Después del Presupuesto
Jorge Raventos
Estudió sociología en la UBA. Periodista profesional. Fue directivo de las revistas Panorama, Confirmado, Primera Plana, el Observador, Playboy, Competencia, Economía Argentina.

Es columnista político de La Capital de Mar del Plata. Ejerció la docencia en las carreras de Ciencias Económicas y Sociología y en el Instituto de Formación Política de La Plata.

Fue asesor de comunicación de la Confederación General de la Industria y de la Unión Industrial Argentina y consultor de la ONUDI. Fue vocero de la Cancillería Argentina (1992-1999).

Es miembro cofundador (1997) del Centro de Reflexión para la Acción Política Segundo Centenario. Junto a Jorge Castro y Pascual Albanese publicó en 2008 La Argentina después de Kirchner.


El presupuesto de Sergio Massa atravesó exitosamente la prueba de la Cámara de Diputados. Cuando era presidente del cuerpo legislativo, Massa sufrió un revés al no obtener la aprobación para el presupuesto 2022 que había diseñado Martín Guzmán. Esta vez, desde el cargo que Guzmán abandonó al comienzo de julio y que él asumió un mes más tarde, Massa movió las fichas de modo de evitar un rechazo del presupuesto del año próximo, que habría desmantelado sus presentaciones ante el FMI y ante influyentes sectores de Washington estadounidense, ámbitos que aprecian su capacidad de construcción política. ­
Massa puede exhibir ahora una ley que atravesó la Cámara Baja con 180 votos positivos, que incluyeron muchos respaldos de la oposición (Juntos por el Cambio votó dividido: el radicalismo apoyó, la Coalición Cívica de Elisa Carrió rechazó y el Pro se abstuvo: en total, la reticencia quedó limitada a 71 diputados). El paso por el Senado será confirmatorio. ­
Los críticos del ministro, además de indignarse con los opositores que le facilitaron el logro, remarcan que el paso del presupuesto por la Cámara de Diputados estuvo lejos de mostrar una marcha arrolladora: puntualizan que Massa tuvo que hacer concesiones y dejó caer, por ejemplo, el artículo 95 del proyecto que prorrogaba hasta el 31 de diciembre del año próximo la facultad del Poder Ejecutivo de fijar retenciones a la producción agropecuaria con un tope en la alícuota del 33 por ciento del valor imponible.
Señalan además que perdió ante la resistencia opositora en el punto que establecía que todos los jueces y funcionarios de la Justicia deben tributar el impuesto a las ganancias. En rigor, no está demasiado claro que este punto -que suscitó un encendido debate y movilizó la capacidad de lobbying de la corporación judicial- fuera una cuestión de interés particular para el Ministerio de Economía, aunque le sirviera tácticamente como eventual moneda de cambio en el toma y daca legislativo.
La mayoría de los observadores -inclusive los finos analistas de Tribunales adjudican la iniciativa al kirchnerismo. Más específicamente, a su jefa.
En busca de otros puntos flojos del ministro, los críticos le anotan la aparente pérdida del respaldo de la Señora de Kirchner y de su hijo. En el primer caso, citan como ejemplo el tuit de la vicepresidenta en el que impugna como "inaceptable el aumento de 13,8% que otorgó el Gobierno a las empresas de medicina prepaga''. En cuanto a su hijo Máximo, destacan que no se sumó para conseguir quórum en la sesión donde se aprobaría el presupuesto, un detalle verídico pero, si se quiere, poco significativo, ya que su presencia no era determinante, los diputados de La Cámpora, su agrupación, estaban sentados en sus bancas y todos -incluido Máximo Kirchner- votaron afirmativamente.
Por otra parte, si bien se mira, la presumible reticencia del camporismo y de la propia señora de Kirchner al derrotero que ha encarado Massa agregaría mérito al logro del ministro. O, si se quiere, probaría que él está encarando un rumbo que, por distintos motivos y con diferentes grados de simpatía, la mayoría de los actores políticos (desde opositores externos hasta rivales internos) considera ineludible. ­
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NUEVOS CONSENSOS­
­Que en una atmósfera política intoxicada por la llamada grieta, Massa esté, en los hechos, operando con éxito la convergencia de intereses contradictorios luce como un milagroParalelamente van gestándose en el subsuelo social las condiciones de nuevos consensos, Es la búsqueda de un objetivo más allá del desgastado modelo de paternalismo estatal y sustitución de importaciones, que es un carromato desvencijado en tiempo de jets, drones y satélites.
Algunas críticas a ese tránsito difícil recuerdan un viejo cuento que Enrique Santos Discépolo escribió siete décadas atrás para su serie radial Mordisquito.
Allí describía el acto de un equilibrista que "se  subía a una escalera parada de punta y al llegar allá arriba ponía un banquito, sobre el banquito un tarro de yerba, después del tarro un asiento de bicicleta, ¡también haciendo equilibrio el asiento! Y allí se sentaba él, y mientras la escalera daba vueltas sobre sí misma este bárbaro hacía juegos malabares con tres botellas en las manos, con los dos pies tocaba el arpa''.
Discépolo enfocaba entonces a un tipo que, a su lado, se quejaba: Sí, bueno, ¡pero el arpa no la toca bien! "¿Y qué quería? -se mosqueaba entonces el escritor- ¿Un concierto de la Wagneriana?''.
A dos meses de asumir un ministerio que era un hierro caliente, es posible apreciar que Massa ha introducido un clima de mayor sensatez y búsqueda de diálogos entre los actores económicos. Pero si a esta altura sería desmedido pedirle "un concierto de la Wagneriana'', con cada día que pasa, sin desmerecer las soluciones ocasionales que el ministerio de Economía ha ido suscitando, crecen las exigencias de pasos más ambiciosos. Los parches ya no alcanzan, hay que cambiar la cubierta ­
Es una impaciencia de los hechos, más que una intolerancia de los actores.­

Publicado en La Prensa.

 

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