos, tienen la idea exactamente contraria: no que construyeron el país sino que lo destruyeron como el caso de Eva Perón o Azucena Villaflor.
El dinero, simbolizado en los billetes, no vale nada. Eso es lo único que importa. El gobierno debería estar ocupado en devolverle a la moneda sus características de unidad de cuenta, medio cancelatorio de pago y reserva de valor. El peso las ha perdido a todas, figuren en los billetes San Martín o una ballena.



 

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