El berrinche de América Latina
Manuel Hinds

Ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009)


Es muy difícil explicarse lo que está pasando en América Latina. En sus 200 años de experiencia, la región ya debería de haber aprendido que el costo de tener gobiernos populistas es muy alto. Y sin embargo, ha seguido eligiendo por doscientos años a populistas que no tienen ni la capacidad ni las ganas de resolver los graves problemas que la han mantenido en el subdesarrollo. El público latinoamericano, siempre fácil de engañar, premia a todos estos personajes con cifras de popularidad muy altas por pasarse los gobiernos echando culpas a otros por un subdesarrollo que ellos mismos mantienen, sin hacer nada para superarlo. Los tres últimos que han electo —Petro, Castillo y Boric— llenan ese papel perfectamente.
¿Por qué América Latina sigue eligiendo populistas, iguales o peores en promedio, después de 200 años de pésimas experiencias? Si usted hace esta pregunta a alguien al azar, lo más probable es que le contesten que la culpa de que los elijan la tienen los gobiernos que los precedieron. Esta respuesta, que todo el mundo cree que es lógica, no tiene sentido.
El caso es exactamente igual al de alguien que, por haber ido a un mal médico que lo puso peor de su enfermedad, busca otro peor todavía para vengarse del anterior. Ese proceder no sólo no es ilógico. En ese proceso cada presidente será igual de malo o peor que el anterior.
Lo peor es que parecería que esa es la verdadera razón por la cual eligen a gente tan mala. Es lo que la gente dice y es lo que en América Latina todo el mundo acepta como una razón válida porque participa de esa retorcida lógica latinoamericana. Esa, también, es la razón por la que los presidentes no solo son malos, sino que tienden a ser, con algunas excepciones, iguales a, o peores que, los primeros populistas que escalaron al poder inmediatamente después de la Independencia. Por confesión propia, los latinoamericanos eligen a sus políticos, presidentes y diputados, por berrinche, no por lo que pueden hacer por el país. Infantilmente, al elegir al nuevo, creen que están castigando al anterior, y todos se sienten satisfechos de haberlo hecho. Y así, los países no progresan. No invierten en su gente, no la educan, no le dan salud pública decente, no crean las condiciones para el desarrollo. En 200 años no se han dado cuenta de que los castigados son ellos. Y hoy sí se han echado un gran berrinche, porque casi toda la región está en manos de populistas.
El costo de tener populistas en el gobierno es siempre alto, pero es mucho más alto cuando las condiciones se vuelven difíciles, como está pasando ahora. El mundo está entrando en una crisis para la cual es difícil hallar precedentes sin ir a los años que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial, en los que, en medio de una depresión económica, se visualizaba la posibilidad de una guerra mundial.
En nuestro tiempo, la posibilidad de una guerra mundial ya está planteada por la guerra en Ucrania que, por el momento, está en peligro de causar una grave escasez de alimentos, que, si se da, y es casi seguro que se dé, alimentará aún más la inflación que, por otros motivos, ya estaba emergiendo cuando la guerra comenzó. El peligro de guerra también existe en el otro extremo del mundo, dadas las señales que China está emitiendo de querer invadir a Taiwán en el futuro próximo. Esta guerra trastornaría todas las cadenas de abastecimiento del mundo. Como sucede en todas las crisis, los inversionistas hacen lo que llaman una “huida hacia la seguridad”, y se llevan toda su liquidez a EE.UU., lo cual le pone presiones hacia la devaluación a las otras monedas de la región. Pero, además, todas las economías del mundo están en peligro de entrar en recesión en estos meses que vienen. Voceros de los bancos centrales más importantes lo han advertido varias veces.
Los mismos problemas traen algunas soluciones. Por ejemplo, el conflicto con China ha hecho que muchos grandes inversionistas se vayan de ese país, buscando lugares donde invertir más cercanos a EE.UU. Esto ha estado pasando por años, yo mismo he escrito muchos artículos sobre esto, pero nadie se ha enfocado en atraer a estos inversionistas, que sí crean trabajos.
El pueblo está distraído en otras cosas, viendo el circo, no se enfoca en las que son importantes, como educarse, tener buena salud y un buen empleo mejor que el que tienen ahora. Tienen el gobierno que se merecen por el berrinche que se han tirado.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 25 de agosto de 2022 y en Cato Institute.

 

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