La espartana CFK - Vietnam y los pueblos del pacifico
Ernesto Poblet
Historiador y abogado, experto en energía.


Los pueblos no mueren ni se suicidan. Salvo el caso de Esparta que desapareció por su exacerbación estatista y belicista. Mayas y aztecas se integraron a nuevas civilizaciones y prodigaron a la humanidad buenas muestras culturales. De Esparta no quedó ni una mísera alfarería ni algún pensamiento relevante. El Licurgo del siglo IX a/C. -de dudosa existencia- aparece como el diseñador del sistema espartano, una especie de libretista de sociedades totalitarias reglamentadas al estilo Karl Marx quien, no obstante, prefirió para escribir  el clima libre de Londres más que su Renania natal.
 
Nada de libertades en la vieja Esparta, los seres humanos convertidos en esclavos del Estado tras un régimen militar rígido. Eso sí, el pensador alemán radicado en Inglaterra supo adornar su teoría con pintorescas fórmulas seductoras para cualquier pueblo deslumbrado y el violento Lenin debió aplicarlas a machaca martillo en la URSS hasta modificarle prestamente el fracaso de su economía entre 1917/1923.

Es curioso el paralelismo a contramano que se ha operado entre la Vietnam “ex comunista” y la década diezmada en la Argentina de los Kirchner.
 
Terminada la famosa guerra en 1974 el régimen marxista de los Vietcong comenzó con sus clásicas medidas estatistas a través de un oprimente bureau o simple oligarquía. Prohibieron todo partido de oposición, encerraron en presidio cualquier dirigente político que no coincidiera con ellos o lo mandaban a campos de “reeducación” no muy diferentes de la vengativa colonia “correctiva” de Marcos Paz especializada en martirizar gerontes terminales. Abolieron la propiedad privada los vietnamitas de posguerra, el campo y  las fábricas fueron colectivizados, ocuparon a la vecina Cambodia mientras millones de personas se fugaban en balsas por el Golfo de Tomkin. La debacle económica se había instalado desde que comenzó el sistema disfuncional e irrespirable, por eso mismo brotó la eclosión contraria en 1986.
 
Vietnam es un país de más del doble de población que la Argentina (85 millones y medio de habitantes) con un territorio no más grande que Alemania. Durante los doce años del estatismo colectivizante los vietnamitas fueron ayudados por la Unión Soviética en forma zigzagueante. La decisión por el “DO MOI” -nombre dado a la positiva Reforma de 1986- cambió el destino del país de Ho Chi Minh. Empezaron a paladear el sabor por la competencia no del todo extraño en un pueblo valiente, saturado de guerrear para caer en una quimera insoportable, peor aún, sufriendo la falta de libertades elementales.
 
Emprendieron entusiastas y desafiantes la demonizada economía de mercado, se motivaron rápido  hacia la propiedad privada y el reconfortante “profit”, especialmente en el campo y las empresas, atrajeron las inversiones extranjeras -incluyendo a sus ex feroces enemigos los norteamericanos- cuando comprendieron que sólo hacía falta inspirar confianza. Pronto creció la producción industrial, el agro, la construcción y fomentaron las exportaciones. Multiplicaron el ahorro y las inversiones. Vale decir, todo lo contrario de la conducta resentida, agresiva, corrupta y necia de los Kirchner. La dirigencia vietnamita no atosigaba con euros las bóvedas, ni se veían obligados a viajar a Zürich ni a sus cercanas Islas Seychelles.

Si bien hoy Vietnam no ha llegado a ser un paraíso se ha transformado en el país con menor porcentaje de desempleo en el sudeste asiático. Redujo la pobreza brutal a sólo un 14,75 %, la mitad que la Argentina actual de los Kirchner. Sostienen en distintos foros que Vietnam puede pasar a ser un país desarrollado en poco tiempo.

La Argentina de los Kirchner continúa adormecida por las peroratas frívolas, pretende engañar pero se auto embrolla y así parece esquivar toda posibilidad de desarrollo que se le presente. No supo aprovechar con inteligencia la bonanza de la soja transgénica que apareció sorpresivamente después de 2003 fruto del coraje, esfuerzo y riesgo de nuestros agricultores de 1996, cuando se lanzaron a la experiencia modernizante aprobada por los grandes laboratorios del mundo. Se constiparon los Kirchner comiendo gallinas de huevos de oro al gravar con confiscatorias retenciones la producción de oleaginosos.
 
En aquella alocada y perversa política se prohibieron las mejores exportaciones de la Argentina con marca registrada en el mundo. Perdió nuestro país sus mercados de carne, leche, quesos, cereales y la gama alimentaria que la naturaleza prodigó a esta Argentina destruida no por la naturaleza ni por las guerras sino por estos insólitos gobernantes. Pretenden hacer creer que el manotazo de ahogado para robarse los fondos previsionales -y malversarlos entre la burocracia de Anses- va a significar una mejora para los mismos jubilados, vilmente despojados.
 
Todas las promesas fatuas y retóricas de los Kirchner no pueden ni podrán contra la realidad. Hay margen para vislumbrar una luz de optimismo. Ya en las conversaciones de los argentinos aparece una resignación esperando meses apocalípticos. Los vencimientos de las obligaciones externas, la falencia absoluta de inversiones y créditos, las demandas salariales por la inflación, el desempleo que ya no espera en las gateras, los cercos que se agravan por los juicios de corrupción y todos los males derivados de una suicida política estatista y centralista, están determinando la implosión irreversible de los Kirchner. Ellos fueron sus propios destituyentes.

¿ Y qué vendrá después…?. Los vietnamitas y otros 20 países y miles de empresarios del mundo se reunieron en Lima, tiempo atrás, por la cumbre de la APEC , sigla en inglés del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico. Lo integran por latinoamérica México, Chile, Perú y Panamá, además de EE.UU. y Canadá. Los tres países de Oceanía y 13 del Asia del Pacífico entre los cuales están las dos Chinas, Japón, Hong Kong, Rusia, Corea del Sur, Singapur, Malasia, Indonesia,  Vietnam, etc. Hace veinte años varios de estos países estaban peor que Perú y Chile y hoy son potencias. ¿Y que los cambió…? A juzgar por las propias expresiones los cambió la educación, la innovación tecnológica, las inversiones, la confianza crediticia y la libertad sin barreras para producir, exportar e importar, es decir, exactamente, todo lo que los Kirchner nos prohibieron en esta década maldita.
 
Con sencillez y sabiduría proclamó la APEC que las crisis se combaten con inversiones y sin encerrarse entre las barreras reaccionarias y burocráticas de la intervención estatal. Las crisis son la gran oportunidad para innovar tecnológicamente. Declararon las naciones del Pacífico el compromiso de no imponer medidas proteccionistas por un amplio plazo e impulsar un rediseño financiero internacional

El optimismo surgido para los argentinos consiste en un dato de reciente actualidad que nos promete un futuro promisorio para después del tornado angurriento del flagelo  kirchnerista.  En esta etapa de los alimentos los países con mayores posibilidades son tres: Argentina, Brasil y la India ¡en ese orden!. Son los tres países con ventajas productivas considerables, con la diferencia que la India y Brasil sufren el problema alimentario de su inmensa población y por ello sus saldos exportables resultan menores que los nuestros, no es una cuestión transitoria sino estructural, por lo tanto, en el mejor de los casos necesitamos institucionalidad, seriedad, cumplimiento de palabras, contratos correctos, seguridad jurídica y jamás llegar tarde. Por esta veta de la gran producción alimentaria, las inversiones y el crédito, el futuro será nuestro.

Los psicólogos han extraído de la física la palabra “resiliencia”. Significa la capacidad de sobreponerse a las tragedias o períodos de dolor emocional.
 
*El autor es abogado, periodista e historiador. Profesor de Derecho Internacional Público.  (epoblet@yahoo.com.ar)
 

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