¿El mundo enfrenta un problema de subpoblación?
Marian Tupy
Editor de HumanProgress.org y analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global. 


“No hay suficientes personas. No puedo enfatizar esto lo suficiente … Y creo que uno de los mayores riesgos para la civilización es la baja tasa de natalidad y el rápido descenso de la tasa de natalidad”, argumentó el director ejecutivo de TeslaElon Musk, el año pasado. Ha vuelto el tema del “colapso de la población” en varias ocasiones posteriores. Compare la posición de Musk con la de la congresista Alexandria Ocasio-Cortezquien les dijo a sus seguidores de Instagram que “básicamente es un consenso científico que la vida de nuestros hijos va a ser muy difícil, y lleva a los jóvenes a tener una legítima pregunta: ¿está bien seguir teniendo hijos?”
Los seres humanos impactan al mundo de maneras buenas y malas. En nuestro libro nuevo, Superabundance: The Story of Population Growth, Innovation, and Human Flourishing on an Infinitely Bountiful Planet, mi coautor y yo hemos revisado un tema que está íntimamente relacionado con el crecimiento de la población: la escasez de recursos. Este debate se remonta al Siglo V a.C., cuando tanto los confucianos como los griegos estaban de acuerdo en que era necesario controlar el crecimiento de la población para evitar que la fecundidad excesiva abrumara el suministro de alimentos y se produjera la hambruna. El prelado inglés, Thomas Malthus, resucitó la idea en su influyente Ensayo sobre el principio de la población en 1798, y la gente ha estado discutiendo sobre la conveniencia del crecimiento de la población desde entonces. 
El debate nos ha dado la política china del hijo único (1980-2015) y las esterilizaciones masivas durante la emergencia de la India (1975-1977). Bill Maher de HBO bromeó hace un par de años que “el gran factor poco discutido en la crisis climática es que somos demasiados y usamos demasiada mierda”. Más en serio, Patrick Crusius, el tirador de 22 personas en un Walmart de El Paso, escribió: “Nuestro estilo de vida está destruyendo el medio ambiente de nuestro país. Pero M****** s** la mayoría de ustedes son demasiado tercos para cambiar su estilo de vida. Entonces, el siguiente paso lógico es disminuir la cantidad de personas en EE.UU. que usan recursos. Si podemos deshacernos de suficientes personas, entonces nuestra forma de vida puede volverse más sostenible”. Nunca antes hemos tenido tanto en juego.
Lo que importa no son los límites físicos de nuestro planeta, sino la capacidad humana re-imaginar el uso de los recursos que ya tenemos.
El problema con los precios reales es que ignoran los cambios en los ingresos. Por lo general, aunque no siempre, los ingresos individuales aumentan más rápido que la inflación. Esto se debe a que las personas tienden a volverse más productivas a lo largo de su vida y con el paso del tiempo. Compare la productividad de los trabajadores equipados con palas y la de los que conducen excavadoras gigantes. Mientras que los precios reales se miden en dólares y centavos, los precios temporales se miden en horas y minutos. Para calcular un precio por tiempo, todo lo que necesita hacer es dividir el precio nominal de un bien o servicio por el ingreso por hora nominal. Eso le dice cuánto tiempo debe trabajar para pagar algo. 
Considere a los trabajadores manufactureros de EE.UU. Entre 1900 y 2018, los precios temporales de la carne de cerdo, arroz, cacao, trigo, maíz, café, cordero y res cayeron un 98,4%, 97,6%, 97,1%, 96,7%, 96,1%, 93,8%, 78,6% y 75,5% respectivamente. Eso quiere decir que el mismo tiempo que compraba 1 libra de cada bien, ahora compra 62,6, 41,1, 34,8, 30,5, 25,6, 16,2, 4,7 y 4 libras. Si bien las personas no pueden comer caucho, aluminio, potasa o algodón, los precios de estos productos básicos son insumos valiosos en los procesos de producción que afectan los precios de los bienes y servicios y, por lo tanto, el nivel de vida general. Sus precios de tiempo cayeron un 99,4%, 98,9%, 98,2% y 95,8% respectivamente. Mientras tanto, la población de EE.UU. aumentó de 23 millones a 328 millones. 
La escasez relativa de recursos generalmente se mide observando los precios. Si los precios suben, se considera que los recursos son cada vez más escasos y, si bajan, más abundantes. Los medios a veces asustan a sus lectores informando sobre precios “nominales” (de ahí todos los titulares sobre precios de alimentos y combustibles que están en máximos históricos), en lugar de precios “reales”, que tienen en cuenta la inflación. Fue en los precios ajustados a la inflación de cinco metales que el biólogo de la Universidad de Stanford Paul Ehrlich y el economista de la Universidad de Maryland Julian Simon apostaron $1.000 en 1980. Si los precios reales bajaban durante la próxima década, acordaron, Ehrlich le pagaría a Simon. Si subían, Simon le pagaría a Ehrlich. Ehrlich perdió.
¿Qué pasó con los precios globales de tiempo de los recursos? Cayeron un 84% entre 1960 y 2018. La abundancia de recursos personales del habitante promedio del mundo aumentó de 1% a 6,27% o 527%. Dicho de otra manera, por el mismo tiempo de trabajo que podía comprar un artículo en la canasta de recursos que consideramos, ahora puede obtener más de seis. Durante ese período de 58 años, la población mundial aumentó de 3.000 millones a 7.600 millones. 
Sorprendentemente, también encontramos que la abundancia de recursos personales aumentó más rápido que la población en los 18 conjuntos de datos elegidos al azar que analizamos. Llamamos a esa relación “superabundancia”. En promedio, cada ser humano adicional creó más valor del que consumió. Pero, ¿cómo sucede toda esa superabundancia?
Musk ofreció una pista de la respuesta en el discurso mencionado anteriormente. Señaló que “no sé si realmente deberíamos tratar de vivir durante mucho tiempo. Es importante para nosotros morir porque la mayoría de las veces las personas no cambian de opinión, simplemente mueren”. La superabundancia, en otras palabras, es un producto de la mente humana. Son las ideas las que conducen a las invenciones que, después de haber sido probadas en el mercado, conducen a innovaciones que impulsan el crecimiento económico y aumentan el nivel de vida.
Pero las grandes poblaciones no son suficientes para producir superabundancia –solo piense en la pobreza en China e India antes de la liberalización. Para innovar, se debe permitir que las personas piensen y actúen. Estas personas pueden crear un valor tremendo. 
En conclusión, el mundo es un sistema cerrado de la manera que un piano es un sistema cerrado. El instrumento tiene solo 88 teclas, pero esas teclas se pueden tocar en una variedad casi infinita de formas. Lo mismo se aplica a nuestro planeta. Los átomos de la Tierra pueden ser fijos, pero las posibles combinaciones de esos átomos son infinitas. Lo que importa no son los límites físicos de nuestro planeta, sino la capacidad humana para re-imaginar el uso de los recursos que ya tenemos. 
Este artículo fue publicado originalmente en Townhall (EE.UU.) el 18 de septiembre de 2022 y en Cato Institute.

 

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