¡Migrantes: héroes que arriesgan sus vidas!
Ramón Parellada

Es el Secretario General de la Universidad Francisco Marroquín, además es miembro de la Junta Directiva del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

 



Si yo estuviera viviendo en las condiciones de muchos latinoamericanos, en especial guatemaltecos, y no encuentro oportunidades de mejora de nivel de vida, entonces migraría hacia donde las hay en abundancia, Estados Unidos de América. ¿Ha pensado Ud. alguna vez en ponerse en el lugar de un migrante? Adam Smith llamaba a esto empatía, tratar de ver la realidad desde la situación real de los otros, ponerse los zapatos de los otros, sentir lo que sienten en piel propia. Somos más empáticos con los que están más cerca de nosotros.

Traigo esto a colación porque ha ocurrido una nueva tragedia en la que fallecieron 19 migrantes guatemaltecos, el pasado 27 de marzo, en el incendio de un centro de detención migratoria en Ciudad Juárez. Hace dos días trasladaron el cuerpo de 17 de ellos hacia Guatemala. Una tragedia que se pudo evitar, que no era necesaria. Podemos culpar a mucha gente, pero al final el problema no se va a resolver si nuestros países no generan esas oportunidades de mejora de nivel de vida. Duele hasta el alma ver que esto suceda, y con frecuencia. Solo el año pasado murieron alrededor de 900 migrantes en México. Estas vidas son una pérdida enorme para sus familiares y, en general, para la humanidad. No se pueden reponer. Es una vergüenza que esto suceda en pleno siglo XXI.
Muchas son las razones por las que ocurre la migración de poblaciones, pero la principal de todas es la económica. Históricamente, las grandes migraciones han ocurrido por personas buscando mejores condiciones de vida. Salen de sus pueblos cuando no hay trabajo ni ingresos, para ir a ciudades donde las hay. Salen de países donde la pobreza y falta de oportunidades de mejora de bienestar es lo cotidiano y van a países donde hay riqueza y abundan esas oportunidades de mejora de nivel de vida. Quienes emigran toman riesgos enormes que incluso implican la pérdida de sus vidas. Pero en el camino muchos también son asaltados, despojados de sus pocas pertenencias, violados, golpeados, forzados a hacer cosas que jamás harían por sí mismos, dormir en lugares inhóspitos, pasar hambre, sed, frío, calor intenso, deshidratación, enfermarse y no tener quién los cuide. La desesperación es tal que todos los migrantes están dispuestos a correr esos y más riesgos. Incluso algunas familias llegan a mandar a menores de edad sin acompañamiento para alcanzar el sueño americano. Los migrantes son héroes que arriesgan sus vidas.
Quienes lo logran mandan inmediatamente dólares a sus familiares. Viven junto a otros migrantes, ahorrando así alquileres en viviendas; trabajan duro en dos o tres empleos diariamente. No pierden el tiempo y comienzan a tener ingresos y ahorros. En Guatemala es notoria la mejoría en la calidad de las viviendas en el interior del país debido a esas remesas que envían los que han logrado llegar a ese país de grandes oportunidades. Estados Unidos se formó gracias a estos inmigrantes, originalmente ingleses, luego del resto de Europa, más tarde de América Latina y el resto del mundo. Todos han hecho grande a esa nación con su espíritu emprendedor y de riesgo que los caracteriza.
Los migrantes suman, no restan. La economía mejora en los países que reciben migrantes, pues se benefician todos, tanto el migrante como el que los recibe. Si en Estados Unidos y el resto del mundo se entendiera esto, no se restringirían las visas de trabajo; al contrario, se otorgarían sin límite. Sería una excelente política para ese país, pues podría controlar a quienes ingresan de una mejor manera y a la vez reducirían los costos y el riesgo de los migrantes que aportarían su trabajo y espíritu emprendedor y libertario.

Publicado en Prensa Libre, Guatemala.



 

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