Psicótica fantochada
Humberto Bonanata

Director de Notiar. Premio a la Libertad 2012, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.



“Ahora te dan un curso de revolución, resentimiento y negocio sobre derechos humanos”
“En la concepción autoritaria del poder, lo oscuro está en todos lados”
(Julio Bárbaro en Código Político -TN)

 
“La casa está en orden… ¡¡¡mañana hay clases!!!” pareciera decir el gobernador Daniel Scioli luego de tres semanas sin clases para tres millones de alumnos y seis millones de padres bonaerenses.

Claro que el día de la última “condena oficial” aún no podía gritarlo para la tribuna ya que nuestra autoproclamada “madre putativa” sólo lo había nombrado dos veces pero nada decía de cuándo le daría la orden a Roberto Baradell –pulcro militante kirchnerista de la C.T.E.R.A.- para levantar el salvaje paro docente desde mañana.

Debía acompañar con “cara de nada” las excentricidades presidenciales en su discurso “discepolliano” donde mezclaba la Biblia con el calefón, tal cual le dicta órdenes su mente.

Aunque estemos lamentablemente acostumbrados a sus discursos con auditorio forzoso, pocas veces hemos paladeado tantos dislates juntos en tan poco tiempo.

Bajo la supuesta justificación de explicitar la quita de subsidios a los servicios públicos con nueve años de retraso, muchos argentinos hemos quedado absortos más que por los aumentos tarifarios –por necesidad más que por convencimiento- que el régimen nos deparará dentro de cuarenta y ocho horas.

Desde el sabroso comentario de los primeros alfajores triples de la Argentina, bajo el consejo del dueño de “Fantoche” de no ingerirlos para que no continúe engordando; los fríos pasillos del hospital Umberto I de Roma; los aires acondicionados que pudo comprar su madre merced a la propensión marginal al ahorro que le genera una jubilación dispendiosa, unida a la de su joven hermana también jubilada no sabemos por qué; las cajas “gratuitas” de “Aerolíneas Camporistas” a diferencia de los costosos maníes yankees y su auto- atribuida maternidad sobre los cuarenta millones de argentinos, Cristina Fernández no dejó de causar pánico en su confusión mental, constante autorreferencia sobre actos de su privacidad que nadie necesitaba conocer y sustancialmente la negación y distanciamiento sobre la realidad que debiera conducir.

Ella sin darse cuenta se autoanaliza frente a las cámaras. Bajo su cautivadora tilinguería que siempre la acompañó –al menos en su vida pública- propala autorreferencias insustanciales para la función que debiera cumplir y sólo genera desconcierto en tropa propia más que en la ajena.

Merecedora de análisis de juntas médicas psiquiatras más que de cientistas políticos, C.F.K. demuestra en su largo camino de fin de ciclo una tranquilidad innata que pocos mortales lograrán entender: la protección del Papa Francisco quien por piedad suprema y argentinismo de alma no ceja en pedir al aluvión de sus visitantes compatriotas el ya consabido…”Ayuden a Cristina”.

Este mensaje papal, seguramente no confirmado por la fe religiosa y respeto hacia su autoridad inmortal, ha fortalecido sustancialmente el fin del realismo mágico del populismo kirchneriano durante la década ultrajada hacia una sociedad inerte y una oposición incapaz y culpable por no haberla impedido.

Todos navegamos en el Titanic. Nadie puede eximirse de culpas sobre el daño causado por el decenio bi-presidencial de la misma forma que ninguno con uso de razón en 1976 puede exculparse de haberse sentido aliviado tras el desembarco militar en el poder tras el desgobierno –también autoritario- de María Estela Martínez Cartas, viuda de Perón.

El distanciamiento de ambas mandatarias de la realidad, o su propia neurótica negación, las conducirán en las páginas de nuestra historia a ligarse por diversos lazos afines: ambas concluirán sus mandatos bajo un descontrol y rechazo popular pocas veces sufrido por el creador del movimiento nacional que como león herbívoro trató por todos sus medios de afianzar la unidad nacional de los argentinos junto a su amigo de la vejez, Ricardo Balbín.

Isabel, por la botas y Cristina por los votos dejarán el poder con futuros similares. La primera, injustamente presa por una supuesta malversación de fondos de un cheque de la “cruzada de la cruzada de solidaridad justicialista”; la segunda con suelas de amianto en sus calzados italianos para acostumbrarse a recorrer los marmolados pasillos de los Tribunales Federales.

La primera no supo soportar las consecuencias del “rodrigazo” como medida de ajuste económico tras dos años de mentiras… La segunda encabezó un ajuste tan salvaje como hipócrita sin quererlo admitir bajo el manto de un supuesto gobierno “nacional y popular”.

Ambas gobernaron con legitimidad en su origen pero la perdieron en su ejercicio.

Poco le importará a una generación que perdió diez años de su vida que “Aerolíneas Camporistas” arroje un déficit anual de setecientos millones de dólares, que en sus vuelos de cabotaje “regale” alfajores o que Mariano Recalde sea procesado por administración fraudulenta si Massa o Scioli no les garantizan impunidad a De Vido, Cristóbal López, Ricardo Echegaray o Lázaro Báez, entre tantos personeros del régimen.

Tampoco trascenderá que “Futbol para Todos” arroje un gasto presupuestario de mil cuatrocientos millones de pesos mientras continúan incumpliendo la acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordena el pago de sentencias incumplidas a jubilados y pensionados.

Sólo la gente con su voto marcará el destino de la nueva República o la continuidad decadente.
 

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