Los Liderazgos Políticos en Latinoamérica y sus Faltantes
José Verón

Se ha dedicado a investigar en las ciencias sociales, especialmente en el derecho, la economía, la administración, la psicología social y  el periodismo.  Su actividad principal es la docencia, en la que ejerce desde 1997, y la mediación, desde 2002.



      Siempre nos subyuga, encontrar aquella “formula” que permita reunir, en un líder político, aquello que nos parece deseable en el, que estimamos será positivo para nuestros países, y aquello otro que, sabemos, muchas veces les falta: arraigo popular
     De hecho, la contemporánea ciencia política, así como desde algunos desarrollos, también la filosofía política, tiene dos conceptos vectores-rectores para aludir a estos tan importantes aspectos. Uno de ellos es el así denominado gobernancia, esto es decir, en una acepción lata, la virtud de un gobierno, de cualquier nivel, por el que se puede predicar de este que administra y gestiona con eficacia, eficiencia y efectividad; entendiendo por efectividad, no solo la consecución conjunta de la eficacia y la eficiencia, sino también, la consecución y el logro del impacto especifico deseado y buscado con la gestión de gobierno, lo que se había previsto y planificado, sin mayores desvíos. Gobiernos y gestiones que evitan, en lo posible, el consumo de capital, por aludir a un eje muy central
         El otro concepto vector-rector es el de la gobernabilidad, entendiendo aquí fundamentalmente por esta noción, la cualidad de un gobierno, por el cual su gestión es socialmente soportable, no genera grandes resistencias ni demasiadas reticencias en los gobernados, siendo de esta forma, fundamentalmente viable

     Se dice que si un gobierno, una gestión, una administración, reúne ambas condiciones de posibilidad (García Delgado, 1990), este gobierno, además de ser viable, podrá ser también factor clave de potencial crecimiento y desarrollo, en su comunidad
    ¿Qué les falta, muchas veces, a nuestros líderes latinoamericanos? Muchas veces encontramos en ellos que sus gestiones son de avance, son de progreso social, en términos bastante reales y comprobables, pero, su sostenibilidad, la posibilidad de ser reelegidos, o de tener continuidad, esta las mas de las veces en duda; un populismo fuerte y demagógico los puede derrotar

     Vamos también a sostener, que, la gobernabilidad, no depende pura y exclusivamente de factores racionales y razonables. La gobernabilidad está fuertemente ligada, también, a factores emocionales, más propios de la intuición que del cálculo de costos y beneficios, de índole lógico-matemática

     Y es por eso que, muchas veces, o las más de las veces, nuestros líderes latinoamericanos se han apalancado en exceso en los aspectos más racionales de la gestión y el gobierno, fortaleciendo consecuentemente con ello la gobernancia, pero precisamente también por esto han descuidado la gobernabilidad, muchas veces. 
      La gobernabilidad también dependería, de aquellos otros elementos que Max Weber, en varios estudios clásicos y muy conocidos y divulgados, califico como los otros tipos de dominación, para usar su terminología. Esto es decir, atender no solo a la dominación racional-legal, sino también a los aspectos de raíz tradicionalista y carismática. Aspectos que los liderazgos y las jerarquías religiosas, por ejemplo, nunca descuidaron

       Estos otros aspectos, presentes en toda estructura de dominación sostenible y eficaz—sin carga peyorativa en este término, sólo tomando la terminología Weberiana---, han sido, casi como por una formación de reacción, ante cierto hartazgo que los populismos suelen producir, desatendidos y descuidados por muchos de los mejores líderes políticos latinoamericanos, produciéndose así, un faltante socio-político que, en algún momento determinado, la sociedad busca llenar; quizá también, por una formación de reacción

      Por mas “madurez” que se le exija a una sociedad, siempre habrá, aquello que los vitalistas alemanes del siglo XIX y XX  llamaron el sturm and drang, esos impulsos irracionales, emotivos, propios de la pulsión de vida, de la fuerza vital, de las fuerzas cohesivas; que si nuestros a veces quizá-- por así decirlo-- demasiado pulcros líderes latinoamericanos siguen descuidando, también como comunidad no será bueno ni positivo puesto que, a lo sumo, solo podremos aspirar a ocupar (y a hacerlo bien) nuestro puesto en el péndulo, cuando sea el turno. Si Capriles, Bachelet, Toledo o Roussef solo se concentran en la gobernancia, el faltante de gobernabilidad posiblemente los socavara; esto, quizá, aún cuando por ahí los fundamentals de la macroeconomía anduvieran (en apariencia, al menos) aceptablemente bien 

 

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