La operación del cuarteto contra la Ley Bases
Roberto García
Periodista económico.
La identificación
policial señala que los responsables son tres: Martín Lousteau, Horacio
Rodríguez Larreta y, su compañero en otros emprendimientos amistosos, Sergio
Massa. Nada menciona el informe sobre una presunta autora intelectual, Cristina
Fernández de Kirchner, aunque ella ya ha confesado voluntad societaria con la
operación. Para la pesquisa del gobierno, este cuarteto se hizo cargo de
bloquear y atrasar el dictamen en el Senado por la Ley Bases, considerada por
Javier Milei como la llave del tesoro de su gestión.
Una llave que, si finalmente se aprueba, estará oxidada,
averiada y con limitaciones obvias para abrir todas las puertas. Tamaña demora
y objeciones, según cree el oficialismo, generaron cierta desconfianza esta
semana que afectó a los mercados (caída de bonos y acciones) y hasta empujó la
suba del dólar blue. Como dice el adagio: los árboles no crecen hasta el cielo.
Con la misión de encontrar culpables a su lento traspié
legislativo, el gobierno reprocha la acritud del cuarteto ante la deseada Ley:
1) por la atención pormenorizada y crítica que el senador
radical Lousteau le brindó al proyecto ya aprobado por Diputados —colocó en
ridículo a un funcionario de Energía que dijo desconocer lo que él mismo había
escrito (Eduardo Rodríguez Chirillo)—, encabezando una corriente opositora que
le permitió retener la iniciativa en la Cámara alta (algunos usan el término
“secuestrar”) para estudiarla como no lo hicieron los diputados de su partido;
2) la influencia obvia del ex alcalde porteño, Rodríguez
Larreta, con la misma vocación por la tardanza y ejercitando sobre otra
“secuestradora” de texto llamada Guadalupe Tagliaferri, senadora que habla por
él hasta cuando está él, para atrasar o hundir la norma mileista. Una talibán
contra Milei, hora también de pagar agravios del pasado en nombre de su jefe.
Curiosamente para muchos, el fracasado candidato del PRO se imagina aspirante a
la Presidencia (por sus virtudes moderadas y de negociador, al revés del
extremismo de otros del gremio), anhelo que comparte con Lousteau, todavía
virgen para triunfar en esas categorías superiores.
En cuanto a la inserción de Massa en ese grupo de soñadores,
quien no ha renunciado a seguir en política y renovar sus quimeras
presidenciales, opera en silencio —como siempre lo hicieron— con su amigo
Rodríguez Larreta, se asisten uno al otro en la actual desgracia. Por su parte
Cristina, omnipresente en el Senado, domina el bloque en la misma línea del
rechazo o demora de la ley. Por ahora es la única del cuarteto que no piensa en
el regreso a la Casa Rosada.
La gestión dilatoria atribuida a los cuatro personajes
quizás no se corresponda al pensamiento de varios gobernadores, esa rara grey
que alberga jefaturas peronistas en Córdoba y de radicales en Santa Fe. Al
contrario de su naturaleza. Hay impaciencia en esos sectores, como en los mercados,
por resolver el paquete fiscal en sus distritos y empiezan a penar por las
demoras legislativas: sospechan que ciertos senadores se adaptan más a sus
propios intereses que al de los líderes provinciales. Y cada uno necesita una
obra para promoverse, sobre todo desde que Milei sostuvo que había
“sobreactuado” en el ajuste.
Por otra parte, nadie debe olvidar que en las elecciones de
medio término del año próximo son más importantes los gobernadores que
cualquier postulante a la Casa Rosada. Por encima del mismo Presidente, además:
se juegan otros valores internos, la conservación territorial no se remite a
una sigla y tampoco hay ballotage. Después de varios meses, Milei parecido
entenderlo: de ahí los recorridos de su hermana para instalar La Libertad Avanza
en todo el país.
Karina no solo viaja, también se ofrece a la demanda pública
con un paradero en las redes. Pueden escribirle, otros contestarán. Señal de
que no hará conferencias ni se mezclará con el periodismo, tal vez descree de
sus condiciones para comunicar por la prensa. Al margen de postularse o no, en
forma testimonial quizás en distritos como provincia de Buenos Aires o Capital
Federal, sería impensable que deje de estar al lado de su hermano en la
gobernanza.
La incursión de ella en todas las provincias resulta
elemental e imprescindible: difícil que Milei, hoy firme y sostenido en las
encuestas, pueda ser autónomo a las internas de cada distrito, jamás
ilusionarse en repetir por su cuenta un 55% de adherentes en territorios ni
siquiera frecuentados. No va a estar su nombre en la boleta, un hándicap
difícil de descontar. No es sencillo repetir la carrera de Bukele.
Descontado entonces que la Ley Bases saldrá, aunque averiada
y quizás insuficiente por las tareas de corrección final en Diputados. Regateo
peligroso: un Milei imprevisible y abrumado por las condicionalidades críticas
y asuma discutibles roles protagónicas: ya anunció que anulará cualquier norma
que lo obligue a emitir.
Dispuesto quizás a cualquier guerra: en tiempos de arroparse
en vestidos ajenos, el mandatario se autopercibe como un Titán, no le da
vergüenza cantar ni autoelogiarse intelectualmente, hablar a las masas más que
Fidel Castro pero ofreciendo inéditas y soporíferas clases de historia
económica, darse todos los gustos como si fuera un nuevo rico, tampoco
confrontar con poco leídos jefes de Estado (caso de Pedro Sánchez), seguro de
un destino alimentado hasta por la religión.
Solo necesita plata en un mundo que le dice “no hay”, como
si lo copiara. Al menos conseguir una refinanciación, como el swap de China:
tal vez esos ojitos oblicuos sean más generosos que a los que visita a menudo
recogiendo hasta ahora solo palmadas en la espalda. En eso estamos, canciller
Diana Mondino mediante.
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