El mensaje del Sudoku
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



“Estoy más hundido que el Titanic, ya nada me importa. Si no me salvan me llevo puestos a muchos al fondo del mar”
(Imaginario mecanismo inconsciente de Amado Boudou)

 
Mientras “el Coqui” Capitanich trataba de defenderse de las verdades senatoriales como gato en la leñera y hacía aguas con su nerviosa sonrisa para no reconocer la devaluación del 23% en enero que anticipa la próxima de principios de agosto luego que Brasil levante por sexta vez la Copa del Mundo de Fútbol, el Vicepresidente de la Nación enviaba un mensaje subliminal a su compañera jefa.

Parecía conocer el dictamen judicial que convalidaría la declaración de de las hijas de Ciccone sobre su injerencia en la decisión comercial de la impresora de billetes argentinos que lo ubica al borde del procesamiento con posterioridad a su futura indagatoria en el mes de mayo.

Boudou ya se considera “por encima del bien y del mal” y sólo desea negociar la causa que más lo involucra y perjudica: su enriquecimiento ilícito injustificable durante la “dékada ganada”.

El Vicepresidente sabe que la designación de Gerardo Zamora en la Presidencia Provisional del Senado de la Nación es un paso previo a su entrega por parte del régimen. Entrega con la que esperan pactar once años de impunidad y latrocinio y que temen sean dilucidados con anterioridad al 10 de diciembre de 2015, fecha de defunción legal del kirchnerato.

El Sudoku fue más que un entretenimiento durante la sesión en el Senado, que formalmente presidía. Fue un mecanismo de amenaza implícita del “ya nada me importa, después de mi… vendrán ustedes”.

La verdadera demostración de impotencia gubernamental ante las constantes mentiras que no logra acostumbrarnos Capitanich tras el avasallamiento inquisitorio de Ernesto Sanz sobre la devaluación padecida, fue la altisonancia injuriante del Jefe de Gabinete frente a la senadora radical mendocina Laura Montero quien había cuestionado el accionar del equipo ¿equipo? económico desde fines de diciembre a la fecha.

La devaluación, la pérdida del salario real de los trabajadores del orden del 10% en el primer bimestre de 2014 y la caída de reservas del Banco Central en solo tres meses, fueron sólo adormecidas por medidas hipermonetaristas que contraerán cualquier atisbo de crecimiento y consumo durante el año.

El distribucionismo populista parece haber bajado el telón.

No solo en lo económico sino fundamentalmente en lo social.

El propio Scioli se animó a decir que "Estamos viviendo horas muy difíciles, con mucha sangre derramada" luego de la ola de asesinatos en el conurbano bonaerense que culminara con un paro salvaje tras la muerte del joven colectivero de la línea 56 el viernes pasado y causara daños sólo a los trabajadores que, bajo el temporal de agua, debieron volver a sus hogares tras su jornada laboral… sin colectivos.

Un verdadero mensaje de enfermedad social. “Pueblo contra pueblo” pareció ser la tajante respuesta de la U.T.A. al asesinato del joven trabajador. Nada de culpa tuvieron los dos millones de transeúntes que debieron enfrentar el regreso a casa bajo el castigo injusto de una medida de cuya causa no eran culpables.

Para colmo de males, el régimen debió padecer la inauguración de Expoagro en Ramallo y visualizar el desfiladero opositor en apoyo a la justa causa del campo. Hasta debieron soportar a Cobos, Moyano y Lousteau compartiendo la misma mesa que en 2008 los separara.

El escapismo oficial, que los hace creer que el final nunca llega, encontró en el viaje al Vaticano de Cristina de Kirchner una salida protocolar ante el desmadre social.

Nuestro Papa Francisco no solo cumplió un año de reinado sino que demostró la “humildad de los grandes” al recibir mañana lunes a una de sus principales detractoras al ser elegido como sucesor de Pedro.

Ella entrará en Santa Marta bajo el cinismo propio de la sonrisa que caracteriza a los vencidos frente a la más noble de las causas, algo que nunca asimilaron ni propalaron: el amor al prójimo.

Ese prójimo que supieron utilizar tanto el presidente muerto como la presidente en decadencia, camino a su ostracismo.

La recibirá la contracara de sus entrañas. La simpleza y la verdad de un hombre nacido en el porteño barrio de Flores que sólo gobierna el sentimiento de 1.200 millones de católicos y amalgama en su prédica a judíos, mahometanos y agnósticos, estos últimos aunque por soberbia tratarán de no reconocer al representante de Cristo en la tierra como el transhumante que abre sus corazones por encima de apócrifas negaciones culturales.

Francisco recibirá a Cristina de Kirchner bajo la sabia enseñanza de la “parábola del hijo pródigo”, nunca tan cercana a la realidad.

Que su mensaje le haga sepultar odios y resentimientos que han dividido en esta dékada ultrajada a un pueblo adolescente que trata de lograr su identidad.
Que el milagro de un Papa argentino logre reunificarnos hacia un futuro de convivencia, legalidad y respeto a la institucionalidad denostada por el populismo caduco que aún nos agobia.

Que así sea.
 

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