Si se pueden agravar los conflictos: ¿para qué buscar soluciones?
Enrique Blasco Garma
Economista.


Pretendiendo saber mejor que los gobernados, los funcionarios intervencionistas obstruyen actividades de particulares. El repetido cuento del conflicto entre los “intereses generales” y los especuladores egoístas, angurrientos de riquezas ajenas. “Donde hay una necesidad nace un derecho” reiteran, inocentes, abriendo a decisiones burocráticas, el poder de los dirigentes sobre sus dirigidos. Sólo la ideología que, “dado que las necesidades son inacabables y los medios escasos” corresponde a los gobernantes determinar cuáles atender. Muchos gobernadores se sienten patrones de estancia, y consideran a la gente ganado, sin criterio ni conocimiento de la propia conveniencia.
Por el contrario, las sociedades progresan reconociendo que las habilidades y necesidades individuales son diferentes, tornando ventajoso acordar actividades particulares mediante reglas, leyes, estables, iguales para todos. Las necesidades individuales del conjunto social se satisfacen mejor reconociendo derechos privados iguales, estables. Los saberes de la población crecen donde las actividades son libres de trabas burocráticas. Coartando las decisiones personales, los conocimientos pierden valor.
La competencia desarrolla habilidades valiosas e ingresos. Las capacidades personales en las sociedades libres son vastamente superiores a las de Estados reguladores, apropiadores de las decisiones privadas. Esa realidad explica la inmensa brecha entre los ingresos de los países, desarrollo en libros y en este espacio en InfobaeDesde USD 250 por año y por habitante, en Sudán del Sur, USD 1.700 en Venezuela, USD 10.700 en Argentina, 17.000 en Uruguay, 100.000 en Irlanda.
El secreto de la riqueza de las naciones está en la coordinación de las actividades individuales, que el PBI, los ingresos de cada uno, sea el resultado de satisfacer las carencias de otros. Con la justicia de leyes, reglas, parámetros, iguales y estables para cada uno. La concreción del lema “todos para uno, uno para todos”, popularizado en la novela “Los tres mosqueteros” contrasta con el lema populista “hay que intervenir para privilegiar a los preferidos del poder y desatender las carencias del resto”.
En CNN en español, el presidente Alberto Fernández justificó las autocracias en la pobreza de sus pueblos. Cuando es al revés; los pueblos son pobres porque gran parte de la población carece de derechos, violados por la fuerza de dictadores y sus secuaces. Excluidos por su propio gobierno, empobrecen. El pueblo quiere saber de qué se trata porque sabe que le conviene liberarse de obstáculos redundantes. La riqueza de las naciones no sólo mide ingresos; también concurre con libertades, honestidad de funcionarios y satisfacciones personales.
La competencia no es sólo mediante precios, sino también con negociaciones libres perfeccionando instituciones, lenguajes, legislaciones, representaciones políticas, contratos. En Suiza, uno de los países de mayor PBI, país federal integrado por 26 cantones, aquellas jurisdicciones que más confían en los contribuyentes tienen menor evasión impositiva.
La prepotencia gubernamental no sólo empobrece, también complica reaccionar y acomodar a las novedades. Intentando ganar poder a fuerza de agravar conflictos, traban y demoran soluciones, incrementan escaseces.
Al desborde de la emisión monetaria, el Gobierno la enfrenta con cepos, prohibiciones, estropeando la coordinación de los precios y negocios. Nos estafan con el peso de valor inciertoFaltan repuestos, bienes, hasta combustibles a días del invierno por ausencia de coordinación monetaria y macroeconómica para que el trabajo sea productivo.
El Gobierno paga a diferentes emprendimientos, denominados organizaciones sociales, montos considerables a costa de las actividades productivas. Aumenta la pobreza porque se subsidia a quienes extorsionan, impidiendo transportes de personas y cargas, y desinteresa de trabajos productivos, con gravámenes mayores. También concediendo privilegios por doquier, ejemplo del Régimen de Tierra del Fuego y diversas “protecciones”. En tanto, cada empleo verdaderamente productivo se consigue negociando condiciones propias con el cliente, el verdadero empleador. Que el gobierno acepte el reclamo de las organizaciones, de trabajos y salarios, empobrece a los argentinos.
Se progresa con reglas estables para todos, incluyendo impuestos, jubilaciones, servicios públicos y hasta el valor del dólar. El Gobierno viene restringiendo las decisiones privadas. Dónde advierten un conflicto imponen prohibiciones, demoran propuestas, sumando incertidumbre.
Faltan combustibles a pesar de disponer los yacimientos más promisorios del planetaLa falta de gas surge por un problema macroeconómico.


Publicado en INFOBAE.






 

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